Pogacar derrota a Vingegaard en los Pirineos

En la entrevista en la salida de la decimocuarta etapa del Tour, Tadej Pogacar comparecía al lado de su coequipier Adam Yates. Ante la pregunta de cuál sería su estrategia hoy, el esloveno respondió que esta vez sería Yates quien iría a por la etapa y él buscaría sacar tiempo. Lo dijo riéndose y parecía broma, pero, visto lo visto, no bromeaba del todo. En el puerto final, el  el Pla d’Adet, en efecto, atacó Yates y, poco después, a algo más de cuatro kilómetros lanzó un portentoso demarraje Pogacar. Yates le echó una mano hasta que, cuando vieron que Jonas Vingegaard se acercaba, Pogacar se fue en solitario camino de la victoria. Vingegaard no pudo responder al primer movimiento del esloveno, a ese salvaje cambio de ritmo, y después en su duelo en la distancia el vigente ganador del Tour fue cediendo más y más terreno ante quien busca recuperar el trono. 

Enfundado en el maillot amarillo, Pogacar volaba camino de la cima final. Atrás, Vingegaard iba al límite. Ha sido un episodio más de este duelo de leyenda entre dos fuerzas de la naturaleza. En meta, Pogacar sacó 39 segundos a su rival, a lo que se deben sumar cuatro segundos por las bonificaciones. Una renta nada desdeñable que se suma a la victoria moral del esloveno. No ha sentenciado el Tour, ni mucho menos, pero hoy está bastante más cerca de repetir el doblete de Marco Pantani en el Giro y el Tour en 1998. Porque Vingegaard demostró hace unos días que es la criptonita de Pogacar, sí, pero el esloveno ha recordado que a Superman le debilita mucho la criptonita, pero que al final suele terminar  imponiéndose. 

Pogacar es un ciclista de leyenda. No es nada que no sepamos. Es tan impresionante este corredor, es tan extraordinario todo lo que hace, que casi caemos en el riesgo de considerar normales estas exhibiciones. Y el corredor esloveno es admirable. El mejor ciclista que muchos que llevamos ya unos cuantos años viendo ciclismo hemos visto jamás. Sin duda. No hay nadie como él. Por su versatilidad, por su forma de divertirse encima de la bicicleta, por su actitud siempre ambiciosa. En realidad, no necesitaba atacar, el líder es él, eran sus rivales quienes debían atacar. Pero a Pogacar lo de no atacar no le va. No encaja el conservadurismo con su forma de entender este deporte. No sabe ir a conservar, a esperar que otros ataquen. Él ha venido aquí a divertirse y a seguir escribiendo la historia del ciclismo. Es un regalo para todos los aficionados, un corredor legendario. 

En esa entrevista de la salida a la que me refería, Pogacar dijo también que a él le encanta atacar, pero que no le den ideas, que iba a ser conservador. Pero no puede, es superior a sus fuerzas, no va con él. Y ha contado en meta que el ataque final no estaba previsto, que atacó por instinto, que improvisó. Y ha dado un golpe serio a la general. Muy serio. No nos engañemos: claro que el Tour no está acabado, pero no es nada sencillo, en condiciones normales, que a Pogacar le recorten dos minutos. Tras la diferencia de hoy, a Vingegaard no le queda otra que intentar atacar a Pogacar. Remataron la faena Yates, que cuando atacó tenía sólo por delante a Ben Healy, el único superviviente de la fuga, y, claro, el propio Pogacar, que firmó otra de sus exhibiciones.



Ahora Pogacar aventaja en 1:57 a Vingegaard y en 2:22 a Evenepoel, que hoy ha cedido 1:10 con el esloveno. La cuarta plaza en la general es para João Almeida, coequipier de Pogacar en el UAE, a 6:01. Conservan su posición en la general, quinto y sexto, los dos españoles mejor situados en la general: Carlos Rodríguez (a 6:09 del líder) y Mikel Landa (a 7:17). 

