Los Yates se divierten en la fiesta del Tour en Bilbao


Dice Mikel Landa, y no le llevaremos la contraria, que el ciclismo es un deporte literario.  Más que los resultados, importan las emociones; más que quién ganó esta o aquella carrera, cómo lo hizo. No es casualidad que las grandes pruebas ciclistas nacieran por iniciativa de periódicos que buscaban vender más ejemplares contando las hazañas y desventuras de esos locos dispuestos recorrer cientos de kilómetros e incluso a dar la vuelta a un país entero en bicicleta.  No es que las carreras ciclistas nacieran y, luego, y los periódicos se acercaran a ellas, sino que fueron directamente los medios los que, en busca de relatos e historias, crearon las prueba. Así fue como nació el Tour de Francia por iniciativa del periódico deportivo L’Auto en 1903. Hoy, en su edición 110, la grande boucle ha escrito una nueva gloriosa página de su historia con la gran salida desde Bilbao. 



No olvidaremos este día quienes hemos podido disfrutar de él en la ciudad vasca. 31 años después de la salida del Tour en Donosti, la mayor carrera ciclista del mundo volvía a la casa de la mayor afición ciclista del mundo. Y el resultado ha sido exactamente tan memorable y explosivo como se esperaba. Un día fabuloso de ciclismo, una fiesta colosal, una ciudad entera entregada por completo al Tour. Cada rincón de Bilbao llevaba semanas preparando para recibir a la ronda gala y hoy toda esa expectación, toda esa emoción previa, ha estallado y nos ha regalado, en lo deportivo, una de las primeras etapas del Tour más duras de las que se recuerdan, y en lo emocional, en lo literario, una jornada repleta de historias. 





El día empezó en la explanada de San Mamés, la catedral, donde desde tres horas antes de la salida de la carrera los speakers, combinando euskera, español, francés e inglés en perfecta armonía, empezaron a amenizar la espera del control de firmas, que nos ha permitido ver de cerca a todos los protagonistas de la salida de este Tour, algunos de los cuales no pudieron terminar la etapa. Y ahí empezaron las historias, los nombres propios de este Tour. Como Enric Mas, que habló al público en la salida agradeciendo la sensacional acogida de Bilbao a la carrera. Horas después, el líder del Movistar se fue al suelo en el descenso del Vivero y tuvo que abandonar a la primera de cambios. Una pena enorme que obligara al Movistar a correr buscando triunfos de etapa en lo que resta de Tour. Esperemos que pueda estar de regreso en forma en la Vuelta. En esa misma caída se fue también al suelo Richard Carapaz, quien llegó a meta perdiendo mucho tiempo y muy dolorido, entre ánimos del público. Ojalá el ecuatoriano pueda reponerse y seguir en carrera. 


En ese multitudinario control de firmas, que tan emocionante ha sido, también recibió muchos aplausos Mark Cavendish, de quien todo el mundo espera que supere el récord de triunfos de etapa en el Tour, en el que ahora está empatado con Eddy Merckx. El británico del Astana llegó a meta en el último grupo, justo antes que el coche escoba que cierra la carrera, muy aplaudido por el público y saludando a todos, sonriente, agradecido por el cariño recibido. 





En esa salida del Tour frente a San Mamés lo más emocionante ha sido ver a tantos y tantas niños y niñas, chavales y chavales que el día de mañana podrán ser los nuevos Pogacar y Van Vleuten o no, pero que ya respiran desde muy pequeños la pasión por el ciclismo, auténtica religión en Euskadi. También ha sido maravilloso constatar una vez más, en mi caso por primera vez en el Tour, que el ciclismo es un deporte extraordinariamente cercano, que permite una proximidad con los más grandes que es difícil en cualquier otro deporte, no digamos ya sin pagar. 






Tras ver la salida en San Mamés la marea humana que hablaba en todos los idiomas y portaba todas las banderas imaginables, que llegaba de todas partes, se dirigió al Fan Park, el espacio situado en el parque del Arenal donde había pantallas gigantes y todo tipo de animación para el público, incluidos puestos de comida. 





Y después, claro, la meta, cuesta arriba, donde tomar posiciones y seguir la prueba por las pantallas gigantes situadas en la zona. Desde allí pude seguir el poco margen que le dio el pelotón a los componentes de la primera fuga de este Tour, Calmejane, Guglielmi, Eenkhoorn, Gregaard y Ferron. Tras el paso de la caravana publicitaria, todo un espectáculo, llegó el turno de la divida a Pike, donde lo probó Tadej Pogacar, a cuya rueda se pegaron Jonas Vingegaard y un gran Victor Lafay. Los tres lo se entendieron y hubo un cierto momento de confusión que aprovecharon para irse en solitario hacia adelante los hermanos Adam y Simon Yates, del Emirates y el Jayco, respectivamente.





Y allá que se fueron, camino de la meta en Bilbao, los dos hermanos, rivales de equipo, aliados en esta aventura, protagonizando una de esas historias increíbles que a veces nos regala el ciclismo, igual que la literatura. ¿Qué posibilidades había de que dos hermanos formaran la escapada decisiva de la carrera? Ahí estaban. Antes de ellos, sólo había ocurrido dos veces en la historia del Tour que el primer y el segundo puesto lo firmaran dos hermanos: Andy y Frank Schleck, por un lado, y Henri y Francis Pélisier. Venció Adam Yates, compañero de Pogacar, quien entró en meta celebrando esa victoria que permite a Yates ser el primer líder de un Tour que cuenta ya con unas diferencias en la general impropias de la primera etapa. En el grupo de Pogacar entraron Pinot (muy motivado en su último Tour), Lafay, Woods, Hindley, Jansen, Landa,  Van Aert (para quien trabajó infructuosamente el Jumbo en la parte final de la etapa), Gaudu, Carlos Rodríguez (el mejor del Ineos, ojo) y Wilco Kelderman. A partir de ahí, los ciclistas llegaron como en las clásicas, en grupos reducidos y a mucha distancia. Por ejemlo, Meintjes, Bardet, Bernal, Alaphilippe, Martin y Pidcock se dejaron 33 segundos con Yates y 21 con el grupo de Pogacar. Daniel Felipe Martinez perdió más de tres minutos. 



Cuando terminó la ceremonia de podio, los aficionados que seguimos esta fiesta grande del ciclismo en meta volvíamos hacia el centro de Bilbao como quien vuelve de una larga e intensa noche de fiesta. Se respiraba ya cierta resaca de algo grande en la ciudad. Alrededor, gente cambiando con la sonrisa puesta en la cara, como moldeando ya recuerdos imborrables de aquel día de 2023, ¿te acuerdas?, en el que tuvimos la inmensa suerte de ver la gran salida del Tour en Bilbao. Mañana será el turno de Vitoria en la salida y de Donosti, ahí estaremos, en la llegada. Dispuestos a asistir a nuevos relatos de esta bendita historia interminable que es el ciclismo, el más literario y bello de los deportes. 

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