Recital del Jumbo en la París-Roubaix


Muchos aficionados al ciclismo pensamos que la mejor carrera de un día del mundo es la París-Roubaix y cada segundo domingo de abril nos reafirmamos en nuestra opinión. Hoy el Infierno del Norte nos ha vuelto a regalar un día lleno de emociones, una fiesta ciclista de primer orden en la que ha mandado el Alpecin-Deceuninck de Mathieu Van der Poel, primero, y Jasper Philipsen, segundo, que han obligado a Wout Van Aert a tener que conformarse con la tercera plaza.


Ha sido un día fantástico de ciclismo. La París-Roubaix, que hoy ha celebrado su edición 120, nunca decepciona. Empezó el día con mucha batalla para la formación de la escapada hasta que se fueron hacia adelante Bax, Gee, Hollmann y Koch. Después se formó un corte con Degenkolb, Durbridge, Küng, Laporte, Mihkels, Reynders, Scotson, Turgis, Van Aert y Van der Poel. Muy lejos de meta quedó claro quienes eran los hombres fuertes de la carrera y muchos de los ciclistas de ese corte fueron después grandes protagonistas de la clásica.


En ese punto de la carrera, muy lejos de la meta en el velódromo de Roubaix y con todos los principales tramos de pavés por delante, la situación era inmejorable para el Jumbo-Visma, que venía siendo el gran dominador de las clásicas de primavera. La suerte se le empezó a torcer poco después cuando Van Aert sufrió un pinchazo, aunque fue capaz de volver a entrar en el grupo delantero. 


En el bosque de Arengerg, uno de los puntos más míticos del infierno del norte, se produjo una caída en la que se vio envuelto el vigente ganador, Dylan Van Baarle, que era una de las bazas del Jumbo. Poco después, en ese mismo punto, atacó Mads Pedersen y también saltó hacia adelante Filippo Ganna. 


A 80 kilómetros de meta el grupo delantero lo formaban Bax, Degenkolb, Ganna, Hollmann, Koch , Küng, Pedersen, Philipsen, Rex, Van Aert, Van der Poel, Vermeersch y Walscheid. Es decir, una mezcla de los supervivientes de la fuga que Nicolau y los que llegaron después. En ese momento el Alpecin-Deceuninck tenía a tres corredores en cabeza. El Jumbo reaccionó por detrás con sendos ataques de Van Hooydonck y Laporte, aunque no fueron capaces de llegar a la altura del grupo cabecero en el que Van Aert era el único representante de la escuadra neerlandesa. 


Van der Poel lo probó en los sectores 12 y 11 y a 45 kilómetros del final llegaron a irse hacia adelante los dos gigantes solos, Van der Poel y Van Aert, Van Aert y Van der Poel. Tras ese acelerón se quedaron en cabeza sólo Degenkolb, Ganna, Küng, Pedersen, Philipsen, Van Aert y Van der Poel. Entre ellos se resolvería la prueba.


Otro lugar con resonancias legendarias, lleno de historia de este deporte, es el Carrefour de l’Arbre, donde se decidió la carrera. Allí sufrió un infortunio Degenkolb, quien se fue al suelo tras un movimiento brusco de Van der Poel que lo llevó a chocar con una espectadora. Merecía otro final la París-Roubaix del corredor del DSM. Y allí, en ese punto mítico del Infierno del Norte, lanzó su ataque definitivo Van der Poel, quien reventó a todos sus rivales. El último en aguantar a su rueda, claro, Van Aert, su enemigo íntimo desde los tiempos de juveniles.


Van der Poel se marchó en solitario sin cadena hacia la victoria, como pasó en la Milán-San Remo. Dos de los tres monumento disputados hasta ahora esta temporada los ha ganado el ciclista neerlandés, que con sus dos triunfos en Flandes de 2020 y 2022 suma ya en su palmarés cuatro monumentos. Hoy ha tenido tiempo de sobra para celebrar su primera París-Roubaix. Tanto que se ha producido una imagen poco habitual, ya que gracias a la ventaja alcanzada por el corredor neerlandés, cuando él entraba en meta sus dos perseguidores, su coequipier Philipsen y su adversario Van Aert, hacían su primer paso por línea de meta, así que Philipsen pudo celebrar a pocos metros la victoria de su líder, mientras que Van Aert vio igual de cerca la derrota que esta vez sufría el belga ante el neerlandés. Para redondear el recital del Alpecin-Deceuninck en este Infierno del Norte que con tanta autoridad han dominado, Philipsen se impuso el el sprint por la segunda plaza ante Van Aert. Un final sensacional para una carrera soberbia. Sí, la mejor clásica del mundo

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