Recuerdos ciclistas (XX): Cuando Indurain voló en el velódromo de Burdeos

Ya he contado en alguno de estos recuerdos ciclistas que es a mi hermano Jesús a quien le debo, entre otras muchas cosas, la afición por el ciclismo. Él era fanático de Indurain y fue de la mano de esa pasión como yo entré en este universo ciclista, del que ya nunca saldré. Mi hermano guardaba periódicos que narraban la hazaña de Indurain, y también ediciones antiguas de Ciclismo a Fondo con el gigante navarro en portada. De todos los objetos que tenía en su habitación el que más envidiaba era un réplica de Espada, la bicicleta con la que Indurain batió el récord de la hora en el velódromo de Burdeos en 1994. Esa réplica en miniatura la daba, si no recuerdo mal, Banesto, el banco que patrocinaba a la escuadra que hoy es Movistar. Y mi hermano la conservaba como oro en paño. 


Todo lo que hacía Indurain aquellos años adquiría una dimensión estratosférica, porque él no era de este planeta, porque consiguió logros que no estaban al alcance de nadie. Y no sólo hablamos de sus cinco Tours. El récord de la hora fue también entonces una hazaña. El propio Indurain ha declarado, pasados los años, que aquel logro está a la altura de sus cinco victorias en la ronda gala. El ciclismo siempre ha tenido algo de épico, de heroico, de ir más allá de lo que nunca nadie fue. Y el récord de la hora, sobre todo en aquellos tiempos, sobre todo con Indurain implicado en ese reto, devolvía al ciclismo a ese aroma de aventura, casi de poner a prueba las leyes de la física. 

Fue tal la fiebre despertada por aquel reto de batir el récord de la hora que hasta una bicicleta, la mítica Espada, fue portada de periódicos. Si ya es difícil imaginar cualquier noticia de ciclismo abriendo el Marca, no digamos ya la imagen de una bici, como en la portada de arriba, en la que se daba cada detalle del arma con la que Indurain quería convertirse, y lo logró, en el hombre más rápido del mundo encima de una bicicleta. "Bicicleta Fórmula 1", la llamaba entonces el diario deportivo.


También la televisión se volcó con el asalto al récord de la hora, que retransmitió como el gran espectáculo deportivo que era Canal +, por entonces casi recién aterrizado en España. 

Fue el 2 de septiembre de 1994, en el velódromo de Burdeos. Aquel día, Indurain voló encima de su Espada y recorrió 53,04 kilómetros en una hora. Batió el récord, claro. Una nueva hazaña, cuando ya lo había ganado casi todo. Un triunfo extraordinario que se celebró como ya nunca más se volvieron a celebrar los récords de la hora que han llegado después. Eran otros tiempos. Los tiempos de Miguel I de Navarra y V de París. Los tiempos de Miguel Indurain, en los que muchos nos enganchamos a este deporte. Seis añitos tenía yo entonces, así que los recuerdos son difusos. Pero por esa Espada, entre otras cosas, empecé a entrar en esta pasión por el ciclismo que hoy tantas alegrías me da y que tantas más nos dará en cuanto estos días raros de confinamiento queden atrás. Mientras tanto, siempre nos quedarán los recuerdos. 

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