Van der Poel iguala a Pogacar con ocho monumentos



Mathieu Van der Poel acaba de lograr su tercera victoria consecutiva en la París-Roubaix, lo que le permite igualar a Tadej Pogacar con ocho monumentos en su palmarés. Al ganar tres años seguidos en el Infierno del Norte, el ciclista neerlandés ha igualado también el hito histórico que hasta ahora sólo habían logrado Octave Lapize (en 1909, 1910 y 1911) y Francesco Moser (en 1978, 1979 y 1980). El mejor clasicómano del mundo ha entrado en el legendario velódromo de Roubaix con tiempo de sobra para saborear el momento de gloria, mientras que el mejor ciclista del mundo entró en segunda posición, un resultado más que notable en su primera participación en la carrera. 

“No me sorprende, pero sigue sin ser normal”, ha dicho Van der Poel en meta cuando le han preguntado por el excepcional rendimiento de Pogacar en su primera París-Roubaix. No es usual ver a un ganador del Tour de Francia en el tercer monumento del año, menos aún que rinda a ese nivel. Pero Pogacar es mucho Pogacar y eso engrandece aún más la formidable victoria de Van der Poel. El momento clave del día llegó a 38 kilómetros de meta. Para entonces, ya marchaban solos en cabeza los dos astros. Pogacar cometió un error al tomar una curva y se fue al suelo. En ese curva embarrada se quedaron sus opciones de victoria.  

Ha sido una París-Roubaix trepidante que ha sabido controlar muy bien el equipo Alpecin-Deceuninck. La fuga inicial de la que para muchos, entre los que me incluyo, es la mejor clásica del mundo, la formaron Kim Heiduk (Ineos), Oier Lazkano (Red Bull-Bora), Markus Hoelgaaard (Uno-X), Jonas Rutsch (Intermarché Wanty), Max Walker (EF), Jasper De Buyst (Lotto), Rory Townsend (Q36.5) y Abram Stockman (Unibet Tietema Rockets). 

A más de 100 kilómetros de meta Pogacar lanzó sus primeros ataques. Eran disparos de fogueo, quedaba la artillería potente para más adelante, pero ya dejaba claras sus intenciones. Por si había alguna duda, sí, Pogacar venía a ganar y corría al ataque desde lejos. A 88 kilómetros del final se formó un quinteto de cabeza, con Mathieu Van der Poel y Jasper Philipsen (Alpecin-Deceuninck), Mads Pedersen (Lidl-Trek), Tadej Pogacar (UAE) y Stefan Bisseger (Decathlon-Ag2r). Un pinchazo dejó sin opciones a Pedersen. 

A falta de 71 kilómetros para el final lanzó un demoledor ataque Pogacar, siempre ofensivo, y se fue tras él Van der Poel. Al poco llegó a su altura Philipsen. Pogacar se encontraba ante el más difícil todavía: dos contra uno. A 46 kilómetros de meta, en el tramo de Mons-en-Pévèle, atacó Van der Poel y respondió Pogacar. Se quedaron los dos solos en cabeza, tras demostrar Philipsen debilidad, lo que dejaba a Van der Poel sin su coequipier y a los dos mejores de la carrera en la lucha por el adoquín gigante que distó no ir, con cierta ironía, al vencedor de la París-Roubaix. 

A 38 kilómetros del final llegó el error de Pogacar el la curva, lo que obligó al esloveno a quedar en persecución de Van der Poel. Lo dio todo el campeón del mundo, pero veo ciclista neerlandés aumentó la distancia más y más. A 21 kilómetros del final, cuando la renta del neerlandés era ya superior a los 40 segundos, Pogacar tuvo que cambiar de bici. A 15 quien sufrió un percance técnico fue Van der Poel, pero para entonces la carrera estaba sentenciada. 

El tercero perseguidor, formado por Wout Van Aert (Visma-Lease a Bike), Mads Pedersen (Lidl-Trek) y Florian Vermeersch (UAE), recortó distancias con un extenuado Pogacar, pero el esloveno logró mantener la segunda posición. No es la posición que hubiera querido el esloveno, por supuesto, porque a él sólo le vale la victoria siempre, pero puede estar más que satisfecho con ese puesto en el podio en su primera participación en el Infierno del Norte. Pedersen le ganó a Van Aert el sprint por la tercera plaza del podio, en el último momento de gran intensidad de la París-Roubaix, la más dura, exigente, incierta y apasionante clásica del calendario. 

Comentarios