La casualidad ha querido que hoy, día en el que Julian Alaphilippe se ha exhibido en el Giro de Italia, se haya estrenado también el primer tráiler de la segunda temporada del documental sobre el Tour de Francia producido por Netflix, en el que aparece el ciclista francés. “¿Cuánto cobras?”, le preguntan a Julian Alaphilippe en una escena de ese tráiler. “Demasiado según Patrick”, responde con ironía, en alusión a las declaraciones de Patrick Lefevere, jefe de su equipo, que se quejó públicamente del rendimiento del doble campeón del mundo, teniendo en cuenta su sueldo. Ese impresentable señalamiento público del patrón de su equipo es uno de los muchos contratiempos que Alaphilippe ha sufrido últimamente, quizá el que más le ha dolido. Y lo cierto es que es un corredor portentoso, uno de esos ciclistas únicos que cualquier carrera quiere tener en liza y cualquier aficionado al ciclismo admira, un corredor que engrandece este deporte cada vez que se cuelga un dorsal.
Desde que se convirtió en ciclista profesional en 2013, D’Artagnan ha logrado al menos una victoria cada año. Más de una década sumando al menos un triunfo temporada tras temporada. Como si eso fuera sencilll. Y, entre esos triunfos, dos mundiales en ruta, seis etapas en el Tour de Francia y una en la Vuelta a España, una Milan-San Remo, tres Flecha Valona, una Strade Bianche, un Campeonato de Europa en ruta y una Clásica de San Sebastián. Ahora Alaphilippe entra en el grupo de ganadores de etapa en las tres grandes vueltas del calendario.
Reconozco que hay pocos ciclistas a los que admiré mas que Alaphilippe. Si te gusta el ciclismo no puede no gustarte el ciclista francés. Siempre valiente y al ataque, osado, atrevido. Un corredor de una enorme clase, un ciclista que siempre aporta, siempre mejora las carreras en las que participa, siempre lo prueba. Es un corredor excepcional que hoy ha sumado a lo grande la victoria número 42 de su carrera. Tiene un palmarés enorme, sí, pero tiene algo mucho más importante e intangible, un carisma extraordinario. Alaphilippe es uno de los mejores y más talentosos ciclistas de la historia reciente. Cualquier aficionado al ciclista se alegra de su imperial triunfo de hoy.
Ha sido un recital majestuoso. Faltaban más de 125 kilómetros para la meta cuando el corredor francés lanzó su primer ataque. El recorrido de esta duodécima etapa, repleta de cotas, era propicio para Alaphilippe y el corredor del Soudal-Quick Step tenía claro que era su día. Fue a por ello. Con todo. Y ejecutó su plan a la perfección. Tras él se fue Mirco Maestri, que venía de una fuga anterior con Simon Clarke y Michael Hepburn. Hoy Maestri, del Polti Kometa, equipo con presencia constante en las fugas, ha sido el gran aliado de Alaphilippe en su aventura. Ambos colaboraron a la perfección hasta que a falta de 11,5 kilómetros para el final Loulou aceleró y se lanzó en solitario hacia la victoria.
Pero eso fue unas cuantas horas después. Cuando lanzó su primer ataque, tras Alaphilippe y Maestri saltaron más de cuarenta corredores. Fueron en su persecución Jhonatan Narváez, Quinten Hermans, Ewen Costiou, Christian Scaroni, Simone Velasco, Rubén Fernández, Benjamin Thomas, Michael Valgreen, Lilian Calmejane, Dion Allan Smith, Juanpe López, Pelayo Sánchez, Kevin Vermaerke, Luka Mezgec, Edoardo Affini y Matteo Trentin, en un primer grupo, y Filippo Ganna, Tobias Bayer, Alessandro Verre, Aurélien Paret Peintre, Mikkel Honoré, Laurence Pithie, Cyril Barthe, Nairo Quintana, Jan Hirt, Mauri Vanevenant, Gijs Leemreize, Davide Piganzoli, Attila Valter, Alexander Kamp, Rui Filipe Oliveira, Domenico Pozzovivo, Manuele Tarozzi y Jasha Sütterlin, en otro segundo grupo. Luego se juntaron.
El mejor clasificado en la general era Jan Hirt. El Bahrein de Antonio Tiberi se puso a tirar del pelotón, en lo que puede ser una muestra de ambición y también, claro, una alianza con el UAE de Tadej Pogacar, todopoderoso líder del Giro. Sea por lo que sea, fue admirable la actitud del Bahrein, que a 18 kilómetros del final incluso llegó a cortar fugazmente el pelotón. Siempre es bienvenida la ambición y la actitud.
En cuanto a la lucha por la etapa, Alaphilippe y Maestri se entendieron muy bien en cabeza. Quedaron en persecución del dúo Narváez, Hermans, Scaroni, Thomas, Valgren, Smith, Clarke, Leemreize y Trentin.
En una de las cotas finales, a algo más de diez kilómetros del final, se fue solo el solitario Alaphilippe, lanzado a por la victoria. En esa misma cota, Narváez y Hermans se distanciaron del resto de perseguidores. Apretaron hasta el final, pero no fueron capaces de dar caza a Alaphilippe, que hoy tenía claro que era su día. Un día para cerrar bocas y para reinvindicarse, como si hiciera falta. Chapeau.
Mañana, jornada llana propicia para el sprint.
Hoy también ha empezado la Vuelta a Burgos femenina. La primera etapa se la ha llevado de Lotta Henttala (Team Education).
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