Hace unas semanas, el Quick Step anunció que Mark Cavendish seguirá una temporada más en la escuadra belga. A sus 36 años, el veterano ciclista británico ha sido uno de los nombres propios de una temporada dominada por la generación de jóvenes talentosos que se ha adueñado de las principales citas del calendario. El año pasado por estas fechas Cavendish daba por terminada su carrera deportiva, pero un acuerdo de última hora con el equipo de Patrick Lefevre le permitió alargar un año más su trayectoria.
Fue, desde luego, un gran acierto del equipo belga. Cavendish sumó cuatro etapas en el Tour de Turquía y una en la Vuelta a Bélgica. Esa buena racha, sumada a la baja de última hora de Sam Bennett por una lesión de rodilla, permitió que el Deceuninck-Quick Step seleccionara a Cavendish para su ocho del Tour de Francia. Ya sólo volver a la carrera francesa era un regalo para él. No digamos ya volver a ganar.
Y, entonces, Cavendish se citó con la historia de este deporte. Estaba a cuatro victorias de etapa de igualar el récord de Eddy Merckx en el Tour. Cuando logró su primera etapa, dijo que no pensaba en el récord. Lo mismo contó tras sumar la segunda y la tercera. Pero con la cuarta, cuando alcanzó esa mágica cifra de las 34 victorias en Carcassone, la emoción le pudo. Acababa de igualar a la mayor leyenda del ciclismo mundial en números de triunfos parciales en el Tour. Además, se llevó el maillot verde de líder de la regularidad, y sólo un inmenso Van Aert le impidió superar a Merckx en la etapa final en París.
La décima victoria del año para Cavendish llegó en el Giro de Mündterland. El año que viene intentará prolongar su sueño y, quién sabe, superar a Merckx en el Tour.
Mañana, Annemiek Van Vleuten.
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