Van der Poel, imponente en la Flecha Brabanzona

La primavera ciclista, que está a punto de cambiar de tercio con la llegada del conocido como Tríptico de las Ardenas, sigue regalándonos grandes momentos, de esos que recordaremos al final de la temporada como los más emocionantes e intensos del año. No defraudó ayer la Flecha Brabanzona, situada estratégicamente entre la París-Roubaix, que disfrutamos el pasado domingo, y la Amstel Gold Race, que disfrutaremos el próximo domingo. De fiesta en fiesta. De clásica en clásica. De cota en cota. De muro en muro. Un lujo para los amantes del ciclismo, con ese frenetismo y esa emoción que sólo tienen las pruebas de un día. 


Ganó ayer, y de qué manera, Mathieu van der Poel, una de las sensaciones de este año, un ciclista que cautiva a los amantes de este deporte, llamado a ser protagonista durante muchos años de las clásicas de primavera. Venció el corredor neerlandés dando en todo momento una sensación de dominio absoluto e incontestable ante rivales de la máxima entidad. Entre ellos, Julian Alaphilippe, amo y señor de lo que va de temporada, que regresaba después de su caída en la Itzulia y que amenazaba con regresar por donde solía, es decir, ganando. Pero se enfrentó con Van der Poel en su primer mano y mano y el todopoderoso francés no pudo hacer nada contra el ciclista del Corendon-Circus, que está llevando a la ruta su poderío en el ciclocrós. 

El Deceuninck-Quick Step trabajó desde el principio para Alaphilippe, que perseguía su novena vivtoria del año. Por eso, el conjunto belga se empleó a fondo para echar abajo la escapada de Backaert, Bongiorno, De Bondt, Livyns, Peron, Planckaert y Robeet, una fuga que estaba abocada al fracaso, porque todos los grandes favoritos marchaban por detrás.

A falta de algo más de 60 kilómetros para el final, todavía con los escapados en cabeza, se movieron del gran grupo Tosh Van Der Sande, del Lotto-Soudal de Tim Wellens, vencedor del año pasado, y Mikkel Honoré, del Deceuninck. Saltó tras ellos, en su primera demostración de fuerza, Van der Poel en persona. Naturalmente, ni Honoré ni Van der Sande colaboraron con él, ya que sus dos líderes iban en el grupo principal. No cuajó ese movimiento y se sucedieron otros, como el que protagonizaron Lambrecht, Meyer, Vermeesch, Hirschi y Vakoc, también sin éxito. 

Lo probó Daryl Impey, astuto, quien intentó aprovecharse de la vigilancia entre el Deceuninck y el Lotto Soudal. Llegó a tener cerca de medio minuto de ventaja, pero el gran movimiento del día estaba por llegar y lo protagonizaron, ahí es nada, Julian Alaphilippe, Tim Wellens, Michael Matthews y Mathieu Van der Poel. Instantáneamente se vio que era el grupo bueno. Los cinco más fuertes de la carrera, por delante. Por detrás, el trabajo del Bahrain-Merida de Sonny Colbrelli, primero, y del Education First de Alberto Bettiol, después. 

La vigilancia entre los fugados llevó a Bettiol y a Colbrelli a albergar alguna esperanza, pero parecía claro que el hecho de que la distancia no aumentara en exceso era porque los cinco escapados estaban reservando fuerzas, midiéndose entre ellos, controlando las distancias. Lo probó Alaphilippe en la penúltima cota del día, pero respondió con poderío Van der Poel. Eso sí, Impey cedió. Quedaban cuatro por delante, con Alaphilippe y Van der Poel como los dos máximos favoritos. Por eso, los otros dos, Wellens y Matthews, intentaron sorprender con sendos ataques. Pero la suerte estaba echada. Los cuatro llegaron de la mano y nada, ni siquiera los sucesivos ataques de Peter Weening por detrás, iba a evitarlo. En el sprint a cuatro se impuso con insultante autoridad Van der Poel, quien también ganó A través de Flandes, una fuerza de la naturaleza capaz de todo, hasta de vencer al invencible Alaphilppe. 

La victoria de Van der Poel tras una muy emocionante edición de la Flecha Brabanzona llegó un día después de un hito indudable de la temporada ciclista, ya que Victor Campenaert logró batir el récord de la hora. El corredor belga del Lotto-Souda recorrió 55,089 kilómetros durante una hora en el velódromo de Aguas Calientes, en México. Bate así los 54,526 kilómetros que había marcado Bradley Wiggins en 2015, y que permanecía hasta ahora como el récord de la hora. 

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