Pogacar, la leyenda sin fin


 En la crónicas deportivas abusamos de la hipérbole. Todo es histórico, legendario, único. Hay gestas cada cinco minutos. No es casualidad que las grandes carreras ciclistas, incluido el Tour, nacieran de la mano de cabeceras de periódicos para vender más ejemplares. La épica, o más bien los relatos épicos, si es que hay alguna diferencia, están en el origen del ciclismo. En aquellos inicios, todo lo que llegaba a los aficionados eran esas crónicas literarias sobre las hazañas de los esforzados de la ruta que daban la vuelta a un país en bicicleta. Sin televisión ni otros medios, lo que ocurría en las carreras era lo que se contaba de ellas en las crónicas. Seguro que muchas de ellas eran algo exageradas. O mucho, incluso. Hoy también nos venimos arriba al escribir de ciclismo. Abusamos de adjetivos grandilocuentes. Ocurre que a veces, sin embargo, sí asistimos a acontecimientos históricos, sí estamos ante auténticas gestas, sí tenemos el privilegio de asistir a la construcción majestuosa de una leyenda. Y es lo que pasa con Tadej Pogacar, que hoy ha ganado su tercer Tour de Francia en Niza, ganado, por supuesto, la contrarreloj final. Insaciable, imponente, descomunal.

Se agotaron hace ya mucho tiempo los adjetivos a la hora de hablar de Pogacar. Pero es que muchos no hemos visto a ningún ciclista ni siquiera remotamente parecido al esloveno. Hemos visto a grandes corredores, por supuesto, pero nada se parece a él. Por su forma de correr, por su enorme y canibalesca ambición, por cómo arrolla allá donde va, por su afán por correr (y ganar) toda clase de carreras, no sólo el Tour. Aunque, el Tour, por supuesto, también. El Tour hizo un guiño a Marco Pantani en la salida de la edición de este año, hace tres semanas. El Pirata fue el último corredor en ganar el mismo año el Giro y el Tour. Fue el 1998. Hoy Pogacar ha logrado esa misma gesta, pero además lo ha hecho de un modo soberbio. 

Pero es que Pogacar no admite comparaciones con nadie. Sólo con Eddy Merckx, reconocido como el mejor ciclista de todos los tiempos. Porque el esloveno gana grandes vueltas, pero también clásicas. Etapas de montaña y contrarrelojes. Se mete en todas las peleas y las gana casi todas. Conoce la historia del ciclismo y la honra. Por eso quiere correr y ganar todo tipo de pruebas. Se quiere divertir en un de la bicicleta, correr para seguir agrandando día a día si leyenda. Hemos conocido a soberbios escaladores, a portentosos vueltómanos, a excelentes clasicómanos, pero es que Pogacar es favorito en el Giro, en el Tour, en los monumentos, en las contrarrelojes, en los días de montaña. Es favorito allá donde corre. Es de otro planeta. 

Hoy Pogacar ha ganado la contrarreloj final en Niza arriesgando en cada curva. Ha aventajado en más de un minuto a Vingegaard en meta. El Giro lo ganó por aplastamiento de sus rivales, con seis triunfos de etapa y dominando a su antojo la corsa rosa. Termina el Tour con otras seis victorias, con una renta de más de seis minutos con Jonas Vingegaard, ganador de las dos últimas ediciones de la ronda gala, y también con una autoridad incuestionable. No ha tenido día malo, no ha habido debilidad alguna. Se vistió de amarillo muy pronto, igual que se vistió de rosa casi desde la salida en el Giro, y, al final que en el Giro, ya no cedió la túnica sagrada de líder de la mayor carrera del mundo. 

No exageramos si decimos que Pogacar es el caníbal del siglo XXI. Hay quien dice que es arrogante, que hace demasiados alardes. Pero es que él es así, no sabe correr de otra manera. Ni sabe ni quiere. ¿Para qué va a hacerlo? ¿Por qué va a renunciar a una enésima exhibición si puede lograrla? ¿Qué sentido tiene no ganar si puede hacerlo, y resulta que él casi siempre puede? La actitud razonable ante semejante portento es disfrutar y ser conscientes de la inmensa suerte que tenemos de poder ver correr a esta leyenda del ciclismo. Porque, sí, solemos exagerar en las crónicas de ciclismo, pero cuando se trata de contar las gestas de Pogacar no hay ni un ápice de exageración. Es más, existe el riesgo de que no se valore como merece lo que está haciendo. Porque hay maneras y maneras de ganar. Él no sólo gana, arrasa, avasalla. Nada que digamos de Pogacar es una hipérbole. 

Hay quien ya sueña con que venga a la Vuelta y busque la triple corona. Él dijo que había un 99% de probabilidades de no correr la ronda española. No parece que vaya a ocurrir. Sería glorioso, pero las tres grandes vueltas en la misma temporada parece una locura incluso para Pogacar. Más cuando buscará el Mundial, que este año tiene un recorrido que le va bien al esloveno en Suiza.


