Pogacar vence y Van Aert pierde con gloria




Oda al ciclismo moderno en el Tour. Sin necesidad de puertos de montaña, la etapa de hoy en la ronda gala ha sido espectacular, con los dos mejores ciclistas del mundo como grandes protagonistas. Por un lado, Wout Van Aert, líder hasta hoy, que ha decidido divertirse atacando desde lejos y que ha perdido el maillot amarillo pero con gloria, ya dijo Borges que la derrota tiene una dignidad que la victoria no conoce. Por otro lado, Tadej Pogacar, el amo y señor del Tour, que ayer sacó tiempo a todos sus rivales sobre el pavés y que hoy ha ganado la etapa y ha asaltado ya el liderato de la carrera. Cambia el blanco de mejor joven, que prestará mañana en la etapa a Thomas Pidcock, por el amarillo que le pertenece como dominador absoluto de la carrera.


Vaya día. Qué maravilla de etapa. Empezó el día con una gran pelea por la formación de la fuga con el líder, Wout Van Aert, muy activo desde el principio. Porque en el ciclismo moderno, bendito ciclismo moderno, es de lo más normal que el maillot amarillo del Tour se lance a atacar de salida en la etapa más larga de la carrera, convertida en una clásica dentro de una gran vuelta. Tras muchos intentos, se  fueron hacia adelante Taco Van der Hoorn (que repetía del día anterior), Tom Skujins y Benoit Cosnefroy, pero por atrás el ritmo no paró, con Van Aert haciendo de las suyas. Cuando el terceto de cabeza fue neutralizado, quien también se  ánimo a intentar formar cortes fue Tadej Pogacar, el patrón de la carrera. Lo dicho, bendito ciclismo moderno





Siguieron los ataques, siguió la fiesta. Ni siquiera cuajó la fuga de mucho nivel que formaron Vegard Stake Laengen, Christophe Laporte, Mads Pedersen, Stan Dewulf, Kasper Asgreen, Andreas Leknessund, Georg Zimmerman, Simon Geschke, Ben Swift y Magnus Cort Nielsen. Colaboraron por delante, pero el ritmo no paró detrás. Una vez fue neutralizado ese grupo, se fugaron Van Aert, Jakob Fuglsang y Quinn Simmons. Y esta fuga, alocada, contra toda lógica, arriesgada, maravillosa, sí se consolidó. 


Era una apuesta de mucho riesgo para Van Aert, a quien además el final de la etapa de hoy le iba especialmente bien. Podría haber optado por quedarse en el pelotón y guardar fuerzas. Podría haberse reservado para ayudar a sus líderes más adelante en la carrera. Podría haber tomado cualquier decisión sensata hoy, pero eligió hacer saltar por los aires la carrera, subvertir todas las leyes de la lógica, destrozar el sentido común, tan aburrido, tan previsible. No es que intentara formar una fuga al principio o durante una cierta cantidad de kilómetros. No. Siguió y siguió y siguió intentándolo hasta que se fue hacia adelante. Derrochó fuerzas y regaló un memorable día de ciclismo. Ya digo, infructuoso, quizá incluso irracional, loco, pero de esa locura que se gastan los genios, tan colindantes siempre la genialidad y la locura, como recuerda Rosa Montero en su último libro. 


Van Aert estaba decidido a divertirse hoy, a ofrecer una escena del todo infrecuente, al menos, hasta que llegó el bendito ciclismo moderno, la del líder de la prueba atacando de lejos, con un movimiento kamikaze y, ya digo, del todo ilógico. El belga se fue en solitario  hacia adelante a 30 kilómetros de meta y sólo fue cazado a falta de 10. Perdió después mucho tiempo y se dejó el maillot amarillo. Perdió, sí, pero perdió con gloria. Hoy se debatirá mucho sobre lo que ha hecho hoy Van Aert y si tenía algún sentido, pero nadie podrá decir que no se ha divertido. Desde un punto de vista de la lucha por la general, el planteamiento del Jumbo-Visma sí podría haber funcionado, por ejemplo, si otros equipos como el Bora o el EF no hubieran tirado para echar abajo la fuga de Van Aert y la responsabilidad hubiera recaído en el UAE de Pogacar. O si en vez de una fuga de tres hubiera sido más numerosa, como perseguía Van Aert. En todo caso, desde un punto de vista de lógica racional, siempre es mucho mejor guardar fuerzas y no atacar que hacerlo, pero cuando ocurre eso, claro, nos aburre y lo criticamos. Y luego, cuando hay ataques,  cuestionamos si tienen lógica. Pues no, el movimiento de hoy de Van Aert, que no les ha salido como esperaban, no tenia demasiada lógica, bienvenido sean siempre locuras así. Por no hablar de lo ilógico que resulta pretender que un ciclista como Van Aert sea un gregario dócil sin momentos para el lucimiento personal. Estamos hablando de Van Aert, por favor. Claro que puede darse homenajes así. Y, además, seamos sinceros, las opciones de ganar el Tour de cualquier ciclista que no se llame Tadej y no se apellide Pogacar son más bien escasas, por lo que no parece tan loco que el Jumbo-Visma buque brillar de otra forma.  


