La pandemia del coronavirus sigue causando estragos sobre la salud y, naturalmente, todo lo demás queda en un segundo plano. Nos toca poner nuestra vida en espera, ser responsables y seguir las recomendaciones de las autoridades para ayudar a contener la propagación del virus. Entre esas cuestiones de nuestra normalidad que añoraremos está el ciclismo, por la masiva anulación de carreras. Medidas duras y tristes, pero que son las únicas posibles en este entorno tan extraordinario. La última prueba en anunciar su suspensión ha sido el Giro de Italia, obligado a posponerse. Buscará nuevas fechas, tal vez en octubre.
La temporada ciclista del 2020 no será normal. Nada será normal en este año para nadie, tampoco para el ciclismo. Primero fueron las autoridades húngaras las que dijeron que se veían obligadas a suspender las tres primeras etapas en aquel país. Poco después, la empresa organizadora de la corsa rosa anunció la suspensión de la primera grande del calendario.
De entrada, todo hace indicar que la París-Niza, que disputó ayer su sexta etapa, será la última prueba ciclista que se disputará en mucho tiempo. La carrera gala ha decidido suspender la última etapa, con final en Niza, pero en principio sí disputará la jornada de hoy, no sin críticas (lógicas) de quienes no entienden que todo se esté suspendiendo alrededor mientras que la carrera sigue su curso. El Bahrein-McLaren, por ejemplo, decidió ayer retirarse de la carrera.
En la jornada de ayer la victoria fue para Tiesj Benoot, que se exhibió y ganó la victoria en solitario. Ese recital, sumado a una desafortunada caída del líder, Maximilian Schachmann, aprieta mucho la general para la etapa de hoy (13:10 por Eurosport). Schachmann cuenta con 36 segundos de ventaja sobre Benoot, 1:01 sobre Sergio Higuita y Felix Grosschartner, 1:10 sobre Michael Matthews, 1:18 sobre Vincenzo Nibali, 1:19 sobre Rudy Molard y 1:30 sobre Thibaut Pinot.
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