 

Seis segundos le sacaba Pogacar a Vingegaard en el primer punto intermedio de la crono de hoy. Un minuto le metió en meta. Y eso resume bien lo que ha sido este Tour. Vingegaard ha sido segundo de la etapa y ha formado una contrarreloj soberbia, pero eso no le ha valido para derrotar a Pogacar. Porque Pogacar está por encima de todos. Eso no resta mérito, por supuesto que no, a lo que ha hecho el danés en este Tour. Llegó tras la devastadora caída que sufrió en la Itzulia, en la que llegó a  temer perder la vida. Estuvo a punto de no poder llegar al Tour. Llegó para defender su trono y ha sido un más que digno rival de Pogacar. Ha estado muy lejos del esloveno, pero ha sido el que más ha resistido frente al mejor ciclista del mundo. Da la sensación de que Vingegaard no ha llegado al 100% a este Tour. No se le puede pedir nada más que lo que ha dado en este Tour. Ojalá en 2025 vuelva más fuerte  y pueda volver a protagonizar un duelo memorable con Pogacar en las carreteras francesas. 



Completa el podio final de la carrera Remco Evenepoel, otro nombre propio de la carrera. Llegaba al Tour como debutante y se va de él con el maillot blanco de mejor joven, con un triunfo de etapa y también de la confirmación de que sí es un hombre Tour. Hoy se ha emocionado Evenepoel al ser consciente de lo que acaba de lograr, porque ser podio en el Tour de su debut es algo al alcance de muy pocos privilegiados. Ha hecho una carrera extraordinaria y ha dejado claro a todo el mundo que se debe contar con él en las grandes vueltas. Está lejos de Pogacar, como cualquier ser humano, pero es un ciclista sensacional. Y es una gran noticia que Evenepoel se una a la fiesta y cuente claramente en la lucha por las grandes vueltas. 

Hoy en la crono había algún puesto del top 10 pendiente de cómo concluyera la etapa. João Almeida, compañero de Pogacar, ha asegurado la cuarta plaza de la general, mientras que Mikel Landa, compañero de Evenepoel, ha firmado una de las mejores contrarrelojes de su vida (ha sido séptimo)  y ha conseguido con claridad la quinta posición de la general. Muy meritorio. Adam Yates, también compañero de Pogacar en el UAE, termina sexto este Tour, mientras que Carlos Rodríguez, que ha ido de más a menos, concluye séptimo, que no es en absoluto una mala plaza en su segunda participación en la carrera francesa. Completan el top 10 Matteo Jorgenson, Derek Gee y Santiago Buitrago

Y así termina la carrera. Así concluyen tres semanas de Tour, de la mejor carrera del mundo. Esta crónica final también debe incluir otros nombres. Para empezar, por supuesto, el de todos los ganadores de etapa. Como decimos, el Tour termina con seis etapas de Tadej Pogacar, tres de Biniam Girmay, tres de Jasper Philipsen y una de Remco Evenepoel, Romain Bardet (que fue el primer líder de la carrera), Richard Carapaz (que también vistió el maillot amarillo, además de su triunfo de etapa, la general final de la montaña y el premio al ciclista más combativo), Victor Campenaerts, Jonas Vingegaard, Anthony Turgis, Dylan Groenewegen, Mark Cavendish (que batió el récord histórico de Eddy Merckx de triunfos de etapa en el Tour y al que el Tour ha rendido hoy un merecido homenaje en el podio final) y Kevin Vauquelin

En el podio de hoy hay mucha historia. Es la primera vez que el Tour no termina en París, sino en Niza, por la cercanía de los Juegos Olímpicos, que comienzan el próximo viernes en la capital francesa. Además, Biniam Girmay se convierte en el primer ciclista eritreo y el primer corredor negro de África que se lleva el maillot verde de líder de la regularidad. También hace historia Carapaz, primer ecuatoriano en ganar una etapa del Tour, en vestir el maillot amarillo y en llevarse a casa el maillot blanco a puntos rojos de líder de la montaña, además del título del ciclista más combativo de la prueba, un reconocimiento que bien podría haber ganado también Jonas Abrahamsen, un ciclista que ha vivido en fuga este Tour. Igual que el Movistar de Mikel Landa, Oier Lazkano y Alex Aranburu, que se va de la carrera sin premio pero con mucho protagonismo y una actitud ofensiva digna de elogio.

También han subido al podio final de Niza para ser reconocidos como vencedores de la clasificación por equipos todos los ciclista del UAE que han terminado la carrera (Juan Ayuso, tristemente, tuvo que retirarse por el Covid-19, que volvió a hacer de las suyas en este Tour). Porque Pogacar es un corredor legendario, pero también es justo reconocer que también ha tenido el mejor equipo, lo cual siempre ayuda. Y así se sigue escribiendo la historia centenaria del Tour y la leyenda de Pogacar, que cada día cautiva y emociona más. 

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