Alaphilippe extiende su imperio





Oh là là! ¡Qué salvajada! ¡Qué espléndida victoria! Julian Alaphilippe, que se proclamó campeón del mundo en Imola el año pasado, ha revalidado hoy su título como emperador del ciclismo mundial en Flandes, tierra ciclista por excelencia. Hoy Flandes, donde este deporte es religión, ha sido una fiesta ante un público enfervorizado y entregado hoy al gran patrón del ciclismo, al corredor al que es imposible admirar si se admira el ciclismo. Porque hay ciclistas que simbolizan por sí solos la grandeza de este deporte. Alaphilippe es uno de ellos. Siempre al ataque, valiente, probándolo, sin mirar atrás, sin conservadurismo. El corredor francés seguirá vistiendo el maillot arcoíris un año más. Su imperio se extenderá por todo 2022. Larga vida al rey, al emperador del ciclismo mundial. 


A 49 kilómetros del final atacó Alaphilippe, quien había estado muy inteligente en los cortes anteriores, propiciados por Bélgica, que ha sido la selección que ha controlado la prueba. Corrían en casa los belgas y se ha notado. Han hecho todo lo que han podido por ganar el maillot arcoíris ante su público, pero se han encontrado con un Alaphilippe intocable. Para entonces, el grupo delantero se redujo entonces a los belgas Remco Evenepoel, Jasper Stuyven y Wout Van Aert, los franceses Julian Alaphilippe, Florian Sénéchal y Valentin Madouas, los italianos Andrea Bagioli, Giacomo Nizzolo y Sonny Colbrelli, el británico Thomas Pidcock, los neerlandeses Mathieu Van der Poel y Dylan Van Baarle, el danés Michael Valgren, el noruego Markus Hoelgaard, el checo Zdenek Stybar, el estadounidense Neilson Powless y el esloveno Matej Mohoric. 


A 21 kilómetros del final volvió a atacar Alaphilippe, que estiró mucho el grupo, pero fue cuando restaban 17 kilómetros para la meta, en la cota de San Antoniusberg, cuando el corredor francés volvió a atacar. Fue su cuarto demarraje y el definitivo. Se fue en solitario. Nadie le dio caza. Fue un movimiento potente, de un poderío descomunal, uno de esos ataques suyos que dejan a los rivales sin opciones de responder. Un festival. Tras el corredor Galo quedaron Stuyven, Van Baarle, Powless y Valgren, que no se entendieron, porque ninguno quería asumir toda la responsabilidad de alcanzar al emperador y quedarse sin medalla. Más atrás todavía quedaban los otros favoritos, como Van Aert, que no pudo cumplir los pronósticos que le situaban como máximo favorito, o Van der Poel.  


Alaphilippe, a lo grande, imperial, soberbio, recorrió en solitario la última vuelta del circuito. Se dio el gustazo de marchar en cabeza, mandando, ampliando su imperio, mandando con autoridad. Se le vio sufrir mucho, claro, pero era un sufrimiento alegre, porque poco a poco estaba más cerca de poder dedicarle a su hijo Nino un nuevo maillot arcoíris. Contó en meta que los seguidores belgas le gritaban pidiéndole que se detuviera, lo que le dio aún más fuerzas. Ganó Alaphilippe. Inmenso. Es su segundo Mundial seguido. El año que viene intentará igualar a Peter Sagan, que sumó tres del tirón. Lo dicho, admirar el ciclismo es admirar a Alaphilippe. No es posible lo contrario






La plata fue para Van Baarle y el bronce para Valgren




El espectáculo de este Mundial inmenso llegó antes del recital final de Alaphilippe. Ante el mejor público, totalmente entregado, y con un recorrido atractivo, aunque no tan duro como se esperaba cuando se anunció que Flandes acogería la prueba, el día ha sido maravilloso. La primera escapada del día la formaron el colombiano Hernández Jaramillo, el ecuatoriano Burbano, el ruso Kochetkov, el austriaco Gamper, el irlandés Townsend, el estonio Nisu, el sueco Magnusson y el mongol Sainbayar. Bélgica se puso a tirar del pelotón para mantener la fuga bajo control y, poco después,  provocó un corte peligroso, con 15 ciclistas: Stefan Bissegger, Primoz Roglic, Jan Tratnik, Kasper Asgreen, Nathan Haas, Brandon McNulty, Arnaud Démare, Benoit Cosnefroy, Magnus Cort Nielsen, Imanol Erviti, Tim Declercq, Remco Evenepoel, Markus Hoelgaard, Ben Swift y Pascal Eenkhoorn


Italia se vio entonces obligado a tirar. A 140 kilómetros se cayó García Cortina, pero sin consecuencias. A 130 del final se acabó la aventura de los fugados y el pelotón, ya mucho menos numerosos y, entre otros, sin Matteo Trentin, volvía a estar compacto. Bélgica volvió a tomar el control en el grupo. Después se formó un corte con Remco Evenepoel, Victor Campenaerts, Valentin Madouas, Andrea Bagioli, Nils Politt, Ivan Garcia Cortina, Jan Tratnik, Neilson Powless, Mads Wurtz Schmidt, Robert Stannard y Dylan Van Baarle. A 57 kilómetros se formó un corte propiciado por Van Aert, Van der Poel y Alaphilippe y después llegó ya el show de Alaphilippe. 


Bélgica ha hecho un gran trabajo para Van Aert, quien no ha podido responder al ataque del francés. Eso sí, ha contado con el trabajo de toda la selección belga, incluido Remco Evenepoel. Hace unos días, Eddy Merckx, que es Dios en el ciclismo, no digamos ya en Bélgica, criticó al seleccionador belga por llevar a Remco Evenepoel al Mundial de Flandes como segunda baza, tras Wout Van Aert. El ciclista que lo ganó todo dijo que Evenepoel corre pensando sólo en sí mismo, que no era un corredor de equipo. El joven ciclista belga le respondió en la prensa diciendo que en realidad Merckx lo había criticado sólo porque no fichó por el equipo de su hijo y hoy le ha respondido en la carretera, haciendo un trabajo excepcional para Van Aert. Ha sido Evenepoel el que ha roto la carrera, el gran protagonista de la prueba antes de su desenlace. Parecía correr para lanzar un mensaje claro al dios del ciclismo mundial. Y, en efecto, el mensaje ha sido nítido: Evenepoel también sabe correr para otros. Pero hoy era el día de Alaphilippe, otra vez. Qué jornada de ciclismo más memorable, qué fiesta belga con triunfo para un francés que dominará el planeta ciclista otro año más. 

Comentarios