Pogacar se exhibe en Flandes


Tadej Pogacar convierte en rutinario lo extraordinario. No es habitual que un ganador del Tour de Francia tutee a los grandes especialistas en las clásicas de primavera. A sus 24 años el ciclista esloveno tiene ya dos victorias en la ronda gala, pero además ha ganado ya tres de los cinco monumentos, tras sus dos triunfos en Il Lombardía en 2021 y 2022, la Lieja-Bastoña-Lieja que conquistó en 2021 y el Tour de Flandes que se acaba de llevar tras su enésima exhibición. 


La de hoy es la décima victoria de Pogacar en lo que va de año, es decir, en menos de dos meses de competición. Suma y sigue. No se agota su ambición, tampoco su insultante talento. Entró en meta haciendo gestos de incredulidad, de auténtico asombro, como si de verdad le pareciera inexplicable lo que acababa de conseguir, como si le sorprendiera realmente. Es como si fuera humano, como si le costara hacer lo que hace. Y lo es, claro. Y le cuesta. Pero a veces parece de otro planeta, un ciclista legendario en condiciones de convertirse en el mejor de todos los tiempos, con aires de caníbal del siglo XXI, sin techo conocido. 


Disfruta Pogacar con su trabajo. Es consciente de la trascendencia de las grandes carreras más allá del Tour y quiere dejar huella en todas ellas. Podría perfectamente centrar su preparación en el Tour, no asumir riesgos innecesarios acudiendo a carreras como De Ronde, el segundo monumento de la temporada, la cita con la épica y el ciclismo de antaño de cada primer domingo de abril, la prueba de los adoquines y las cotas. Pero él ha venido a jugar, a divertirse. Y eso es exactamente lo que hace cada vez que se cuelga un dorsal. 


Restaban 56 kilómetros para meta cuando Pogacar lanzó su primer ataque en el primer oso por el Oude Kwaremont, el viejo Kwaremont. El esloveno se fue en solitario, fortísimo, y en su persecución quedaron sus dos grandes rivales: Mathieu Van der Poel, Wout Van Aert (junto a su lugarteniente Christophe soporte), además de Tom Pidcock. Por delante marchaban los supervivientes de la escapada, formada por  Colombo, De Buyst, Houle, Merlier, Reinders, Rutsch, Van Keirsbulck, Asgreen, Cosnefroy, Jorgenson, Küng, Narváez, Pedersen, Powless, Trentin, Van Hooydonck, Vermeersch y Wright. 


Afrontó en cabeza el Paterberg Pogacar, aunque no lograba abrir mucho hueco dadá la colaboración entre sus rivales por detrás. A 48 kilómetros del final saltó a por él Laporte y Pogacar decidió entonces que tocaba levantar el pie. Tras la neutralización volvió la fiesta con la subida al Koppenberg, donde se quedaron solos  los tres, Pogacar, Van der Poel y Van Aert. Los tres grandes favoritos mano a mano. Fiesta grande en Flandes En el Kruisberg Van der Poel atacó y sólo respondió Pogacar. Van Aert se descolgó entonces y eñ Jumbo-Visma mandó a Van Hooydonck, que venía del grupo delantero, pero ya tarde, a 20 kilómetros de meta. 


Quedaba el paso final por el Oude Kwaremont y Pogacar repitió la jugada. Lanzó un ataque descomunal con el que soltó a Van der Poel y que le permitió rebasar a Pedersen, entonces ya el único superviviente de la fuga. Y hasta ahí llegó la carrera. En el Paterberg mantuvo su ventaja Pogacar y el esloveno llegó a meta en solitario para ganar una de las más impresionantes ediciones del Tour de Flandes en los últimos años. Van der Poel se tuvo que conformar con la segunda plaza mientras que Pedersen le arrebató a Van der Poel la tercera posición del podio. 


Antes de la exhibición de Pogacar, otra más, la carrera estuvo marcada por varias caídas, en especial por una provocada por Maciejuk (Bahrain), que fue descalificado por ello. Entre otros, tuvieron que abandonar muy pronto la carrera Wellens, Lazkano, Sagan y Benoot. 


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Al loro con el autocorrector!