Monumental Pinot


Thibaut Pinot culmina un estratosférico final de temporada imponiéndose en el Giro de Lombardía, el quinto monumento del año, el primero para el corredor francés del Groupama FDJ. El ciclista galo, que venía de ganar dos etapas en la Vuelta, se propuso deslumbrar en la semana de clásicas italianas que terminó este sábado con la clásica de las hojas muertas. Y lo ha logrado. Venció con autoridad la Milán-Turín y ganó tres días después el Giro de Lombardía, el triunfo más importante de su carrera, el que le certifica como el enorme ciclista que es, aunque haya necesitado un tiempo para mentalizarse de que no ser un hombre Tour, o no responder a las altas expectativas que todo francés que destaca tiene en la gran carrera de casa, no es lo mismo que no ser un gran corredor. 

Pinot, excelente escalador, necesitó escapar de la presión de la Grande Boucle, tan excesiva en todo, tan gigantesca, tan inabarcable. El tercer puesto que logró en 2014 en la carrera gala le confirmó como un hombre de grandes vueltas, pero también le situó en una situación delicada, la de francés candidato a tomar el testigo de Bernard Hinault como ganador local de la carrera más importante del mundo. Pinot volvió al Tour a ganarlo, casi con la exigencia de hacerlo, y eso le pasó factura. No se empecinó más de lo necesario el corredor galo, quien probó otros horizontes hace un par de años, descubriendo el Giro y enamorándose de la carrera italiana, más montañosa y, por tanto, más adecuada a su perfil de corredor. Y, sobre todo, más amable para él, sin ese foco permanente del Tour, que le cedió a la otra gran perla del ciclismo francés, Romain Bardet, quien parece llevar mejor esa presión.

Pinot fue cuarto en ese Giro de 2017, en el que también ganó una etapa. Y eso le cambió. No ha vuelto al Tour y ha logrado brillar en otros escenarios.Tuvo que retirarse del Giro esta temporada, pero su palmarés ya estaba por entonces estrenado, con el Tour de los Alpes. Regresó a tiempo de ser protagonista en la Vuelta, con sus dos triunfos parciales, y ahora gana estas dos clásicas italianas, sobre todo, el Giro de Lombardía, el primer monumento para él, su gran triunfo. Pinot ha descubierto una valiosa lección (esa que también le cuesta aprender a algunos aficionados): hay vida más allá del Tour. Todos adoramos la carrera gala, la madre de todas las pruebas ciclistas, pero hay otras muchas citas del calendario con enorme prestigio en las que ciclistas como Pinot pueden brillar. Es muy posible que el francés no gane nunca el Tour, pero eso no significa que no consiga redondear una carrera exitosa. Ahí está, de momento, este Giro de Lombardía que acaba de conquistar, sin duda, una de las carreras más prestigiosas del calendario. 

El ciclista galo era uno de los más serios candidatos a la victoria, como demostró en la Milán-Turín. Alejandro Valverde, otro de los claros candidatos, no logro estar en la lucha por la victoria. No es ningún drama. Tiene un año entero por delante para ser protagonista vestido de arcoíris. En meta declaró que había acusado el cansancio del ajetreo posterior al Mundial y de la intensa temporada que lleva en las piernas. Ahora toca descansar para volver con su enésima juventud. 

La escapada del día la formaron Ballerini (ANS), Orsini, Tonelli (BRD), Sénéchal (QST), Bonnamour (FST), Restrepo (TKA), Storer (SUN) y Marcato (UAD). No llegaron muy lejos. A falta de 50 kilómetros de meta llegó el movimiento decisivo de la prueba, con un ataque de Primoz Roglic que siguieron Vincenzo Nibali, Thibaut Pinot y Egan Bernal. Cuarteto de ases en el que se impuso Pinot, el francés que escapó de la maldición de la sequía local en el Tour brilllando en otras carreras, el ciclista que pone casi punto final a la temporada con su excelso triunfo en el último monumento del año. 

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