Lo de hoy ha sido, también, una exhibición de equipo, otra más, del UAE. Desde el primer momento, controló la carrera. No dejó hacer a los fugados, marcó en todo momento el ritmo del pelotón. Nils Pollit, en absoluto escalador, marcó el ritmo del grupo del líder en el Tourmalet y recortó tiempo a los fugados. En la subida a Hourquette d’Ancizan quien hizo el trabajo por el UAE fue Marc Soler,  mientras que en la ascensión final le tomaron el relevo Pavel Sivakov, primero, y João Almeida, después. Pogacar esta derrotando a Vingegaard, pero el UAE también está haciendo lo propio con el Visma-Lease a Bike, al que se ve mucho menos fuerte que otras veces.

Naturalmente, el recital de Pogacar y el enésimo episodio de su duelo con Vingegaard lo eclipsa todo, pero la etapa de hoy deja muchos otros nombres. Comparamos con frecuencia el ciclismo con las novelas y bien sabemos que en los libros los personajes secundarios son a veces tan importantes como los protagonistas, o incluso más según los capítulos. En el Tour hay grandes protagonistas, sustancialmente, Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard, que nos regalan un duelo memorable cada mes de julio, pero también otros muchos corredores, cada cual con su situación personal a cuestas. Y a veces les prestamos menos atención de la que merecen.

Hoy, por ejemplo, ha sido noticia la retirada de Tom Pidcock por Covid. Tristemente, el virus está de vuelta en el Tour y los equipos están tomando cada vez más medidas para evitar contagios. Por cierto, Pogacar pasó el Covid después del Giro, así que en teoría llega al Tour inmunizado o, como mínimo, con muchas menos probabilidades de volver a contagiarse en tan poco plazo. Otro nombre del día ha sido el de Amaury Capiot (Arkea), que sí tomó la salida pero tuvo que retirarse nada más empezar. Se fue llorando. Una imagen que recuerda que el Tour tiene muchas historias, que cada ciclista arrastra sus dolores, anhelos, temores y esperanzas. El Tour no es sólo la lucha por el amarillo, también esta en esas penurias de tantos ciclistas modestos que batallan por seguir en carrera pese a lesiones o problemas de salud. También han abandonado a lo largo de la etapa Alberto Bettiol y Louis Vervaeke. 

Y puestos a hablar de protagonistas del día, claro, no se puede dejar de mencionar a los componentes de la escapada del día. Y, entre ellos, Oier Lazkano, que cada día demuestra lo corredorazo que es. Hoy ha entrado en la fuga y ha coronado en cabeza el Tourmalet, tras responder con fuerza al ataque de David Gaudu. El ciclista del Movistar ha rodado en cabeza buena parte de la etapa, rodeado de una nutrida afición vasca, que nunca falla cuando el Tour llega a los Pirineos. 

Los otros miembros de la fuga inicial del día han sido Kevin Vauquelin (Arkea), Magnus Cort (Uno-X), Mathieu Van Der Poel (Alpecin), Bryan Coquard (Cofidis), Raúl García Pierna (Arkea), Arnaud De Lie (Loreto-Dstny) y Cedric Beullens (Lotto-Dstny). Tras ellos saltó un numeroso grupo perseguidor con Ben Healy (EF) -que, a la postre, fue el que más lejos llegó-, Louis Meintjes (Intermarché-Wanty), Bruno Armirail (Decathlon-Ag2r), Michal Kwiatkowski (Ineos), Rui Costa (EF), Victor Campenaerts (Lotto-Dstny), David Gaudu (Groupama-FDJ), Sean Quinn (EF), Fabien Grellier (Total Energies), Biniam Girmay (Intermarché-Wanty), Marco Haller (Red Bull-Bora), Alexey Lutsenko (Astana), Simon Geschke (Cofidis), Chirstopher Juul-Jensen (Jayco-AlUla) y Jasper Philipsen (Alpecin). Algunos de ellos enlazaron con los fugados, mientras que otros como Girmay o Philipsen, que sólo buscaban disputar los puntos del sprint intermedio, se dejaron atrapar por el gran grupo. 
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Mañana, más madera. Segunda jornada pirenaica, más larga, de cerca de 200 kilómetros y con un encadenado de tres puertos de salida, donde debería formarse la diga del día y donde, quién sabe, quizá algún equipo intente desde lejos poner en aprietos al UAE o, al menos, obligarle a trabajar desde lejos. Pienso en ciclistas alejados en la general, pero que puedan llegar a inquietar si la fuga toma mucha ventaja. Desde luego, pinta a que mañana es día para los hombres de la escapada, por lo que habrá mucha pelea desde la salida. 

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