Para sorpresa de nadie, Tadej Pogacar ha ganador hoy el décimo monumento de su palmarés. El ciclista esloveno ha conquistado su quinto Il Lombardía consecutivo, que se suman a sus dos Tour de Flandes y a sus tres Lieja-Bastoña-Lieja. El mejor ciclista del mundo, el caníbal del siglo XXI, no deja espacio alguno para las sorpresas. Nadie dudaba que hoy era mucho más que favorito y, en efecto, ha ganado con insultante facilidad, de nuevo, en solitario, otra vez aventajando en cerca de dos minutos a Remco Evenepoel (Soudal-Quick Step).
La arrolladora victoria de hoy de Pogacar es la vigésima de esta temporada, tras ganar el UAE Tour más dos etapas, la Strade Bianche, el Tour de Flandes, la Lieja-Bastoña-Lieja, el Dauphiné más tres etapas, el Tour de Francia más cuatro etapas, el Mundial en ruta, el Europeo en ruta y los Tres Valles Varesinos. Pogacar ha declarado en meta que ésta ha sido su mejor temporada hasta la fecha, lo cual es mucho teniendo en cuenta que la anterior ya fuera descomunal. Este año ha logrado un récord más al convertirse en el primer ciclista de la historia que sube al podio de los cinco monumentos una misma temporada.
¿Y ahora qué? Lógicamente, ahora toca celebrar su quinto triunfo consecutivo en Il Lombardía, que supone la guinda perfecta a una temporada de ensueño, y luego descansar un poco, pero conociendo al esloveno, no tardará en pensar en sus nuevos objetivos. Porque Pogacar, que gana por costumbre, necesita nuevos retos. Parece que lleva toda la vida corriendo y ganando, pero sólo tiene 27 años y, en condiciones normales, le puede quedar aún muchos años a un gran nivel.
Tras una temporada descomunal, en la que ganó el Giro de Italia y el Tour de Francia, más el Mundial y casi todo lo que se puso en su camino, este año también ha sido inconmensurable. Casi sólo se le resisten la Milán-San Remo, en la que fue tercero, y la París-Roubaix, en la que debutó este año y terminó segundo. En ambos casos, la victoria fue para Mathieu Van der Poel. Intentar ganar esos dos monumentos, los únicos que le quedan en su palmarés; igualar a Merckx, Hinault, Anquetil e Indurain con cinco generales en el Tour y, quizá, ganar la Vuelta a España, la única grande que no ha vencido todavía, parecen ya de los pocos retos que le faltan al ciclista esloveno. Por supuesto, también intentará mantener el maillot arcoíris de campeón del mundo, esta vez, en Montreal y con un circuito muy parecido al GP de Montreal, donde ya sabe lo que es ganar y este año le decidió regalar la victoria a su compañero Brandon McNulty.
Las arrolladoras y previsibles victorias de Pogacar llevan a no pocas personas a afirmar que el esloveno hace aburridas las carreras, dada su gran superioridad. Otros prefieren quedarse con la sensación única de estar asistiendo a algo histórico, de poder ver en acción al que lleva camino de ser el mejor ciclista de todos los tiempos. Posiblemente, las dos afirmaciones son compatibles. Claro que la intriga desaparece por completo cuando Pogacar está en carrera. Pero también es emocionante ver sus exhibiciones y pensar que dentro de muchos años contaremos a las generaciones futuras lo inmensamente afortunados que fuimos de verlo correr, igual que hoy nos lo cuentan con fascinación quienes vieron en acción a Merckx. En todo caso, desde luego, qué culpa tiene Pogacar si es tan bueno, tan insultantemente superior. No hay mejor muestra de respeto hacia sus rivales que dar el máximo e ir a por todas. Él lleva ya mucho tiempo corriendo para la historia.
La película de la carrera se cuenta rápido. Primero se formó una escapada numerosa y de bastante nivel con Mattia Bais (Polti VisitMalta), Peio Bilbao (Bahrein) Walter Calzoni (Q36.5), Filippo Ganna (Ineos), Lucas Hamilton (Ineos), Bjorn Koerdt (Picnic-PostNL), Michael Matthews (Jayco-AlUla), Quinn Simmons (Lidl-Trek) y Louis Vervaeke (Soudal-Quick Step). Después se marchó en solitario Simmons, que abrió hueco y llegó con más de dos minutos de ventaja a la ascensión al duro Passo di Ganda.
Cuando se acercaba aquella subida,la la más dura de la carrera, el UAE desapareció de la cabeza del pelotón y se puso al frente el Soudal-Quick Step de Remco Evenepoel, aunque fue un instante fugaz antes de que los hombres de Pogacar volvieran a marcar en ritmo al frente del gran grupo. Fue la última misión de Rafal Majka, excelente gregario, antes de colgar la bicicleta. Tras el trabajo del polaco, fue Jay Vine quien tomó el relevo y puso otro ritmo más. Hizo una selección impresionante y sólo Evenepoel, Michael Storer (Tudor) y Paul Seixas (Decathlon-Ag2r) resistieron junto a Vine, Del Toro y Pogacar. Es decir, seis ciclistas quedaban en el grupo y, de ellos, tres eran del UAE. El esloveno aceleró a 37 kilómetros de meta y se fue en solitario hacia adelante con la facilidad habitual. Alcanzó a Simmons, lo superó y voló hasta una nueva victoria
Hoy Evenepoel, una vez más segundo, como en el Mundial y en el Europeo, entró en meta celebrando su plaza y no lamentándola. Por muy ambicioso que sea, y sin duda lo es, el ciclista belga sabe perfectamente que la segunda posición es lo máximo a lo que puede aspirar ante el intocable Pogacar. Storer ha concluido tercero y ha logrado un muy meritorio podio. Por su parte, Seixas, la jovencísima sensación del ciclismo francés, ha terminado hoy séptimo, un final más que digno para una muy buena temporada que ha disparado las expectativas sobre lo que podrá lograr en el futuro. Quién sabe. Tal vez el siguiente amo y señor del ciclismo mundial es francés.
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