Narváez gana a Pogacar en un colosal estreno del Giro

 

En las grandes vueltas es un clásico identificar al mejor clasificado de una fuga y señalarlo como líder virtual cuando la escapada logra una distancia suficiente respecto al pelotón. Es virtual, claro, porque se cuenta con que el pelotón podrá echar abajo la fuga, pero si la etapa terminara justo en ese momento, ese ciclista sería, en efecto, el líder. Bien, pues Tadej Pogacar es el líder virtual, tácito, de este Giro de Italia antes incluso de tomar la salida. Es el gran patrón de la carrera, el hombre a seguir. Se espera de él que ataque en cada puerto, que gana cada etapa, que arrase. Hacía mucho tiempo que no era tan sideral el favoritismo único de un ciclista en una carrera de tres semanas. Está él y luego, en otra dimensión, todos los demás. 


La presencia de Pogacar y su superioridad condicionarán las lecturas y los análisis de las tres semanas de carrera que se avecinan. Es normal. Todo orbita en torno al esloveno. Es natural. No puede ser de otra forma. Por eso, cada decisión de su equipo, cada gesto de Pogacar, cada mínimo detalle, será analizado por lupa. Habrá quien desee que Pogacar avasalle en cada ocasión que se le presente y quien lo tema. Y habrá, incluso, quien lo desee y lo tema a la vez. La belleza del ciclismo es que nada está escrito, por más que lo parezca, por más que haya un favoritismo absoluto e incuestionable de un corredor. Y si en alguna carrera puede haber sorpresas ésa es el Giro. Dicho esto, lo que no se puede considerar como sorprendente es que Pogacar no lo gane todo desde el primer día. Hasta él es humano. Y los otros ciclistas también corren. 


Pogacar es el patrón de la carrera, nadie lo discute, y eso supone una presión añadida para su equipo. Por eso, el UAE tiró del pelotón para mantener controlada la primera fuga de este Giro, formada por Barré, Calmejane, Debeaumarché, Fiorelli, Ghebreigzbhier y Pietrobon. A 63 kilómetros de dehesa se quedó solo en cabeza Ghebreigzbhier, que se marchó hacia adelante para pasar primero por la cima de Superga y ponerse líder provisional en la clasificación de la montaña. Tras la subida le dio caza Calmejane. Faltaba por subirse la Maddalena, que coronó en cabeza el francés, líder de la montaña, él sí, al final de la etapa. 


Todo el mundo esperaba un ataque de Pogacar en la Maddalena, de segunda categoría, cinco kilómetros de ascensión. El exigente ritmo que marcó el UAE también hacía pensar que el esloveno lo probaría. Pogacar se quedó solo con Majka como compañero. El trabajo del UAE descolgó, entre otros, Thymen Arensman y Romain Bardet. El ataque de Pogacar no llegó y se impuso cierta anarquía en el grupo principal, como de cierto desconcierto, como si en mitad de una función teatral los actores vieran en directo que nadie seguía el guión previsto y tocaba improvisar. 


A 15 kilómetros del final hubo un festival de ataques y saltaron Conci, Schachmann y Honoré. Tras ellos se fueron Caruso, De Marchi, Covili, Pelizzari y Baudin. Poco después, los perseguidores cazaron a Calmejane. Conci se fue en solitario a poco de empezar a subir San Vito, un muro muy duro que se coronaba a tres kilómetros de meta. En esa subida sí aceleró Pogacar. Ahí estaba el ansiado ataque. El muro era muy exigente, aunque breve, una subida  de poco más de un kilómetro y medio. No fue ese ataque portentoso e imposible de seguir al que nos tiene acostumbrados el esloveno. 




Se pegaron a la rueda del patrón de la carrera Jonathan Narváez y Julian Alaphilippe. Los tres enlazaron con el grupo delantero. Narváez resistió los ataques de Pogacar, que lanzó embestidas sucesivas pero no se pudo ir del ciclista ecuatoriano, deslumbrante. En el descenso llegó a su altura Schachmann. La victoria de etapa sería cosa de tres. Los tres muy rápidos. Se terminó imponiendo Narváez, que se convierte así en el segundo ciclista ecuatoriano en vestir la maglia rosa del líder del Giro después de Richard Carapaz. Ha sido una victoria de esas que se recuerdan toda la vida en la primera etapa más bella que se recuerda en muchos años en el Giro




En lo que respecta a la lucha por la general, Pogacar ha sacado tiempo a todos sus rivales, a los candidatos a ganar. Bardet ha sido el más damnificado al dejarse 54 segundos. Mañana la etapa concluirá en el Santuario de Oropa, con 11,8 kilómetros de subida al 6,2% y rampas de hasta el 13%. Será una nueva ocasión de ver a los favoritos. Es decir, de ver a Pogacar y a todos los demás. 

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