Histórico doblete olímpico de Evenepoel



Queda aún una semana, pero sabemos ya que los Juegos Olímpicos de París 2024 serán recordados como los Juegos de la gimnasta Simone Biles, el nadador Léon Marchand y el ciclista Remco Evenepoel. Todos los Juegos tienen grandes estrellas de distintas disciplinas cuyos logros trascienden su deporte para convertirse en los grandes héroes de la cita olímpica, en los nombres por los que se recordarán pasados los años. Y Evenepoel se ha ganado estar en ese Olimpo de los elegidos. El pasado sábado se proclamó campeón olímpico contrarreloj y hoy ha hecho lo propio en la prueba en ruta tras una sensacional exhibición en un bellísimo circuito por Montmartre abarrotado de público. 

Ningún otro ciclista había logrado antes el doblete olímpico en contrarreloj y ruta. Una gesta para la historia que sí logró la corredora neerlandesa Leontien Zijlaard-van Moorsel. Evenepoel, que suele ganar a su estilo, a lo campeón, atacando de lejos y dejando boquiabiertos a los espectadores, ha firmado hoy una de las más bellas y trascendentes victorias de su aún breve pero deslumbrante carrera deportiva. 



Para añadirle más épica a su victoria, que dejó más que sentenciada en la última subida a Montmartre, el ciclista belga sufrió un pinchazo a cuatro kilómetros de meta y tuvo que cambiar de bici. Para entonces ya tenía el oro más que ganado, pero él no lo sabía porque no había referencias al minuto para los ciclistas al disputarse la carrera sin pinganillos. Gritó y se puso nervioso Evenepoel, lógicamente, pero volvió a subirse en su bicicleta. Preguntaba muy alterado al cámara por las diferencias. Temía que se le escapara el oro. Quería saber qué margen tenía. Era mucho, muchísimo. Más de un minuto. Tenía sentenciada su gesta olímpica, la victoria que le sitúa a la altura de los grandes nombres de París 2024, al lado de las leyendas de la historia de los Juegos Olímpicos. 



El coche del equipo le dijo que estuviera tranquilo, que tenía tiempo, y el belga pudo cruzar el Sena saboreando su sensacional triunfo. En meta, se bajó de la bici y posó con la Torre Eiffel de fondo. Una imagen para la historia de un ciclista de insultante juventud, pero ya leyenda viva del ciclismo y de los Juegos. Un corredor no pocas veces discutido o criticado de forma injusta, sin tener en cuenta su enorme clase y su edad. Hoy ha logrado lo que nadie antes consiguió jamás en el ciclismo masculino, un hito en la historia de este deporte. Se lo merece. Es un ciclista descomunal. 



La histórica victoria de Evenepoel responde a su clase, por supuesto, y a su abrumador dominio, pero también a una magnífica estrategia de Bélgica. La prueba se presentaba muy difícil de controlar, con 90 corredores de 45 países. Los belgas han corrido de diez, como un equipo. La prueba ha sido muy loca, además de por los pocos corredores que tenía cada selección, porque no había pinganillo. Por eso, por ejemplo, la táctica de Francia parecía difícil de entender, o incluso criticable, en algunos momentos, pero ha terminado con la plata para Valentin Madouas y el bronce para Christophe Laporte, quien entraba en meta, aparentemente, sin saber que en realidad estaba esprintando por la medalla. Excelso resultado para la selección anfitriona de estos Juegos que están regalando imágenes memorables en la inigualable ciudad de la luz.

La carrera partió con Peter Sagan dando la salida desde Trocadero, una imagen que prometía un gran día de ciclismo. El inmenso gentío en buena parte del recorrido, en especial, en el circuito final en Montmartre, y la belleza de París hicieron el resto. La primera escapada estuvo formada por el mauriciano Christopher Rougier-Lagane, el tailandés Thanakhan Chaiyasombat, el ugandés Charles Kagimu, el ruandés Eric Manizabayo y el marroquí Achraf Ed Doghmy, que tomaron mucha ventaja porque no suponían un riesgo para la lucha por las medallas. Dinamarca y Países Bajos se pusieron al frente del pelotón. 

