El debate que necesita el ciclismo

Dicen que reconocer que se tiene un problema es el primer paso para superarlo. Ya sólo por eso, por el reconocimiento de que se deben buscar fórmulas para revitalizar el ciclismo actual, resulta atractivo el planteamiento de David Lappartient, presidente de la UCI, en una muy interesante entrevista publicada ayer en Le Monde. Se podrá discrepar con sus propuestas, pero al menos parece justo reconocer el mérito de llamar a la reflexión. Lappartient lanzará en junio una gran mesa redonda, en la que espera que haya participación de organizadores, patrocinadores, ciclistas, periodistas deportivos y televisiones. ¿El objetivo? Intentar que el ciclismo, en general, y el de las grandes vueltas por etapas, en particular el Tour, resulte más atractivo para los espectadores. Parte de la base, incuestionable, de que en los últimos años la emoción de algunas carreras, sí, sobre todo la Grande Boucle, ha decaído, lo cual repercute negativamente en todos los actores de este deporte. 


El abrumador dominio del Sky en las últimas ediciones del Tour, sólo comparable al del US Postal de Armstrong, ha anestesiado la carrera. Es algo evidente. No se trata de aprobar cambios normativos contra el equipo británico, que ahora ha encontrado en la mayor fortuna del Reino Unido a su nuevo patrocinador. Pero sí se trata de hacer una reflexión global sobre qué está fallando y qué podría mejorar. Los amantes del ciclismo, los incondicionales, los que vemos cada carrera que se emite por televisión independientemente de cualquier otro factor, seguiremos estando ahí siempre. Pero, por el bien de este deporte, hay que atraer a nuevos aficionados. Se consigue con la emoción de las clásicas, esa intriga de las carreras de un día en la que el guión de la prueba nunca está escrito de antemano. O con innovaciones en los recorridos, como las etapas cortas y explosivas que proliferan cada vez en las carreras, o la decisión de situar una etapa de alta montaña el penúltimo día de las vueltas de tres semanas. Y no se consigue quedándose quietos ante el evidente deterioro del espectáculo en el Tour, la prueba ciclista más mediática del mundo. 

En las opciones que se plantea Lappartient para mejorar este innegable problema surgen ya las discrepancias habituales. Es lógico que así sea. Hay intereses enfrentados y hay que intentar conjugarlos todos de la mejor manera posible. No descarta el presidente de la UCI reducir aún más el número de ciclistas por equipo en las carreras, para que así sea más difícil controlar las pruebas. Pero eso puede afectar al empleo en el sector, ya que las plantillas menguarían y más ciclistas se quedarían sin equipo. Además, como reconoce el propio mandatario de la UCI, la logística para los organizadores de las carreras se vuelve más complicada si se invitan a más equipos para compensar el menor número de miembros de las escuadras. 

Otra opción de la que habla Lappartient es la eliminación de los pinganillos en las carreras. En la entrevista afirma que él nunca ha sido partidario de ellos y que, de hecho, en los Mundiales, organizados por la UCI, no se permiten. En su opinión, el argumento de la seguridad de los ciclistas, esgrimido por los defensores de los pinganillos, no tiene sentido, ya que se podría hacer algo similar a una Radio Vuelta con los corredores, como la que ya existe con los equipos. Según él, si se prohíben los móviles al volante, precisamente por razones de seguridad, no es lógico que se defiendan los pinganillos por la misma razón. Además, propone una idea original: que los mensajes que se transmitan a los ciclistas sean públicos, como ocurre en la Fórmula 1. Podría ser muy interesante y disruptivo en las carreras ciclistas. Con todo el respeto, la Fórmula 1 me parece el perfecto ejemplo de un deporte no particularmente atractivo que sabe venderse de forma excelente. El ciclismo debería tomar nota de ello. La coincidencia de carreras de primer nivel a la vez en el calendario, por ejemplo, sería impensable en la Fórmula 1 o el motociclismo. En la mesa redonda para mejorar el ciclismo también se planteará la retirada total de los potenciómetros. 

Con todo, probablemente la clave de la cuestión está en el presupuesto. Poderoso caballero. Sky dobla en capacidad económica a sus rivales. Y eso es una brecha demasiado grande. Con frecuencia se cita a la NBA y su sistema de topes salariales como ejemplo a seguir para preservar la competitividad de las pruebas. El presidente de la UCI pone como ejemplo la Premier League británica y su equilibrio en el reparto de los derechos televisivos, que garantiza una competición más abierta que, por ejemplo, la española, en la que Barcelona y Real Madrid manejan presupuestos infinitamente más altos que los de sus rivales. Algún tipo de límite al respecto ayudaría a la competitividad del ciclismo. Como bien dice el presidente de la UCI en la entrevista, a nadie, ni siquiera al Sky, le interesa dominar una carrera de forma abrumadora si ésta pierde seguimiento mediático y alicientes para los espectadores. 

No lo menciona Lappartient en la entrevista, pero quizá otro aspecto que podría ayudar a elevar la emoción de las carreras por etapas sería revolucionar algo el anquilosado sistema de bonificaciones. ¿Por qué no dar un minuto de bonificación en los puertos principales, por ejemplo, como sugiere con frecuencia Javier Ares? O dar más tiempo en los sprint intermedios, para conseguir que haya verdadera disputa por esas diferencias. No toda innovación será positiva, por supuesto. Pero toda reflexión es más que bienvenida. Es necesaria, casi imperiosa. Hoy mejor que mañana. 

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