Froome, absuelto

Chris Froome podrá correr el Tour de Francia y no perderá sus victorias en la última Vuelta Ciclista a España y en el Giro de Italia de este año, después de que la UCI y la AMA le hayan absuelto de su resultado anómalo por salbutamol en la ronda española. Las autoridades competentes han aceptado los argumentos de defensa del Sky, que sostenían que el exceso en el nivel de salbutamol no respondía a una práctica dopante. Este componente está permitido para corredores con asma, como Froome, pero siempre que no se supere un determinado nivel, ya que puede enmascarar prácticas dopantes. 


Termina así un proceso largo y dañino para la imagen del ciclismo, fuera cual fuera el resultado final. No había salida buena, ya que se cuestionaba al gran líder de este deporte, uno de los corredores del Olimpo ciclista, o se cuestionaba el sistema antidopaje. O todo a la vez. No es justo, probablemente, pero es así. Este proceso, que se filtró a la prensa con intereses claros, debe llamar a reflexionar al mundo del ciclismo, porque algo no funciona. El desenlace deja claro lo mucho que hay que cambiar. No parece casual que la UCI publicara ayer la absolución de Froome, meses después de que se conociera la apertura del expediente, pero a menos de una semana del Tour y apenas un día después de que Le Monde publicara que la organización de la ronda gala había vetado al corredor del Sky. 

Parece evidente que hay una lucha de egos entre los distintos organismos del ciclismo. La relación entre la UCI y ASO, la empresa organizadora de la Vuelta y del Tour, no es la mejor posible. Y alguien decidió que el caso de Froome era una buena excusa para reavivar esa confrontación. Resulta poco creíble que la organización del Tour desconociera la decisión de la UCI, que se publicó sólo un día después de la noticia del posible veto a Froome. ¿Quién filtró y con qué interés la noticia del desagrado de la ASO con la presencia del corredor del Sky en la carrera? ¿Ayuda a alguien que exista esta confrontación entre las distintas autoridades del mundo del ciclismo?

Pero el problema de fondo, el problema de verdad, es la credibilidad del sistema. Naturalmente, hay que creer en él. Por supuesto, no queda otra. Es más, somos muchos los que admiramos a Froome, su determinación y su profesionalidad exquisita. Así que nada deseábamos más que ver al ciclista del Sky libre de toda sospecha. Pero este proceso ha dañado la credibilidad del sistema antidopaje y no verlo es demasiado cándido. No se ha explicado suficientemente por qué Froome se ha librado de cualquier sanción por este resultado anómalo por salbutamol, a diferencia de lo que ocurrió con otros ciclistas en casos similares como Ulissi o Petacchi

Está claro que el Sky ha puesto todo su poderío económico al servicio de la defensa de Froome. También lo es que el juez que ha decidido sobre el caso ya demostró su independencia en casos anteriores, ya que él fue quien sentenció a Alberto Contador, por ejemplo, que en su momento también era una estrella del pelotón, como lo es hoy Froome. Pero lamentablemente resulta imposible que no haya ciertos recelos a la decisión de la UCI. La sensación de que la justicia no es igual para todos es terrible y muy dañina para la imagen del sistema judicial. Algo parecido ocurre aquí. Esto no significa que cualquier crack que se vea envuelto en un caso de presunto dopaje deba ser condenado automáticamente para que el sistema sea creíble, naturalmente. Porque eso no sería justo. Si no han podido demostrar la culpabilidad de Froome, el ciclista del Sky está absuelto a todos los efectos, por más que la imagen del sistema y la suya propia queden dañadas. 

Deberían acelerarse los procesos. Ha durado demasiado esta incertidumbre en torno a Froome. También se debería aclarar qué pueden hacer y qué no los corredores en la posición de interinidad en la que está el corredor británico. La resolución ha sido favorable para él, pero ¿qué hubiera pasado si Froome hubiera sido sancionado tras ganar el Giro de la forma apabullante en que lo hizo? La sensación de provisionalidad de las carreras, con el riesgo de desvirtuarlas, debe tenerse en cuenta. No es sencillo, claro, porque todo esto no debe estar reñido con el derecho de los corredores a defenderse. Pero algo debe mejorar. Las guerrillas internas en el mundo del ciclismo no ayudan, como tampoco lo hace que cada equipo tenga sus propios códigos para estos casos. Froome está de vuelta, absuelto y libre de culpa, y eso es lo más importante. Pero para que un sistema funcione debe ser creíble. Y todos los que amamos al ciclismo deberíamos reflexionar sobre en qué punto queda la credibilidad del sistema antidopaje. Aunque la respuesta nos desagrade. 

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