David Valero, bronce olímpico tras una remontada de videojuego


Bastaron diez minutos de carrera para constatar que Mathieu Van der Poel, el gran favorito, no sería campeón olímpico de mountain bike. El ciclista neerlandés abandonó el Tour de Francia, donde fue gran protagonista, ganó una etapa y llegó a vestir de líder, para aclimatarse a Tokio y preparar del mejor modo posible esta prueba, su gran objetivo de la temporada. Lamentablemente, una caída le ha impedido alcanzarlo. Sacó fuerzas de donde no las tenía para dar aún cuatro vueltas más al circuito, a un ritmo similar al de la cabeza de carrera, pero a pesar de su coraje, tuvo que retirarse. 


Sin Van der Poel, la gran atracción allá donde va, la prueba amenazaba con quedarse descafeinada. Nada de eso. No hubo tiempo para lamentar su baja, sin duda una mala noticia para el espectáculo, ya que otros dos corredores centraron de inmediato la atención fascinada de los espectadores. De un lado, el joven Tom Pidcock, de 21 años, que al igual que Van der Poel compagina su maestría en la bicicleta de montaña con el ciclismo en ruta, donde este año ha ganado la Flecha Brabanzona y que es el nuevo y muy merecido campeón olímpico de mountain bike. De otro lado, el español David Valero, que quedó muy rezagado en la salida pero ha protagonizado una remontada extraordinaria, de videojuego, para terminar ganando la medalla de bronce. Entre medias de ambos, el suizo Mathias Flueckiger, medalla de plata. 





La carrera de David Valero ha sido asombrosa. Perdió mucho tiempo en la salida por culpa de un enganchón y desde el comienzo no dejó de adelantar corredores a lo largo de la hora y veinticinco minutos que ha durado la prueba. Fue una progresión impresionante. Llegó a la vigésima plaza. Después entro entró entre los diez primeros. Más tarde ya era virtual diploma olímpico, al situarse octavo, y ya cerca del final, en dos descomunales últimas vueltas, entró en el grupo de los corredores que se habrían de disputar la medalla de bronce. “¿De dónde ha salido este hombre?”, parecían preguntarse el suizo Nino Schurter, el francés Victor Koretzky y el neozelandés Anton Cooper. 


Aún faltaba el broche de bronce, la última hazaña del español, cuando logró dejar atrás a sus rivales para lanzarse a por el tercer puesto. Lo logró, al entrar a 34 segundos del ganador y apenas 14 segundos del segundo clasificado, aventajando en ocho segundos a su más inmediato perseguidor. La emoción de Valero en meta era comprensible. No partía entre los favoritos, pero su inmensa carrera merecía esta medalla. No dejó de creer en sí mismo hasta el final y concluyó con ese bronce, que es la segunda medalla en estos Juegos Olímpicos para la delegación española, tras la plata de Adriana Cerezo en taekwondo. 





David Valero escoltó en el podio al asombro Pidcock, quien forma parte de esta generación de ciclistas insultantemente jóvenes dispuestos a marcar una nueva era en este deporte. Es, por cierto, el segundo campeón olímpico en la modalidad de ciclismo en estos Juegos y el segundo del Ineos, ya que es compañero de Richard Carapaz, oro en la prueba en ruta. A ambos, en principio, los podremos ver en la próxima edición de la Vuelta. Hoy Pidcock ha sido el más fuerte ante la poderosa participación suiza, que ha intentado, sin éxito, arrebatarle la medalla de oro al joven ciclista británico. Se fracturó la clavícula a principios de junio, pero ha logrado llegar en forma a Tokio y lograr el título olímpico, tras maravillar en el ciclocrós y en el ciclismo en ruta. Un fuera de serie. 


El español Joffre Cullell terminó en una meritoria decimoquinta plaza. 

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