1.000 maillots du Tour de France

 

Es tan extensa y tan apasionante historia del Tour de Francia que, por imposible que parezca, siempre se puede encontrar un nuevo ángulo desde que el acercarse a ella. Pocos, desde luego, tan originales y bellos como el que nos ofrece 1.000 maillots du Tour de France, un regalo con el que los Reyes Magos acertaron de lleno. La obra, escrita por Claude Droussent, periodista que ha cubierto más de 20 ediciones del Tour, y con prólogo de Paul Smith, diseñador y aficionado al ciclismo, que diseña desde el 2013 el maillot de líder del Giro de Italia, es maravillosa.


El libro, que tiene una edición bellísima y muy cuidada, se divide en dos partes. La primera está destacada a los maillots que varios grandes campeones y leyendas del Tour vistieron en una edición concreta de la prueba. Está ilustrada con fotografías en blanco  negro donde sólo resalta a todo color el maillot en cuestión. La segunda parte, un precioso capricho de coleccionista, recopila más de 1.000 maillots de equipos de toda la historia de la ronda gala, desde los pioneros hasta los protagonistas de las ediciones modernas, hasta 2016, año en el que se editó la obra. 

El recorrido de la historia del Tour a través de sus maillots permite seguir la evolución de la carrera francesa y, con ella, del propio deporte del ciclismo. En la primera parte no falta ninguno de los grandes héroes de la historia del Tour, e incluso también algunos de sus villanos, como Lance Armstrong, que más para mal que para bien, también es historia de la carrera. El libro no podía empezar de otra forma más que con el maillot amarillo de Eddy Merckx, maillot amarillo en 1969, su primer Tour. Es el ciclista que más días (¡97!) ha vestido la prenda que acredita al primer clasificado de la carrera. 

Una de las anécdotas más curiosas del libro es ver cómo la prueba francesa evolucionó desde una competición individual de resistencia hasta la competición por equipos patrocinados por marcas comerciales, pasando por varias ediciones en las que se disputó por selecciones nacionales o incluso regionales. La victoria de Jacques Anquetil, en el Tour de 1962, por ejemplo, fue un hito en la carrera, ya que se trató del primer Tour ganado por un equipo cuyo patrocinador, Saint-Raphaël-Helyett, era de fuera del mundo del ciclismo. Hasta entonces, la carrera había sido por equipos nacionales y con patrocinios de marcas de bicicletas, por ejemplo.  

Para los nostálgicos del ciclismo, el libro es un festín. Nos encontramos con el maillot de La Vie Claire de Bernard Hinault en 1985, el de Banesto de Miguel Indurain en su primer Tour de 1991, o la imagen del primer ganador de la prueba, Maurice Garin, que corría con un brazalete verde que le señalaba como un ciclista que disputaba la clasificación general. Los que sólo competían para ganar la etapa llevaban un brazalete amarillo y los ciclistas amateurs de la región, uno blanco. 

Con los maillots como excusa, la obra recorre la historia de la mayor prueba ciclista del mundo y muestra varios de sus momentos más memorables. Por ejemplo, la historia de Vicente Trueba, 1933, gran escalador, que corría sólo, sin equipo, lo que entonces se conocía como touriste-routier, con un maillot verde y amarillo, y fue el primer ganador de la clasificación montaña, aunque entonces no había un maillot específico para esa clasificación. O la historia del Tour de 1947, el de la liberación, que se disputó por equipos regionales y que ganó Jean Robic, del equipo del Oeste.

También ruedan por las páginas del libro los míticos ciclistas italianos Fuasto Coppi y Gino Bartali, compañeros en equipo de Italia 1949; Louison Bobet, primer ciclista que ganó el Tour con el maillot arcoíris en 1955, que también fue el primer año en el que subió el Mont Ventoux y el primer año con imágenes de televisión de la prueba francesa; Poulidor, que corrió en el Mercier-BP, con un maillot morado que tenía las mangas y el cuello en amarillo, todo el amarillo que lució en el Tour el eternó segundón; Julio Jiménez, el combativo escalador del Kas; Luis Ocaña, rival de Merckx en el Tour del 71 con su maillot del equipo Bic, o Bernard Thévenet (Peugeot), que fue quien acabó con la tiranía del caníbal del ciclismo en 1975.

Es interesante la historia de Cyrille Guimard, patrón del Renault-ELF. En el espacio de 15 años, 11 Tours los ganó algún ciclista dirigido o formado por él (Van Impey, Hinault, Fignon y LeMond). En el Tour de 1984 tuvo un dominio arrollador, con un maillot que recuerda a una avispa. No faltan, por supuesto, el maillot verde, nacido en 1953, y en el que estaba enfundado el gran Laurent Jalabert cuando puso en jaque a Miguel Indurain en el Tour de 1995 el día de la fiesta nacional francesa, ni el maillot blanco a puntos rojos de líder de la montaña, cuyo rey es Richard Virenque. 

1.000 maillots du Tour de France, en fin, es una auténtica delicia para los amantes del ciclismo. Hay, literalmente, más de mil maillots de todo tipo. Quizá el más imposible en su diseño cromático es el de la clasificación combinada, un maillot inclasificable, con partes en amarillo, verde, rojo y blanco, que ganaron cinco ciclistas entre 1980 y 1990: Ludo Peeters una vez y Bernard Hinault, Greg LeMond, Jean François Bernard y Steven Rooks, dos veces cada uno. A alguien le dejó de parecer una buena idea esta clasificación de la combinada y, sobre todo, ese diseño un tanto difícil de ver. Una de tantas anécdotas de un libro que conservar a mano para volver a la historia del Tour. 

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