Cazado Van Aert (gracias por esa locura), empezó otra carrera. También muy divertida. Las dos cotas de la parte final, una con su meta a poco más de cinco kilómetros del final, y en la que estaba situada la meta, animaron mucho el desenlace de la jornada. Atacó Alexis Vuillermoz 5,6 kilómetros del final pero no abrió mucho hueco. En la llegada, Primoz Roglic, aparentemente recuperado de la caída d ayer, lanzó el sprint, demasiado pronto, y tras él saltó, como un cohete, Tadej Pogacar. Espectacular, inmenso, inclasificable. Ganó Pogacar, claro que ganó, cómo no. Hoy, además, sí contó con equipo, que trabajó para él en la parte final antes de que Pogacar sacara de rueda a todos sus rivales. Juega en otra liga. 


Varios de los hombres de la general han perdido hoy tiempo con Pogacar: Thomas, Vlasov, Urán y Martin se han dejado cinco segundos; Caruso, 21; Jungels y Meintjes, 26; O’Connor, 2:37 y Pinot, 2:55. 


Pogacar ya es el líder de la carrera con cuatro segundos de ventaja sobre Powless, 31 sobre Vingegaard, 39 sobre Yates, 40 sobre Pidcock, 46 sobre Thomas, 52 sobre Vlasov, un minuto sobre Daniel Felipe Martínez, 1:01 sobre Bardet, 1:02 sobre Gaudu, 1:05 sobre Quintana y 1:12 sobre Mas, que pasa a ser duodécimo de la general. 




El Tour, que está encendido y va lanzado, llega mañana a su primera final en alto, en La Super Planche des Belles Filles, de primera categoría, con siete kilómetros de ascensión al 8,7%, primera prueba seria para los favoritos o, mejor dicho, para Pogacar y para los candidatos al podio. 




Por cierto, como manda la tradición, hoy, 7 de julio, San Fermín, los ciclistas y el staff del equipo Movistar han lucido antes de tomar la salida de la etapa el pañuelico rojo. 





Mañana llega la montaña al Tour y hoy ya ha habido montaña el Giro Donne, con final el el Passo Maniva. La etapa estuvo marcada por una escapada de 14 corredoras (Arzuffi, Cecchini, Ducuara, Fahlin, Harvey, Labous, Lutro, Patiño, Ragusa, Rossato, Teruel, Tonetti, Vallieres y Williams), que alcanzaron una diferencia superior a los ocho minutos. El pelotón redujo la distancia, pero no tanto como para que una de las escapadas no sumara el triunfo parcial. Ganó la francesa Juliette Labous, de 23 años, que suma así la victoria más importante de su carrera deportiva hasta la fecha. 


En cuanto a la lucha por la general, a tres kilómetros del final atacó la dominadora de la carrera, Annemiek Van Vleuten, a la que sólo  pudieron seguir, igual que hace dos días, Mavi García y Marta Cavalli. Tanto la italiana como la española atacaron para intentar descolgar a la líder del la carrera, pero ninguna de las dos lo logró. Es más, Van Vleuten respondió con un enorme acelerón a esos demarrajes de sus rivales y amplió en algunas segundos su ventaja en la general. Ahora cuenta con una renta de 31 segundos sobre Mavi García y de 1:10 sobre Marta Cavalli. 




Mañana, más montaña, con dos puertos en los que las favoritas volverán a ponerse a prueba. 

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