Hecatombe en la Itzulia



Hasta hoy, las tres primeras etapas de la Vuelta al País Vasco habían sido accidentadas, con varias caídas, pero lo de la jornada de hoy ha adquirido otra dimensión. La prueba encaraba los kilómetros finales y decisivos de la cuarta etapa, con un atractivo perfil, con el pelotón enfilado en persecución de un grupo de seis fugados (Burgaudeau, López,  Meintjes, Retegi, Thompson y Vacek) cuando en una curva a falta de 35 kilómetros para la meta se produjo una caída espeluznante. De las más feas que recordamos en muchos años. 

Las imágenes que ofrecía la televisión eran dantescas. Ciclistas que apenas se movían, ambulancias saturadas de tantos corredores a los que tenían que atender, caos y caras de preocupación en el grupo. El horror. Entre otros, se fueron al suelo Primoz Roglic (segunda caída en dos días seguidos), Jonas Vingegaard (que fue evacuado en ambulancia), Remco Evenepoel y Jay Vine.  La etapa se tuvo que neutralizar porque faltaban ambulancias dada la cantidad y la seriedad de las caídas. El jurado técnico decidió que la etapa se decidiera entre los corredores que marchaban fugados, mientras que el pelotón recorrió de forma neutralizada los kilómetros finales hasta la meta. 

Todo quedó entonces en un segundo plano. Lo importante de verdad era y es seguir las actualizaciones de los equipos sobre el estado de salud de los ciclistas. El Visma contó que Vingegaard había llegado consciente al hospital. Falta por saber las consecuencias. A Roglic se le vio razonablemente bien, aunque dolorido por la acumulación de caídas. También el UAE dio señales tranquilizadoras sobre el estado de salud de Vine, que llegó consciente al hospital. En fin. Un horror. Un triste recordatorio de que la salud de los ciclistas es lo primero y de que ellos se la juegan cada vez que salen a rodar. Ha sido un día muy triste para el ciclismo. 

La etapa la ha ganado Louis Meintjes en solitario

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