Acabó el Giro de Italia y, como siempre cuando termina una gran vuelta que ha regalado emoción y espectáculo, nos cuesta hacernos a la idea. Por eso, una manera de mantener viva de alguna manera esa emoción es seguir escribiendo de la prueba, como si no hubiera terminado del todo, manteniéndola viva en el recuerdo. A la hora de hablar de los protagonistas de este Giro, sin duda, las primeras negritas deben ser las de Richard Carapaz. Sin duda, el más fuerte, el auténtico capo de la corsa rosa, aunque fue de tapado durante la mitad de la prueba. Su rendimiento en las cronos de la primera semana fue notable, pero no sobresaliente. Ganó una etapa y, poco a poco, demostró que era el líder real de su equipo, con más fuerza que Mikel Landa, quien no tuvo el menor problema en ponerse la servicio del ciclista ecuatoriano. El vasco concluyó cuarto en la carrera, a sólo ocho segundos del podio, y piensa ya en el Tour de Francia donde, en teoría, será también gregario de lujo, esta vez, para Nairo Quintana.
Protagonistas de este Giro han sido todos y cada uno de los corredores del Movistar. El conjunto telefónico ha ganado la carrera y también la clasificación por equipos, pero pocas veces ha dominado una prueba de tres semanas con semejante autoridad y con tal actitud ofensiva, incluso ya con la maglia rosa a cuestas. Especialmente enormes se han mostrado Andrey Amador, Héctor Carretero y Antonio Pedrero. Estos dos últimos se han destapado en la corsa rosa como los excelentes hombres de equipo que son. También José Joaquín Rojas ha hecho un Giro notable. Movistar ha demostrado hasta qué punto el ciclismo es un deporte de equipo.
Por supuesto, Vincenzo Nibali merece una mención especial. El italiano está lejos de su mejor versión, no es el corredor poderoso de hace unos años, pero sigue siendo igual de temible para sus rivales. Igual que ocurrió con Alberto Contador, que en la parte final de su carrera no mandaba como antes pero seguía asustando al resto de adversarios como siempre, por su valentía, por no dar nada por perdido, Nibali compensa con su actitud aguerrida ese estado de forma algo inferior al de sus mejores tiempos. Visto lo visto, hay Nibali para rato. Habrá, y hay, otros ciclistas más explosivos y fuertes que él, más en forma, pero ninguno más valiente.
Primoz Roglic, que parecía intocable en la primera semana, en la que ganó las dos cronos de la primera parte de la carrera, fue perdiendo fuerzas. De parecer el claro favorito a la victoria ha pasado a defender su presencia en el podio. En todo caso, el esloveno ha hecho una gran carrera. Quizá debe estudiar si le compensa llegar tan en forma a las grandes vueltas, porque el Giro se le ha hecho largo.
Dos nombres merecen no ser olvidados en este Giro: Giulio Ciccone y Pascal Ackermann. El primero se lleva un triunfo parcial y, sobre todo, y la general de la montaña. Ha vivido en fuga Ciccone, metiéndose casi en todas las escapadas con puertos puntuables. Su maglia azzurra es la menos discutida y la más arrolladora que se recuerda en muchos años. Ackermann se lleva la maglia ciclamino de líder de la regularidad, además de dos etapas.
También ha conseguido dos triunfos parciales en este Giro Pello Bilbao. El ciclista del Astana está completando la mejor temporada de su vida y sus dos etapas compensan en parte la mala suerte del líder de su equipo, Miguel Ángel López, a quien no ha acompañado la suerte en la carrera, y tampoco la fuerza exuberante en la montaña que suele exhibir Superman. Su compatriota Esteban Chaves, en cambio, recuperó sus mejores sensaciones ganando una etapa tras meterse en la escapada del día. Ojalá sea el principio del regreso del ciclista del Mitchelton-Scott, que puede aspirar a triunfos mayores.
Nans Peters, Dario Cataldo, Ilnur Zakarin, Cesare Benedetti, Caleb Ewan, Arnaud Démare, Fernando Gaviria y Fausto Masnada también ganaron una etapa en este Giro que renovó nuestro amor infinito por esta carrera, a pesar de que su primer tramo, con un exceso de etapas llanas, se hizo más largo de lo habitual.
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