2020, el año de la incertidumbre


Entramos en julio, el mes en el que, en teoría, debería consumarse el regreso de las competiciones de ciclismo. Será la temporada más extraña de la historia. Nunca antes ha ocurrido algo así. En los años de los guerras mundiales, por supuesto, se suspendieron las carreras. Hay que remontarse hasta esa época para encontrar algo parecido. Nunca antes, desde luego, ha ocurrido algo así, tener que concentrar las principales carreras en unos pocos mese y reubicar en el calendario todas las competiciones, con el Tour de Francia como centro del planeta ciclista. 

2020 es el año de la incertidumbre en cualquier ámbito de la vida, también en el ciclismo. Para empezar, no podemos saber a ciencia cierta, nadie puede saberlo, si el calendario previsto por la UCI se cumplirá o no. El ejemplo de la Vuelta a Portugal, que ha tenido que posponerse por culpa de los rebrotes de coronavirus en el país luso, es un claro aviso. Todo es provisional, nada puede darse por seguro. Las competiciones cumplirán todas las recomendaciones sanitarias, pero si algo nos ha demostrado esta pandemia es que hay muchos factores que escapan a nuestro control. Por ejemplo, ¿qué pasaría en una carrera en la que un ciclista diera positivo por coronavirus? ¿Se suspendería automáticamente la competición? 

Más incertidumbres. ¿Qué ocurrirá con el público? Según la mayoría de los estudios, los contagios al aire libre son menos probables que en espacios cerrados, donde está el gran riesgo. Pero eso no significa que no pueda haber contagios al aire libre. El Tour ya ha dicho que sí prevé que haya público en las carreteras, pero con control y atendiendo a medidas de seguridad para evitar aglomeraciones. 

Por eso mismo, la caravana publicitaria, un clásico en la ronda gala, tendrá un 60% menos de vehículos. Por eso e, intuimos, también por la crisis económica que ya está aquí, derivada de la pandemia y del parón de la economía todos estos meses. Esta es otra gigantesca incertidumbre para el ciclismo y para todos los deportes y todas las actividades. Hay equipos cuya supervivencia está en duda, patrocinadores que lo están pasando mal y que buscarán reducir costes. La crisis económica dañará sin duda a todos los deportes, pero puede afectar todavía más al ciclismo, por su enorme dependencia de los patrocinadores. No hay, por ejemplo, un reparto de los derechos televisivos entre los equipos. Por razones obvias, tampoco hay ingresos por taquillas. La viabilidad de los equipos depende casi en exclusiva de los patrocinadores. Es un factor más de incertidumbre para este año raro, este año bisiesto que, como dice el refrán, esta vez sí ha sido siniestro.

En lo estrictamente deportivo, 2020 será también el año más incierto por muchas razones. Para empezar, es una incógnita cómo afectará a los corredores el largo confinamiento. Todos ellos, especialmente en España, se han visto obligados a no salir de casa y a entrenar con rodillo durante meses. Es cierto que llevan ya un tiempo preparándose en carretera, pero la preparación no tiene nada que ver con la de una temporada habitual. En otros deportes que ya han regresado se ha visto cómo algunos equipos han reaccionado mejor que otros a esta circunstancia anómala. Es imposible saber en qué estado físico real regresarán los corredores. Pero hay más dudas, porque los cambios de fecha provocarán, por ejemplo, que la Vuelta se corra en octubre y noviembre, época de mucho frío, sobre todo el el norte. 

Otro factor añadido, otra fuente de incertidumbres. Y, además, la obligación de comprimir el calendario hará coincidir en fechas a carreras importantes, lo que obligará, por ejemplo, a los clasicómanos a elegir entre las grandes vueltas o los monumentos, o a tener que retirarse del Giro para correr las grandes clásicas, por ejemplo. 

En definitiva, 2020 es el año de la incertidumbre en todo, también en el ciclismo. Es lo que toca. Ojalá se puedan cumplir los planes previstos, porque tenemos ganas locas de ciclismo, sí, pero sobre todo porque eso significará que la maldita pandemia está controlada al fin. 

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