¿Acierta Pogacar al correr el Giro?

 

No es que sea del todo una sorpresa, porque se venía rumoreando, en especial tras la presentación de un recorrido algo distinto al que nos tiene acostumbrados el Giro, como para ponérselo algo menos difícil a algún corredor que quisiera hacer el doblete con el Tour, pero ayer se confirmó oficialmente. Tadej Pogacar correrá el Giro de Italia el próximo año. Es una noticia extraordinaria para la carrera italiana, muy necesitada de volver a tener una edición triunfal tras varios años de capa caída y menos emoción de lo que es habitual en la corsa rosa, la primera grande del calendario ciclista. 

Es todo un acierto para la prueba italiana haber atraído a Pogacar, el corredor más carismático del pelotón, el que siempre da espectáculo allá donde va, el de la sed insaciable de victorias. Más allá de la compensación que se supone que el corredor esloveno y su equipo habrán recibido, cabe preguntarse si esta decisión es un acierto, sobre todo, teniendo en cuenta que nadie desde Marco Pantani en 1998 ha ganado Giro y Tour la misma temporada. Dicho de otro modo, ¿se alegró ayer Jonas Vingegaard al conocer la noticia? 

Vamos por partes. De entrada, una obviedad, que uno de los mejores ciclistas del mundo, para mí el mejor, decida correr la única de las tres grandes vueltas que no había disputado hasta ahora es una gran noticia. Pogacar, que ha ganado dos veces el Tour y que fue podio en su debut en la Vuelta de 2019 en la que asombró a todo el mundo, quiere ganar el Giro y sumarse así al selecto club de ganadores de las tres grandes. No está de más recordarlo, sólo siete corredores tienen en su palmarés el Giro, el Tour y la Vuelta. Siete en una historia de muchas décadas. Son Jacques Anquetil, Felice Gimondi, Eddy Merckx, Bernard Hinault, Alberto Contador, Vincenzo Nibali y Chris Froome

Pogacar corre para la historia del ciclismo. Corre para divertirse, antes que nada. Y para ganar todo lo que pueda, también. Pero corre también muy consciente de la historia de este deporte y deseoso de entrar en su olimpo. Quiere la triple corona. Quiere el Mundial. Los Juegos Olímpicos. Los monumentos. Lo quiere todo. Pogacar es la antítesis del modelo de ciclista obsesionado con el Tour que simbolizó, por ejemplo, Armstrong. Pogacar corre y gana desde febrero hasta octubre, quiere vencer toda clase de carreras, caníbal del siglo XXI, y en especial en las pruebas más míticas. A sus 25 años tiene dos Tour, cinco monumentos (tres Il Lombardía, un Tour de Flandes y una Lieja-Bastoña-Lieja), una Strade Bianche, una Amstel Gold Race, una Flecha Valona, una París-Niza, dos Tirreno-Adriático… Es insaciable y quiere más. Debutar en el Giro es perfectamente coherente con su forma de entender el ciclismo. 

El Giro de este año presenta algo menos de dureza que en ediciones precedentes, ya digo, como incentivando a Pogacar a poder buscar el doblete con el Tour. Será difícil, es alcanzar dos picos de forma, prepararse para una gran vuelta y el extenuante esfuerzo que supone casi nada más terminar otra. Hace más de dos décadas que nadie lo consigue. ¿Puede ser más estimularme el reto para Pogacar? Claro que, sobre el papel, la noticia es buena para Jonas Vingegaard, porque el danés podrá llegar más preparado específicamente al Tour. Además, estos dos últimos años Vingegaard parece haber demostrado tenerle la medida tomada al esloveno en la ronda gala. Motivo de más para no obsesionarse con el Tour, que es la mayor prueba del mundo y cuyo trono Pogacar querrá recuperar, sin duda, pero que no es la única razón de ser del ciclista esloveno. 

El próximo año Pogacar correrá, es decir, buscará ganar, la Strade Bianche, la Tirreno-Adriático, la Milán-San Remo, el Giro de Italia, el Tour de Francia, los Juegos Olímpicos de París y el Mundial de Zúrich. Lo quiere todo. Y sólo él es capaz de ganar todo tipo de carreras. Pogacar correrá para la historia en 2024 y los aficionados al ciclismo estamos de enhorabuena por ello, aunque no podamos verlo en las clásicas adoquinadas, porque todo es imposible. 

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