A Pogacar le sobran dos semanas de Tour


C’est fini. No va más. Quedan dos semanas de Tour pero sólo una hecatombe o una sorpresa mayúscula pueden evitar que Tadej Pogacar gane su segundo Tour de Francia consecutivo. Hoy, en la octava etapa, la carrera ha terminado en lo que respecta a la lucha por la victoria final. Quedan las batallas por los triunfos de etapa, los maillots de las clasificaciones secundarias y por los otros dos puestos del podio, pero nadie parece capaz de amenazar, ni por asomo, el liderato del ciclista esloveno. 


Pogacar ha restablecido el orden la ronda gala, puesto en cuestión ayer. Tras la rebelión de la jornada precedente, que forzó al UAE a exprimirse para intentar contener la diferencia de los fugados, el vigente ganador de la carrera ha demostrado hoy que es el más fuerte de este Tour y que nadie está ni remotamente a su altura. Es abrumador su dominio, casi insultante. No se recuerda algo igual en muchas décadas. A partir de ahora, Pogacar podrá conformarse con gestionar con calma y sin presión alguna la descomunal diferencia que tiene sobre todos sus rivales. Ha aventajado en más de tres minutos a Richard Carapaz y al resto de aspirantes al segundo puesto de la general, que es lo máximo con lo que puede soñar en esta carrera todo aquel que no se apellide Pogacar. La ventaja en la general del astro esloveno sobre sus otrora adversarios, hoy pobres mortales ante una deidad inalcanzable, ronda o supera los cinco minutos. Una barbaridad. 


Amaneció un día de lluvia, que ha acompañado de forma intermitente a los corredores a lo largo de la etapa. Nada más empezar la jornada se vio que no sería el día de Geraint Thomas, cortado muy pronto. Tras la fiesta de ayer, el comienzo de la etapa de hoy ha sido una especie de continuación, como un after, con constantes ataques. Entre los múltiples intentos por formar cortes estuvo, una vez más, Wout Van Aert, inmenso. También estuvo muy pendiente desde el inicio a esos movimientos Tadej Pogacar. Fue un comienzo trepidante que no pudo soportar Primoz Roglic, definitivamente, muy afectado por la caída que sufrió hace unos días. El corredor esloveno del Jumbo-Visma se quedó a 120 kilómetros. Raro será que termine el Tour. Una pena para él, para la carrera, para los aficionados y para su equipo, el Jumbo-Visma, que además hoy tuvo otro motivo de preocupación, la caída de Vingegaard, y uno de orgullo, la forma en la que Van Aert se defendió en solitario para no perder una minutada gigantesca y continuar en el segundo puesto de la general. 


Wout Poels quiso alargar también otra fiesta, la del Bahrein-Victorious, vencedor de la etapa de ayer con Mohoric. Poels caminó en solitario en cabeza durante unos cuantos kilómetros hasta que finalmente llegó a la altura un grupo de mucho nivel con Alejandro Valverde, Ion Izagirre, Nairo Quintana, Simon Yates, Guillaume Martin, Sep Kuss, Michael Woods, Kenny Elissonde, Soren Kragh Andersen, Tiesj Benoot, Aurélien Paret-Peintre, Bruno Armirail, Dylan Teuns, Mattia Cattaneo, Christopher Juul-Jensen y Sergio Luis Henao


Fue sorprendente ver frenarse a Valverde del grupo delantero, kilómetros después, hasta que constatamos que se detuvo por el frío, incapaz de continuar en cabeza, muy cariacontecido. Una lástima. En el descenso del Col de Mont-Saxonexx se fueron hacia adelante Benoot y Kragh Andersen, del DSM, que arriesgaron mucho porque la carretera estaba peligrosa por la lluvia, mientras que en el Col de la Rome quien se situó al frente de la carrera fue Woods. 


