Los mejores del año (I): Primoz Roglic

Cuando el coronavirus nos robó nuestra vida de antes y, con ella, las carreras ciclistas, muchos nos refugiamos en los recuerdos ciclistas de tiempos pasados. Es un poco lo que hacemos también en invierno, cuando termina la temporada, y nos debatimos entre recordar lo vivido los últimos meses y mirar hacia el próximo año, con los fichajes y las noticias que van surgiendo. Así que hoy empezamos una sección del blog a medio camino entre la actualidad y los recuerdos ciclistas, a los que también volveremos de cuando en cuando. Cada martes y cada jueves, de aquí a final de año, recordaremos la temporada de los grandes protagonistas de la temporada. El orden elegido no significa nada en concreto, pero el primer artículo no podría ser otro, ya que Primoz Roglic ha sido el gran protagonista del año, el mejor ciclista de la temporada. Vamos allá. 


El ciclistas esloveno comenzaba la temporada como vigente campeón de la Vuelta y con un gran objetivo en mente: ganar el Tour. A su servicio contaba con un Jumbo-Visma muy potente, con aspiraciones reales de plantar cara al todopoderoso Ineos de Egan Bernal, Geraint Thomas y Chris Froome, quienes en teoría iban a ser los tres líderes del equipo británico en la ronda gala. 

En la primera parte de la temporada, la de antes del maldito virus, Roglic no sumó ninguna victoria, pero en cuanto regresó la competición demostró que tenía la puntería muy buen afinada. Se impuso en el Campeonato de Eslovenia de ruta, que fue precisamente una de las primeras pruebas profesionales que se disputaron tras el confinamiento. También terminó segundo en el nacional contrarreloj. Fue en el Tour de l'Ain, una de las primeras carreras en las que se enfrentó a los que serían sus grandes rivales en el Tour, donde Roglic lanzó su primer aviso. Ganó la general más dos etapas a sólo tres semanas del comienzo del Tour. 

El Dauphiné fue la última cita de los aspirantes a ganar la ronda gala. Roglic ganó allí una etapa y su equipo demostró un enorme poderío, aunque finalmente el ciclista esloveno se retiró cuando iba líder de la carrera, por unas molestias físicas. Eso generó dudas sobre su rendimiento en el Tour, dudas que despejó pronto en la Grande Boucle. Dominó la carrera a su antojo, donde su equipo marcó el ritmo que quiso. Hasta que llegó aquel histórico día de la contrarreloj con subida incluida a La Planche des Belles Filles, penúltima etapa de la carrera. Roglic llegaba con 57 segundos de ventaja sobre Pogacar y, en teoría, tenía todas las de ganar, pero su compatriota le dio la vuelta a la carrera y terminó arrebatándole el maillot amarillo. 

Entonces fue cuando llegó lo más admirable de la temporada de Roglic. Lejos de hundirse e ir a llorar las penas a su país, Roglic decidió resarcirse y buscar la revancha. Lo logró pronto, en aquella estrambótica Lieja-Bastoña-Lieja en la que Alaphilippe alzó los brazos creyéndose ganador, y lo terminó de certificar en la Vuelta, donde fue el amo y señor de la carrera, ante un enorme Richard Carapaz. Cuatro etapas, la clasificación por puntos y la general se llevó Roglic de la Vuelta, su segunda victoria consecutiva en la ronda española, un triunfo que habla bien de su madera de campeón, de su garra y de su capacidad de recomponerse del duro golpe del Tour. 

En 2021 volverá a buscar la revancha en el Tour, ante Pogacar, su compatriota y gran rival, el que logró ante él una de esas victorias históricas que se recordarán siempre, el protagonista del artículo del próximo jueves. 

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