¡Gracias!

 

Una vez le escuché decir a Rodrigo Cortés que tiene un importante defecto que le inhabilita para ser crítico cinematográfico: le gusta el cine. Recuerdo esa palabras, dirigidas a esos críticos taciturnos a los que nada les gusta y parece por momentos que se han cansado de su oficio, ante ciertas críticas a las carreras ciclistas. Que si nadie ataca, que si esto ya no es lo que era... No se trata de ser conformistas, por supuesto, pero a veces me siento como Rodrigo Cortés: resulta que me gusta el ciclismo. Me gusta muchísimo. Por eso puedo disfrutar de casi cualquier tiempo de carrera, por eso intento entender a los ciclistas y no hacer críticas severas desde mi cómodo sofá. Y por eso he disfrutado muchísimo de esta temporada concentrada en poco más de tres meses. Ha sido, sin duda, de lo mejor de 2020, una de esas pocas cosas, como los libros o las buenas películas, que han hecho más llevadero este pandémico y desastroso año.

A veces, es verdad, uno se pregunta si de verdad les gusta el cine a ciertos críticos que se pasan al vida sentando cátedra y mostrando su enfado con la mediocridad que ven por todos lados. Si tan poco les gusta todo lo que ven, si tanto les desagrada, ¿por qué no se dedican a otra cosa? En fin. Lo dicho. Me encanta el ciclismo y esta temporadas comprimida ha sido deliciosa. No vivimos tiempos fáciles y en estos momentos es cuando el ciclismo ha acudido al rescate, ofreciéndonos horas y horas de emoción y entretenimiento. Al final, al menos desde el punto de vista del aficionado, se trata de eso, pasarlo bien, disfrutar, olvidarse por un momento de la gris realidad, vibrar con los ataques y los sprints, no pensar en otra cosa más que en la contienda de las clásicas y las etapas de las grandes vueltas. He disfrutado mucho estos meses, muchísimo, más que nunca antes, quizá porque nunca necesitamos tanto todo eso que nos da el ciclismo. 

Tiempo habrá a partir de ahora para resumir la temporada, que tantos grandes días nos ha dejado, en la que tantos grandes ciclistas han brillado. De eso, ya digo, hablaremos otro día. De la fascinación permanente de Evenepoel hasta que una caída acabó con su temporada, de la victoria colosal de Pogacar en el Tour, del triunfo en el Giro de Geoghegan, de la emoción de las clásicas, del Mundial de Alaphilippe, del duelo de Roglic y Carapaz en la Vuelta... De tantos y tantos días de ciclismo del máximo nivel. Otro día tocará, porque hoy es el día de dar las gracias a todos los que nos han ofrecido este escape de la realidad pandémica, esta fuente inagotable de disfrute, con días en los que incluso seguimos tres carreras a la vez. 

Gracias a los ciclistas, los actores principales de este deporte, a los que se lo debemos todo. Ellos han puesto de su parte una actitud admirable de entrega y han ofrecido espectáculo a diario desde el mes de julio, cuando regresó el ciclismo en la Vuelta a Burgos. Esta temporada también ha sido la de algunas protestas de los corredores, varias de ellas más que justificadas, porque reclaman más seguridad y que se tenga más en cuenta su voz en las carreras. No olvidemos nunca que sin ciclistas no hay ciclismo. Otras de esas protestas, como el plante en el Giro ante la extensión de una de las últimas etapas de la corsa rosa, no estuvieron justificadas ni le hicieron ningún bien, pero no haremos categoría de la anécdota. Hoy y siempre toca transmitir a los ciclistas la gratitud y la admiración que merecen. Gracias por tanto. 

Gracias también, por supuesto, a los organizadores de las carreras. Este año ha sido el más complicado para todos ellos. Se tuvo que recomponer el calendario y parte del recorrido, por las restricciones del coronavirus, que impidieron a las grandes vueltas visitar otros países, como los Países Bajos, de donde iba a partir la Vuelta, por ejemplo. Además, tuvieron que implantar muy exigentes medidas de seguridad, como esos grupos burbuja que han funcionado, o la realización constante de test PCR a los miembros del pelotón. El esfuerzo ha sido titánico y más que nunca este año los organizadores merecen agradecimiento por parte de los aficionados

Y gracias, por supuesto, a los patrocinadores de los equipos, que son los que pagan todo esto, tampoco lo olvidemos, y a los medios de comunicación, en especial, las televisiones, que son las que nos permiten seguir las carreras. Teledeporte, ETB y Eurosport han sido nuestras ventanas a una temporada concentrada y muy anómala, lejos de las condiciones ideales, pero que hemos valorado más precisamente por eso, por la razón que ha forzado a cambiarlo todo a marchas forzadas, por la maldita pandemia y la inquietud que provoca. Esta salvaje crisis del coronavirus, que tantos esfuerzos y sacrificios nos obliga a hacer, sirve al menos para que todos tengamos claro el valor de esas pequeñas cosas que hacen la vida mejor. El ciclismo es para muchos una de ellas. Por todo eso, ¡gracias a todos! Ahora, a descansar, a cuidarse y a preparar la próxima temporada, que ojalá sea ya normal, pero normal de verdad, y que prometemos disfrutar igual que esta. Aquí estaremos para contarlo. 

Comentarios

Javier ha dicho que…
Totalmente de acuerdo. Gracias a todos los que han hecho posible una verdadera normalidad en una absoluta anormalidad. Gracias a este blog por ser altavoz de todo lo que pasa.
Alberto Roa ha dicho que…
Muchas gracias por comentar y por seguir el blog.