Fue en ese puerto, el penúltimo del día, en el que todos constatamos que Pogacar iba a lanzar un ataque y que no tardaría demasiado en hacerlo. Se habló mucho ayer de la debilidad del UAE, del talón de Aquiles que supone este equipo para Pogacar. No es del todo justo. No es esta escuadra, es verdad, la más potente del Tour, pero ayer logró con su trabajo durante todo el día que la fuga de Van der Poel, Van Aert y compañía no se desmadrara demasiado. Hoy ha sido Davide Formolo quien ha hecho un trabajo excelente para Pogacar en la subida al Col de la Rome. El italiano (muy expresivo siempre, su cara dejaba claro el esfuerzo que estaba realizando) logró reducir el grupo a su mínima expresión y descolgó, entre otros, a Miguel Ángel López y Jakob Fuglsang


A falta de más de 30 kilómetros para el final, todavía con la Colombière por delante, llegó el ataque de Pogacar. Un demarraje seco, impresionante, temible, de campeón. El único que logró pegarse a su rueda, pero sólo de forma momentánea, fue el siempre aguerrido Carapaz. El ecuatoriano lo intentó cuanto pudo, pero fue imposible. En este Tour Pogacar es intocable. Está en otra dimensión. No hay manera humana de intentar mantener un pulso con él sin salir muy perjudicado. Es una fuerza de la naturaleza. Se fue solo hacia adelante, camino de la gloria, del maillot amarillo, del mayor golpe de autoridad en varias décadas de historia del Tour. Lo que siguió fue casi de videojuego. Pogacar iba adelantando uno a uno a los miembros de la escapada. Ninguno osó ni siquiera intentar pegarse a su rueda. Para qué. Imposible. 



El único escapado al que no superó en el ascenso a la Colombière fue Dylan Teuns, quien se llevó una más que merecida victoria de etapa, la segunda seguida para su equipo. Un triunfo de mucho valor y mérito, que inevitablemente queda en un segundo plano ante el soberbio recital de Pogacar. El esloveno entró golpeándose el pecho, celebrando lo que acababa de hacer, comerse dos semanas del Tour, sentenciar la carrera en la etapa 8. Sólo la mala suerte o una hazaña de otro rival aún más histórica y asombrosa que la protagonizada hoy por el propio Pogacar podrían quitarle al esloveno el maillot amarillo de líder que se ha enfundando hoy. El año pasado lo vistió sólo el último día, pero tiene pinta de que este año va a tener tiempo de sobra para acostumbrarse al amarillo, el color de la gloria en el Tour. 




Pogacar saca 1:48 a Van Aert, quien aguanta ahí, pero tenderá a ir desapareciendo de los puestos de privilegio de la general. Alexey Lutsenko es tercero a 4:38 y en torno a esa distancia están ya el resto de aspirantes al podio. Porque, no nos engañemos, ésa es la batalla que queda abierta en la general, no la del triunfo final, cerrada con un portazo por la exhibición de Pogacar, sino la del podio. Lutsenko, hoy tercero en la general, aventaja en 8 segundos a Urán, en 22 segundos a Vingegaard, en 23 segundos a Carapaz, en 35 segundos a Kelderman, en 37 segundos a Mas, en 1:14 a David Gaudu y en 2:04 a Pello Bilbao. Ellos son los componentes del top 10 y ellos lucharán por acompañar a Pogacar en el podio. 




Mañana, con una nueva jornada alpina muy exigente, comienza el nuevo Tour de Francia, este en el que Pogacar tiene la victoria final sentenciada (insistimos, salvo mala suerte terrible o sorpresa gigantesca) y el resto luchará por etapas y puestos de honor en la general. Será en un recorrido de 145 kilómetros con final en alto en Tignes, de primera categoría, tras ascender dos puertos de segunda, uno de primera y otro de categoría especial. Especial, o incluso espacial, de otro planeta, es lo que ha hecho hoy Tadej Pogacar. 

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