Después de un parón importante, desde el gran grupo saltaron el italiano Elia Viviani, el ruso (que compite sin bandera) Gleb Syritsa, el irlandés Ryan Mullen y el griego Géorgios Bouglas. Más tarde atacó el irlandés Ben Healy, que fue ayudado por Mullen, y con él también saltó el kazajo Alexey Lutsenko. Ya eran corredores del primer nivel con capacidad de inquietar a los favoritos. Por eso, a 76 kilómetros para el final se puso a tirar a bloque el belga Tiesj Benoot, que ha hecho un trabajo impecable para sus líderes, y a 72 aceleró Remco Evenepoel, aunque fue sólo un tanteo. 

Mientras en el grupo principal había nervios y varios intentos, Healy y Lutsenko ampliaron por encima del medio minuto su ventaja al frente de la carrera. A 67 volvió a acelerar Evenepoel, pero no fue a mayores. Se sucedieron los intentos. Sí se formó un corte interesante con el alemán Nils Politt, el francés Valentin Madouas, el británico Fred Wright, el canadiense Michael Woods, el suizo Stefan Küng, el austriaco Marco Haller y el mongol Jambaljamts Sainbayar. Bélgica seguía tirando del pelotón. 

A 46 kilómetros para el final atacó el neerlandés Mathieu Van der Poel y le siguió el belga Wout Van Aert. Momento crítico de la carrera. Tras ellos se fueron el estadounidense Matteo Jorgenson, el francés Julian Alaphilippe y el letón Tom Skujins. Tenía todas las papeletas para ser el corte bueno, pero no cuajó. Mads Pedersen en primera persona cerró el hueco. Justo después, a 38 de meta, atacó con todo Remco Evenepoel. Mientras tanto, Healy, ya en solitario, seguía en cabeza. 



El belga puso un ritmo demoledor en el grupo perseguidor, sin mirar atrás, soñando con el oro. Brutal. En la penúltima subida a Montmartre aceleró Evenepoel y a su rueda se fueron Madouas y Healy. Tres ciclistas para tres medallas. Pronto cedió el irlandés, mientras al belga se le ponía cara de leyenda olímpica. En esa misma cota atacó Mathieu Van der Poel y a su rueda se pegó Wout Van Aert, en un admirable trabajo de equipo. Menos organizada parecía Francia, con Julian Alaphilippe y Christophe Laporte atacando por detrás cuando seguía por delante Madouas, pero claramente la jugada le salió perfecta a la selección que corría en casa. 

En el principio de la última subida se fue en solitario Evenepoel. Faltaban 15 kilómetros para la meta. En el barrio el el que vivió Picasso, al que tantos han cantado, que encierra la belleza de la bohemia, allí donde se escribieron tantas páginas de la historia del arte, ha firmado hoy Remco Evenepoel una asombrosa gesta olímpica. Desde hoy Montmartre es el barrio del Moulin Rouge, de la bohemia, de los pintores callejeros, de la historia de la colina insumisa y rebelde, de la imponente basílica del Sagrado Corazón… y también el lugar en el que Remco Evenepoel ganó el oro en la prueba en ruta de los Juegos Olímpicos de 2024.



Con la victoria más que sentenciada, restaban dos medallas por repartir. Las dos se quedaron en casa, en Francia. Sufrió lo indecible Madouas para llevarse la plata, mientras que Laporte ganó el sprint reducido en el que se decidió el bronce, da la impresión de que sin que fueran del todo conscientes los propios ciclistas. París fue una fiesta también para la afición francesa, que no puede estar más feliz con dos medallas en una prueba cuyo ganador, Remco Evenepoel, entra por la puerta grande, por la Torre Eiffel, en el Olimpo de los Juegos. Chapeau Evenepoel, chapeau Francia, chapeau París. 



La delegación española estuvo, pero no asomó en ningún momento en cabeza. Alex Aranburu terminó decimoctavo; Juan Ayuso, vigesimosegundo y Oier Lazkano, trigésimo quinto. 

Comentarios