Van der Poel se exhibe en un Mundial épico




Mathieu Van der Poel acaba de ganar el Mundial más épico, emocionante y lleno de alternativas en muchos años. El ciclista neerlandés ha vencido en solitario en Glasgow tras una carrera portentosa en la que hemos perdido la cuenta de los ataques  de los favoritos y en la que las últimas tres horas han sido de una enorme tensión e intensidad. Van der Poel, que añade a su larga lista de exhibiciones este soberbio recital en el Mundial, lanzó su ataque decisivo a 22 kilómetros de la meta y nada lo detuvo, ni siquiera una fea caída en una curva a 16 kilómetros del final. Ni se inmutó, se volvió a subir encima de la bicicleta y rápidamente amplió la distancia sobre Tadej Pogacar, Wout Van Aert y Mads Pedersen, el terceto de lujo que marchaba en su persecución. 





Países Bajos llevaba 38 años sin llevarse el maillot arcoíris en la prueba en ruta masculina, lo que le da si cabe aún más valor al deslumbrante triunfo de Van der Poel, que entró en meta ensangrentado en el codo derecho, con el maillot rasgado y dolorido por la caída, pero radiante por su arrolladora victoria, que este año ha ganado también la Milán-San Remo y la París-Roubaix. Dos monumentos y el Mundial. Casi nada. Entró en meta llevándose las manos a la cabeza, como sin creerse del todo lo que acaba de conseguir. Qué inmenso ciclista, qué corredorazo. Por detrás, Van Aert, sí y enemigo íntimo desde juveniles, descolgó a sus dos compañeros de grupo perseguidor para llevarse la plata, mientras que Pogacar le ganó por la mínima a Pedersen el sprint por el bronce para componer un podio de ensueño.


El circuito de este Mundial de Glasgow ha sido muy criticado, especialmente por algunos ciclistas, pero nos ha terminado regalando un Mundial inolvidable. A 133 kilómetros del final, en la primera vuelta al circuito, atacó Julian Alaphilippe y tras él se fue Soren Kragh Andersen. Fue el primero de un sinfín de demarrajes. Luego saltó Skjelmose junto a Rota y a Halland Johannessen.  Bélgica, que se sabía favorita y el equipo más fuerte, se puso  a tirar del grupo. Para entonces marchaban en cabeza  los componentes de la fuga inicial del día: el británico Doull, el australiano Dinham, el colombiano Tejada, el estadounidense Vermaerke, el austríaco Gamper, el irlandés Townsend, el neozelandés Christensen, el letón Neilands y el checo Kelemen


En la segunda vuelta al circuito, un acelerón de Alberto Bettiol, otros de los nombres del día, secundado por Mads Pedersen provocó un corte en el grupo principal que dejó por delante a la mayoría de los favoritos. Ambas selecciones, Italia y Dinamarca,  han corrido muy valientes, aunque las dos se han quedado sin medalla. Fue en la siguiente vuelta al circuito la selección danesa la que provocó el látigo y causó un importante corte. Entonces sufrió un pinchazo Christophe Laporte, al que intentó ayudar sin éxito Alaphilippe. El Mundial de los dos jefes de filas de Francia había terminado y quedaban más de 100 kilómetros para el final. También se quedaron cortados entonces Jasper Philipsen y Kasper Asgreen. 





Lo que llegó entonces fue la mayor y más explosiva y espectacular sucesión de ataques que recuerdo en un Mundial y, en general, en una carrera profesional de ciclismo. Aquí va la película nada exhaustividad de este festival: a 97 kilómetros de meta atacó Remco Evenepoel. A 90, Van der Poel, precisamente cuando se había quedado Evenepoel, al que le costó, pero se reintegró en el grupo principal. A 86 kilómetros de meta atacó Pogacar. A 74, Pedersen, incombustible. A 73, Van der Poel. Tras él se fueron Van Aert, Pedersen, Pogacar, Bettiol y Dinham. Cazaron a Vermaerke, el último superviviente de la fuga inicial. Casi todas las selecciones importantes tenían representación en ese corte y parecía que podían irse hacia adelante, pero la falta de entendimiento entre los siete y el trabajo de Cosnefroy para Madouas en el grupo perseguidor echaron abajo ese corte. A 70 kilómetros del final los cazaron e inmediatamente después saltó de nuevo Pedersen.

 

No se detuvo el ritmo de ataques. No paró la fiesta. A 62 kilómetros del final volvió a atacar Pogacar, justo después  Evenepoel con Pedersen a rueda. A 60 kilómetros quien saltó fue Van Aert. A 58, Evenepoel. A 55 kilómetros de meta lo intentó Bettiol, que se fue en solitario y defendió con todas sus fuerzas su apuesta por intentar sorprender a los grandes favoritos.  Una aparatosa caída en una curva de Narváez, que estaba haciendo un Mundial portentoso, provocó un corte en el grupo de los favoritos que dejó a Benoot, Van Aert, Pogacar, Van der Poel y Pedersen en persecución. Se descolgó pronto Benoot. Powless, Schmid y Skujins intentaron sin éxito llegar a su altura.


La suerte estaba echada. Tras más de dos horas de ataques y contraataques constantes, el maillot arcoíris era cosa de cinco ciclistas: Bettiol, que seguía en cabeza en solitario,  más los cuatro fantásticos que marchaban en su persecución. A 22 kilómetros del final Van der Poel se fue solo justo cuando estaban alcanzando ya a Bettiol y, pese al susto en la caída, el neeelandés arrasó y ya nadie fue capaz de darle caza hasta la meta, donde Van Aert le felicitó nada más terminar la carrera con la medalla de plata. El mejor español en meta ha sido Alex Aranburu, decimonoveno. Iván García Cortina terminó en el puesto 30. Sólo 51 corredores han concluido la carrera. 


El inconmensurable espectáculo vivido hoy, ya digo, de los más impresionantes en la historia reciente de los Mundiales, deja en una anécdota lo ocurrido en la parte inicial de la carrera. En vez de reconocer que estamos un poco trastornados, los locos del ciclismo que vemos íntegra la prueba en ruta del Mundial solemos decir que es porque nunca se sabe cuándo puede ocurrir algo. Dentro de todo eso que puede ocurrir, con lo que no contábamos era con que la carrera se viera interrumpida durante más de una hora por unas protestas. Es lo que ha sucedido hoy. Faltaban 191 kilómetros para la meta cuando la dirección de carrera interrumpió la marcha de los fugados que marchaban en cabeza. Los manifestantes se pegaron al asfalto con algún tipo de sustancia. El incidente, por cierto, dio pie a un tuit muy ingenioso de The Inner Ring que dijo que esperaba que al menos usaran Soudal o Mapei, dos marcas muy ligadas al patrocinio en el ciclismo que producen pegamento. El parón nos ofreció imágenes inusuales como un selfie de Alaphilippe con un invitado que pasaba por ahí mientras estaban parados o charlas distendidas entre los corredores, en las que se veía a Pogacar tan dicharachero y extrovertido como siempre. Una hora después, se reanudó la marcha y enseguida empezó la fiesta, que Van der Poel no olvidará fácilmente, igual que todos los aficionados al ciclismo que hemos disfrutado de este Mundial. 

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