Apoteósico Pogacar: arcoíris tras atacar a 100 de meta



29 de septiembre de 2024, otro día para la historia del ciclismoHace ya mucho tiempo que Tadej Pogacar no corre contra sus rivales, sino contra la historia. Corre para ganar, pero a su manera, firmando excelsos recitales, moviéndose desde lejos, agitando las carreras como nadie, creando sus propias reglas. Pogacar sigue escribiendo su leyenda, agigantándola día a día, logrando hazañas siempre un poco más memorables que la anterior, enamorando al planeta ciclista

En julio, el corredor esloveno igualó el hito de Marco Pantani en 1998 al ganar el Giro y el Tour el mismo año. Hoy ha sumado el Mundial, algo que sólo habían logrado antes en la historia dos corredores: Eddy Merckx en 1974 y Stephan Roche en 1987. Ha ganado el Mundial, sí, y vestirá de arcoíris el año que viene, pero lo más importante es cómo lo ha hecho, atacando a 100 kilómetros de meta. 

Zúrich ha sido hoy escenario de la enésima exhibición de Pogacar, el gran dominador del ciclismo mundial, el caníbal del siglo XXI. Del corredor esloveno se espera que gana allá donde corra y que lo hago a lo grande, como nunca nadie antes, atacando de lejos y deslumbrando a todos, desafiando la lógica. Cuando el esloveno atacó a 100 kilómetros del final, parecía que era demasiado lejos incluso para Pogacar. Pero nunca nada es demasiado para el ciclista esloveno. Siempre puede ir un poco más allá, lograr otra gesta más, conseguir otra victoria memorable, hacernos sentir una vez más inmensamente afortunados por poder disfrutar de sus hazañas. 



El palmarés de Pogacar a sus 26 años es impresionante. Y lo más increíble de todo no son las meras estadísticas, sino lo que hay detrás de cada una de sus victorias, la forma de conseguirlas. Porque el palmarés no es lo que más importa. Apabulla todo lo ganado por Pogacar a su edad (un Mundial, tres Tours de Francia, un Giro de Italia, dos Tirreno-Adriático, una París-Niza, una Volta a Catalunya, tres ediciones de Il Lombardía, dos Lieja-Bastoña-Lieja, un Tour de Flandes, dos Strade Bianche, una Amstel Gold Race y una Flecha Valona, y eso solo entre más mayores victorias). Los datos de las victorias de Pogacar son alucinantes, pero los números son eso, frías cifras. Las emociones que despierta Pogacar, el rey del mundo del ciclismo, su forma de correr y vencer, la esencia, en fin, de Pogacar, es la que lo hace único.

Cuando Pogacar atacó a 100 kilómetros de meta tenía por delante a su compañero Jan Tratnik. Y le ha ayudado mucho para abrir camino hasta que Pogacar se ha lanzado en solitario camino de la victoria más asombrosa y fascinante de su carrera, lo cual es mucho decir tratándose del todopoderoso esloveno

Ha sido una carrera preciosa y, como todas las carreras en las que participa Pogacar, condicionada por él. Porque él decide cómo y cuando todo cambia para siempre. Esta vez fue a 100 de meta. Y hasta ahí llegó el Mundial. Nadie esperaba que se moviera desde tan lejos y dejó descolocados a sus rivales, en especial, a los otros dos grandes candidatos, Mathieu Van der Poel y Remco Evenepoel. La selección belga se puso a tirar a bloque, luego hubo varios ataques para intentar cerrar la distancia con Pogacar en solitario, pero no hubo manera. Controló la carrera a su antojo el esloveno. Nunca llegó a peligrar su maillot arcoíris, por más que diera ciertas muestras de ser humano en el circuito final. En la entrevista en meta parecía incluso hasta cansado, toda una novedad ante un extraterrestre como él. 

Antes del ataque de Pogacar, casi desde la salida hubo constantes ataques y contraataques en la primera parte de la carrera hasta que se formó un corte con el suizo Silvan Dillier, el noruego Tobias Foss, el portugués Rui Oliveira, el polaco Piotr Pekala, el luxemburgués Luc Wirtgen, el alemán Simon Geschke, el estonio Markus Pajur y el panameño Roberto González. La selección eslovena de Tadej Pogacar tomó la responsabilidad de tirar del pelotón desde el principio. El español Pello Bilbao, el portugués João Almeida y el francés Julian Alaphilippe se fueron al suelo. Este último tuvo que abandonar, igual que Bilbao poco después. 

A 130 kilómetros de meta atacó Pablo Castrillo. Luego se movió el australiano Jay Vine, que provocó un corte importante, ya que con él se fueron el belga Laurens De Plus, el esloveno Jan Tratnik, el danés Nielsen, el italiano Mattias Cattaneo, el francés Pavel Sivakov, el estadounidense Kevin Vermaerke, el noruego Johannes Staune-Mittet y el alemán Florian Lipowitz. A 100 kilómetros atacó Pogacar y, lo dicho, la carrera entró en una nueva dimensión. Se fueron a su rueda el italiano Andrea Bagioli y el estadounidense Quinn Simmons

A 78 Pogacar atacó desde el grupo delantero cuando la ventaja con el pelotón se había reducido a los 30 segundos. Se fue tras el Sivakov. A 71 aceleró por atrás el belga Remco Evenepoel, pero no le dio continuidad. Después saltaron el británico Oscar Onley, el danés Tom Skujins y el irlandés Ben Healy. En el grupo de Evenepoel y Van der Poel quedaban dos españoles, Enric Mas y Roger Adrià, bien situados entre los mejores de los mortales, los que menos lejos estuvieron de Pogacar.

Hubo varios ataques por detrás, como el que lanzó el suizo Marc Hirschi a 19 kilómetros del final, que respondió Mas. Al poco saltaron Evenepoel y Van der Poel. Las medallas estaban en juego. Hubo agrupamiento entre los siete perseguidores. La situación era propicia para que alguien intentara sacar partido de la vigilancia entre Evenepoel y Van der Poel, y quien lo hizo fue el australiano Ben O’Connor, que tras firmar una sensacional Vuelta a España ha logrado una plata muy valiosa en el Mundial, mientras que el neerlandés Mathieu Van der Poel ganó el sprint del grupo y se colgó el bronce

Todo ello en un día en el que Pogacar ha vuelto a hacer historia. Otro día memorable del caníbal del siglo XXI, el mejor ciclista al que varias generaciones hemos visto correr; quizá el mejor ciclista de todos los tiempos

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