Pedersen triunfa tras el recital de Van der Poel


Mathieu Van der Poel es uno de esos ciclistas cuya simple presencia en una carrera obliga a cambiar todos los planes. No se esperaba al ciclista neerlandés en la Kuurne-Bruselas-Kuurne, pero a última hora se apuntó a la fiesta belga. Y, en efecto, todo cambió. Y de qué manera. A falta de 82 kilómetros para el final (¡82 kilómetros!), el ciclista del Alpecin-Fenix lanzó uno de sus ataques salvajes, alocados, imposibles, de los que sólo él es capaz. Destrozó la prueba cuando faltaban más de dos horas para su desenlace. Enorme. No concibe el conservadurismo ni el control, sólo divertirse encima de la bicicleta y divertir a los demás. 

A la rueda de Van der Poel, siempre sinónimo de espectáculo y de valentía, se pegó un enorme Jonathan Narváez, la sensación de la prueba. No es nada habitual ver a un ciclista ecuatoriano tutear a los grandes clasicómanos en pruebas como ésta, pero Narváez quiere ser pionero sobre los adoquines y las cotas. Ver la apuesta de Van der Poel y sumarse a ella no está al alcance de muchos ciclistas, así que lo que hoy ha hecho Narváez tiene un mérito enorme. El ciclista del Ineos ha sido el gran aliado del corredor neerlandés en su aventura de hoy. 

Cuando Van der Poel lanzó su ataque, por delante marchaba un grupo de seis ciclistas (Bodnar, Gamper, De Winter, Zakharov, Hvideberg y Paquot). Sobre ellos se echaron encima Van der Poel y Narváez. Quien quiera, que se una. Los que aguanten nuestro ritmo, que nos sigan. Y lo hicieron Gamper, Zakharov y Hvideberg. Los cinco plantaron un duelo formidable al grupo perseguidor, en el que venían, entre otros, Asgreen, Stuyven, Van Avermaet, Theuns, Pidcock, Trentin, Coquard y Benoot.

Un poco más atrás venía otro grupo, que terminó enlazando y se unió a aquel en la persecución. La distancia del grupo delantero se iba achicando y se quedó en unos 15 segundos. Una distancia que podía ser suficiente para ganar, pero que no les permitía estar tranquilos y, sobre todo, que alimentaba las esperanzas de los perseguidores. A falta de menos de cuatro kilómetros para el final atacó Asgreen, emulando el movimiento que le dio la victoria el año pasado en esta misma carrera. Fue el movimiento decisivo de la clásica, ya que con ese demarraje se dio caza al grupo cabecero. Final de la aventura alocada de Van der Poel, comienzo de una nueva carrera que se resolvería al sprint. 

Por culpa de un pinchazo en la rueda trasera se quedó sin opciones de disputar la victoria Coquard, uno de los hombres rápidos que aspiraba al triunfo. Ganó finalmente Mads Pedersen, campeón del mundo hace dos años, con un descomunal sprint, en el que se impuso a Turgis, Pidcock y Trentin. La de hoy es la primera victoria del año para Pedersen, que el año pasado ganó una etapa del Tour de Polonia, otra del BinckBank Tour y la Gante Wevelgem.

La temporada de clásicas sigue con Le Samyn el martes. Y el sábado, Strade Bianche. 

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