Gabriel García Márquez y el ciclismo

El mundo de la literatura llora la muerte de Gabriel García Márquez, un autor irrepetible, un genio admirado en todo el mundo que nos deja grandes joyas literarias que hacen que en realidad él no haya muerto, pues sólo mueren los olvidados y su legado en forma de grandes obras maestras como Cien años de soledad o Crónica de una muerte anunciada le mantendrá presente en nuestras vidas para siempre. Gracias a las redes sociales, he sabido que el Nobel de literatura escribió para el El Espectador la biografía en 14 capítulos del ciclista colombiano Ramón Hoyos Vallejo. Es una joya al alcance de cualquiera a través de la web de este medio.
 
Aquí dejó el enlace a las catorce partes de esta biografía. La primera versa sobre los primeros años de su vida y su primer contacto con la bicicleta. Narra García Márquez con su exquisito estilo las impresiones que le causó el ciclista colombiano y le presta su privilegiada pluma para narrar su vida. En la segunda parte habla sobre sus primeras carreras y sus primeros triunfos. Todos los primeros capítulos incluyen una narración en primera persona y después notas del redactor. García Márquez explica en este apartado que el ciclista, al enterarse de que su entrevistador había escrito un libro, le pregunta que cómo hizo para aprender la ortografía. "Esto no se aprende nunca, mis errores los corrige el linotipista", le responde modesto García Márquez.
 
El tercer capítulo, muy interesante, relata los trabajos del ciclista antes de dedicarse en exclusiva a la bicicleta. Fue aprendiz de carnicero y de albañil. El cuarto y el quinto capítulo narra sus carreras en las que, al comienzo, "trepó bien y bajó mal" y corría con zapatos de fútbol. Todo ello, faltando al trabajo. "Que me echen, si quieren", cuenta Hoyos que pensaba. "Los fanáticos de Hoyos se enloquecen cuando al campeón le corresponde trepar. Se da por cierto que es mejor trepando que bajando.  Al parecer es una idea sin fundamento. “Siempre he sido terriblemente nervioso para bajar”, dice Hoyos. Y señala el origen de este nerviosismo: nunca ha tenido accidentes trepando", cuenta García Márquez en las notas del redactor de la cuarta parte, donde también habla de la rivalidad en el "oscuro mundo de los ciclistas".
 
La biografía del ciclista no es un mero relato de su carrera profesional. García Márquez consigue mostrar al ser humano que hay detrás del ciclista. Al hombre que va consiguiendo triunfos en la Vuelta a Colombia y otras carreras, a quien se ve atrapado por la fama y perseguido por los fans en todas partes. El sexto capítulo habla sobre sus romances. "El campeón no quiere casarse", cuenta el autor. "Fue imposible obtener el nombre de ninguna de las mujeres que aparecen con él en los retratos. Hoyos se empeña en guardar la reserva, como lo hace sistemáticamente frente a todas las preguntas que pretendan penetrar la sólida corteza de su vida sentimental", escribe La séptima parte de la biografía narra su primera participación en la Vuelta a Colombia y su primera fotografía en la prensa. También habla se cómo animan al ciclista sus familiares y amigos, cómo rezan para que consiga la victoria. "No hay un santo determinado al cual rogar para que ganen los ciclistas. Cada uno se dirige al santo de su devoción. Y muchos van más allá. Muchos no expusieron y alumbraron a ningún santo, sino al retrato mismo de Ramón Hoyos: al lado de una imagen bendita, en los humildes hogares de Antioquia, se ha colgado una fotografía del triple campeón, recortada de los periódicos".
 
El capítulo octavo incluye un pasaje espléndido en el que el ciclista se fuga de un hospital en el que fue ingresado tras una caída para intentar reintegrarse a la carrera. "Me fugué. Era la última esperanza que me quedaba y no estaba dispuesto a desistir de mi propósito de seguir la carrera. Cuando llegué al parquecito, los otros participantes se disponían a arrancar. Yo los miré con envidia y pensé que al menor descuido de los dirigentes podría colarme en la competencia", cuenta. No fue posible, pues estaba descalificado.
 
Es muy jugosa esta parte de la biografía, ya que en ella narra García Márquez el origen del apelativo con el que se conoce a los escaladores colombianos: los escarabajos. Así lo explica el Nobel de literatura: "Mirón recuerda que, cuando subía al páramo, Ramón Hoyos tenía “una rara apariencia de animal”. El cronista no pudo precisar, en su precipitud, el nombre del animal. Pero decidió bautizarlo, por la manera de correr, encorvado sobre su bicicleta: “El Escarabajo”. En la actualidad, Ramón Hoyos es conocido en todos los círculos deportivos y en la prensa con el nombre que le puso Mirón aquel día: “El Escarabajo”. Pero, pensándolo con más calma, Mirón admite que se equivocó:—En realidad —dice— estaba pensando en el saltamontes".
 
En el capítulo noveno se narra la primera victoria de etapa del corredor y en el décimo se cuentan las experiencias de Hoyos en el ejército. Hay un pasaje bellísimo en el capítulo once, titulado La ovación en Antioquía,  en el que cuenta cómo se sentía arropado por la afición. "Yo sabía que los antioqueños quería ver un antioqueño en el primer puesto, y volaba hacia Medellín en medio de las formidables ovaciones que tronaban a todo lo largo de la carretera. Ahora no me explico cómo no sufrí un pinchazo y me rompí la cabeza contra una piedra. Corría sin pensar en otra cosa distinta del triunfo, embriagado por la probabilidad, cada vez más segura, de entrar en la punta a Medellín", explica.
 
El capítulo duodécimo incluye el duelo de Hoyos con  Efraín Forero y también "el revés de la fama"; cómo tras ganar su tercera Vuelta a Colombia vive un momento delicado con algunos aficionados al salir del velódromo donde concluyó la carrera.  "Piedras y palos me saludaron a la salida del velódromo. Yo sabía, mientras me abría paso a través de la multitud, que la camioneta no estaba lejos. Podía verla por encima de la muchedumbre vociferante que me golpeaba, mientras yo trataba de abrirme paso y de defenderme con la bicicleta". La parte decimotercera de la biografía se titula Secretos de la IV Vuelta y en ella sólo el comienzo invita a la lectura. "Corrí la IV Vuelta a Colombia en representación de las fuerzas armadas. Como he dicho, en el aeródromo de Medellín fui reclutado y luego enviado a Cúcuta, donde al principio se me hicieron perder todas las esperanzas de ver una bicicleta mientras permaneciera en el ejército". Impresionante.
 
Cierra la obra el capítulo 14, el último de una biografía que, como digo, está disponible a través de Internet en los enlaces que he compartido y que es una lectura deliciosa donde se une la alta literatura de quien fue también un espléndido periodista con el ciclismo. La conclusión es apabullante. La mente del corredor, el ser humano tras el deportista de élite. Lean:  "Es mucho lo que se habla de mis proyectos. Se dice que pienso casarme. Que pienso retirarme del ciclismo y un millar de cosas más. Pero sólo dos cosas son ciertas: no pienso casarme por ahora y deseo seguir corriendo. Creo que todavía puedo rendir varios años. Sólo que cuando pienso que tendré que participar en otra Vuelta a Colombia, me da una pereza terrible. Me alarma mi compromiso con el público. Con este público colombiano que cada día exige más y más, cuando ya uno sólo vive para darle a ese público todo lo que puede". Por textos como este, García Márquez no morirá jamás. Sus obras le sobrevivirán y nos sobrevivirán a todos.

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