Roglic se lleva la Vuelta de las hojas muertas


Se hace raro que la Vuelta llegue a Madrid y seguirlo por televisión, pero es lo que tocaba esta vez. La organización pidió no seguir in situ el desenlace de la carrera y por respeto a todos los componentes de la gran familia del ciclismo y responsabilidad con toda la sociedad no quedará otra que seguir la prueba desde la tele. Como las tres últimas semanas, en las que la Vuelta ha lucido esplendorosa. En lo paisajístico el otoño le ha aportado a la Vuelta más belleza que nunca y en lo deportivo ha sido tan emocionante e intensa como siempre. La Vuelta es, por encima de todo, una carrera divertida, mucho menos encorsetada que el Tor, por ejemplo, y este año nos hemos divertido desde el primer día hasta el último.  



Antes de que el gran pelotón de la Vuelta llegara al Paseo de Recoletos y afrontara el circuito final por las calles de Madrid se disputó la tercera y última etapa de La Challenge, la prueba femenina organizada por la Vuelta. Como se esperaba, no hubo sorpresas en la general, que ganó por segundo año consecutivo Lisa Brennauer. La acompañaron en el podio final Longo Borghini y Wiebes.

La etapa, resuelta al sprint, se la llevó Elisa Balsamo. 




También terminó con un sprint la etapa final de la Vuelta, que se presentaba como un duelo entre Pascal Ackerman y Sam Bennett. El ciclista alemán del Bora sumó su segunda victoria en esta Vuelta, en un final de foto finish ante Bennett. Es su segundo triunfo pero el anterior lo consiguió por la descalificación de Bennett. 

El hombre más feliz y risueño tras la etapa era, sin duda, Primoz Roglic. El ciclista esloveno también ganó la Vuelta del año pasado, pero entonces apenas sonreía, estaba muy serio, incluso ya en el podio final. Un año después, tras la pesadilla que sufrió en el Tour cuando Pogacar le arrebató la victoria final en la crono del penúltimo día, hoy Roglic sí ha sonreído mucho. Se le veía incluso emocionado. Y no es para menos. No es una victoria más la conseguida hoy. No lo es nunca ganar una gran vuelta, por supuesto, pero menos aún si tenemos en cuenta que ha logrado el triunfo tras lo que le ocurrió en Francia. 

Roglic ha demostrado ser un gran campeón por cómo reaccionó a la derrota en el Tour. A diferencia de cierto presidente estadounidense, aceptó la derrota y felicitó a su rival. Pero no se hundió, todo lo contrario, y buscó nuevos objetivos. Ganó la Lieja-Bastoña-Lieja y ha hecho una Vuelta impecable, con cuatro triunfos de etapa y la victoria en la general. Sonrió Roglic hoy en Madrid. Esa sonrisa lo decía todo. 

Junto a Roglic subieron al podio final Richard Carapaz, más que digno segundo clasificado de la prueba, y Hugh Carthy, una de las revelaciones de la carrera, que ha dejado muchos otros hombres propios de los que hablaremos en el artículo de balance de mañana. También se ganaron su puesto en el podio, gracias a las victorias en sendas clasificaciones secundarias, Guillaume Martin, ganador de la clasificación de la montaña; Rémi Cavagna, el más combativo; el propio Roglic, ganador también de la regularidad; Enric Mas, mejor joven, y el Movistar, mejor equipo. 

La última etapa de la Vuelta, que también ha sido la última jornada de ciclismo de esta temporada, también nos ha dejado la última escapada de este año raro, en el que el ciclismo nos ha ofrecido momentos maravillosos cuando más lo necesitábamos. Esa última escapada la han protagonizado Wellens, Smit, Serrano y Gruzdev. Parecía por momentos que el Astana iba a intentar ganar el sprint intermedio con Vlasov, lo que le permitirá, gracias a los tres segundos de bonificación, desplazar a Valverde de la décima posición de la general. Finalmente no se dio ese sprint y el murciano logró conservar ese puesto en el top 10. Por cierto, desde el año 2003 (sí, el 2003), Valverde sólo ha estado fuera del top 10 un año, en 2016, cuando terminó duodécimo. 

Mañana redimiremos esta Vuelta y, con calma, rememoraremos también lo mejor que nos ha dejado esta temporada extraña, concentrada en tres meses por el coronavirus, lo que ha dado lugar a anomalías de todo tipo, como el hecho de que la Vuelta se haya corrido en otoño. La Vuelta de las hojas muertas. Puro espectáculo. Ojalá el próximo año todo vuelva a la normalidad, pero cuánta gratitud le debemos a organizadores, patrocinadores, equipos y ciclistas por esta temporada. Todo ha sido anormal, pero gracias a las carreras hemos podido desconectar de la pesadilla pandémica. El ciclismo ha resistido y todos los celebramos. 

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