Pogacar se divierte en Lombardía


Il Lombardia no es la última carrera de la temporada, pero sí ha sido un excelente colofón a un soberbio año de ciclismo. Con los ganadores de dos de las tres grandes vueltas del calendario, Tadej Pogacar y Primoz Roglic; el campeón del mundo, Julian Alaphilippe, y varios de los ciclistas que más espectáculo nos han regalado esta temporada, como Fausto Masnada, Jonas Vingegaard o Alejandro Valverde, como protagonistas. Ha sido una carrera maravillosa, propia de lo que se espera de un monumento. Con la afición italiana entregada a la clásica de las hojas muertas y los corredores dedicados a pasárselo bien, a disfrutar, que el de hoy era el último baile del año para muchos de ellos. 

A 36 kilómetros de la meta, situada este año en Bérgamo y no en Como, donde estaba esta vez la salida, atacó Tadej Pogacar, después de que lo probara el siempre aguerrido y corajudo Vincenzo Nibali. Pogacar, ganador de las dos últimas ediciones del Tour de Francia, es un excelente representante del bendito ciclismo moderno, ese que protagonizan corredores que entienden este deporte de una forma abierta y espectacular. No se limita el corredor esloveno a prepararse para el Tour, donde tan superior es, y ya está, no. Quiere ganar mucho más y en carreras distintas. Quiere divertirse todo el año, no sólo en el mes de julio francés. Pudiendo hacerlo también en el otoño italiano, ¿por qué limitarse al papel de amo y señor del Tour? 

Es difícil ni admirar a Pogacar. Podría limitarse a eso, claro que sí. Muchos otros lo hicieron antes que él. La ronda gala es la carrera ciclista más importante del mundo, vencerla justifica por sí sola una temporada. Pero él siempre quiere más, no se conforma con mandar en la carrera francesa. Estamos en octubre, su año ha sido espléndido y podría estar relajado en casa pensando en la próxima temporada, pero nada de eso pasa por su cabeza. Prefirió venir a Il Lombardia y, por supuesto, hacerlo con la ambición de lograr la victoria. Y, además, no racaneando no esperando que otros se muevan, sino tomando la iniciativa. Admirable. 

Saltó en su persecución Fausto Masnada, compañero de equipo de Alaphilippe en el Deceuninck-Quick Step, lo que dejó al campeón del mundo liberado de dar relevos en el grupo perseguidor, y también un poco inquieto, porque se le veía loco por la música. Mientras Masnada recortaba distancias con Pogacar, hasta terminar dándole caza, por detrás cundía la desconfianza y la falta de entendimiento. El único equipo con dos ciclistas en el grupo, el Jumbo-Visma, que contaba con Primoz Roglic y Jonas Vingegaard, asumió la responsabilidad de la caza, mientras el resto se guarda fuerzas.

Junto a ellos marchaban, además del citado Alaphilippe, Alejandro Valverde (definitivamente, El Bala está de vuelta), Adam Yates, Michael Woods, Romain Bardet y David Gaudu. Casi nada. No se terminaron de entender bien, hasta que en la parte final se sucedieron los ataques. Esa dinámica de demarrajes y parones le dio alas al dúo delantero. Estaba claro que la victoria sería cosa de dos, Pogacar y Masnada, Mansnada y Pogacar. 

Ambos lo probaron en la entrada en cuesta a Bérgamo. Era como si ninguno de los dos confiara del todo en ser capaz de derrotar a su adversario al sprint. Ninguno de sus ataques cuajó, ya que Masnada respondió bien al intento del esloveno y Pogacar hizo lo propio con el movimiento del italiano. En la recta de meta, Pogacar lanzó el sprint y tuvo tiempo de mirar dos veces hacia atrás para cerciorarse de que la victoria en su primera participación en Il Lombardia era un hecho. Celebró la victoria como merecía el triunfo, su segundo monumento con 23 años. Adam Yates completó el podio, tras ganarle el mano a mano por la tercera plaza q Primoz Roglic. Por su parte, Valverde concluyó en una más que meritoria quinta plaza. 



La alegría al entrar en meta de Pogacar era contagiosa. Un triunfo más que sumar a su enorme palmarés, el número 13 del año, tras ganar el UAE Tour más una etapa, la Tirreno-Adriático más una etapa, un triunfo parcial en la Vuelta al País Vasco, la Lieja-Bastoña-Lieja, el Tour de Eslovenia más una etapa y el Tour de Francia, donde sumó tres etapas, además del bronce en la prueba olímpica en ruta. Un año para enmarcar. Insisto, tiene 23 años. Hoy se ha divertido en Il Lombardia y su diversión es la de cualquier aficionado a este deporte. Continuará. 

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