Tour de Francia: en el corazón del pelotón

 

Siempre he pensado que adoro la literatura y el ciclismo por similares razones. Básicamente, desde el principio de los tiempos el ser humano ha buscado historias, las necesitamos para vivir como la comida o el aire para respirar. Las carreras ciclistas en general y, desde luego, el Tour de Francia en particular, destacan por su extraordinaria capacidad de generar historias. Las pruebas de tres semanas son, por encima de todo, una fabulosa concentración de relatos, cada ciclista con su historia particular, cada equipo con sus tramas propias, cada día con sus intrahistorias, desde el corredor que está pendiente de una enfermedad de un familiar en casa al que intenta recuperar de una caída, del que ambiciona ganar una etapa al que lucha por esquivar el fuera de control, del gran líder con aspiraciones en la general al gregario que tan esencial será en de objetivo. Por eso el ciclismo, las grandes vueltas, el Tour, son únicos. 


Netflix estrenó hace unas semanas su documental Tour de Francia: en el corazón del pelotón, que rodó durante el Tour de 2022 y en le que un grupo de equipos permitió a las cámaras entrar en sus hoteles, coches de equipo y buses, lo que permite revivir desde dentro la pasada edición del Tour y, en general, conocer mejor la mayor carrera ciclista del mundo. El documental está dirigido al público general. No esperaba que fuera de otra forma. Los muy cafeteros del ciclismo no necesitamos un documental para ser aún más fanáticos de este deporte. Se trata de atraer a más potenciales aficionados y para eso este documental es casi perfecto.

He disfrutado mucho con los ocho capítulos del documental, que sigue la línea de muy exitosos antecedentes como El día menos pensado, que sigue la temporada del equipo Movistar. El enfoque es en todo momento generalista y, como si de una película se tratara, va presentando poco a poco a los personajes y las tramas. Hay momentos de una intensidad narrativa y emocional fuera de lo común, como cuando Fabio Jakobsen esquiva por unos pocos segundos el fuera de control en la etapa con final en Peyragudes o la victoria en la contrarreloj del penúltimo día de Wout Van Aert gracias a que su líder, Jonas Vingegaard, redujo la marcha en la parte final para dejarle ganar. Van Aert dice a cámara que es el momento más bonito que ha vivido en el Tour, se emociona de verdad y dice que nunca lo olvidará. 

Supongo que los autores de este documental tendrán horas y horas de material grabado. La selección final no puede ser más acertada. Siguen un orden cronológico, pero también dan saltos temporales, por ejemplo, hacia el entrenamiento de ciclistas que preparan el Tour o incluso a momentos relevantes en otras carreras y otros años, como la espantosa caída que casi le costó la vida a Jakobsen en el Tour de Polonia de 2020 o el pasado de dopaje del US Postal del que se quiere redimir Jonathan Vaughters como director del EF. También aparecen en el documental otros popes del ciclismo como los directores del Quick Step, el incombustible y siempre polémico Patrick Lefevere, o el pasional Marc Madiot, director del FDJ. 

Un gran acierto del documental es seguir en cada etapa a corredores que aspiran a ganarla o que buscan ser protagonistas por distintas razones. Así, por ejemplo, el espectador conecta con la decepción del EF cuanod Stefan Bisseger se va al suelo en la contrarreloj inaugural de la carrera, o con Thibaut Pinot, a quien Madiot define como "un corredor romántico perdido en el mundo moderno", cuando la carrera llega a su casa, cerca de Planche des belles filles. Es interesante también cómo se refleja el pique entre dos equipos franceses, el Groupama-FDJ y el Ag2r Citroën. 

Me gusta mucho cómo el documental va poco a poco presentando a los protagonistas, lo que permite conocerlos más. Roglic, por ejemplo, aparece como un tipo serio. Se ve cómo le piden que se presente a cámara y, aunque disciplinado termina haciéndolo, dice que le parece muy ridículo lo que le están pidiendo. A Jonas Vingegaard se le ve como alguien muy humilde y familiar, siempre con una mueca de media sonrisa y de humildad en la cara. Geraint Thomas, veterano entre tantos jóvenes talentosos, también muestra su lado personal. En el documental es protagonista destacado Wout Van Aert, del que se muestran sus ambiciones personales para ganar etapas, alguna desavenencia con los directores de su equipo pero también el trabajo soberbio en pos de sus líderes, que sin duda fue decisivo para que Vingegaard ganara la carrera. 

El equipo UAE de Tadej Pogacar se negó a participar en el proyecto. Es algo de lo que el documental se resiente, claro, pero creo que solventa bien esa ausencia. Se ven bien sus ataques constantes y también el duelo en la mítica etapa del Granon, en la que Roglic y Vingegaard terminaron reventando al esloveno. 

La vocación de ser un documental didáctico permite también explicar la figura del gregario, como Tom Pidcock (muy interesante ver cómo se decidió que se metiera en la escapada de la etapa que terminó ganando en Alpe d'Huez tras una exhibición descomunal), la amenaza del descenso de categoría y la pérdida de patrocinadores (se muestra la vida del EF y las historias de Urán o Neson Powless, que se mudó a Francia), el entrenamiento antes de llegar al Tour (vemos a Van der Poel sufriendo) o las distintas formas de afrontar las etapas finales de montaña de los equipos de las general y de lo que protegen a sus velocistas. También es magistral cómo muestra el sprint final en los Campos Elíseos, de nuevo con una historia muy potente con dos protagonistas, el vencedor final, Philipsen, y el derrotado por culpa de un problema técnico, Jakobsen, y la explosión de alegría de todos los ciclistas supervivientes que llegan a París. 

El documental no entra en otras historias que también nos regala cada año el Tour como las clasificaciones secundarias, entiendo que por una cuestión de espacio. En todo caso, ya digo, es un documental extraordinario que seguro que atraerá a más espectadores al Tour, ya que muestra toda la grandeza de este deporte y de su carrera más emblemática. Muy recomendable para calentar motores antes de que el sábado 1 de julio empiece en Bilbao una nueva edición de la carrera, una nueva ocasión para vivir mil y una historias. 

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