El Mundial de Kigali ha sido el cuarto con más desnivel acumulado de la historia, con 5.475 metros, y sin duda también uno de los más bellos de siempre. Las imágenes del Monte Kigali repleto de público han sido de las más impresionantes que se recuerdan en muchos años en una carrera ciclista. Una fiesta memorable en el primer Mundial de la historia celebrado en África. Además, en esa exigente ascensión, situada entre los dos tramos con varias vueltas el duro circuito, se rompió la carrera, con un ataque demoledor de Tadej Pogacar a algo más de 100 kilómetros de meta, que terminó siendo decisivo para el segundo arcoíris consecutivo del ciclista esloveno, tras el conquistado el año pasado en Zúrich. En Europa, en África y en cualquier parte del mundo, Pogacar sigue estando a otro nivel, sigue siendo un extraterrestre.
El Mundial, que siempre es especial, la carrera más bonita del año, ha sido aún más formidable esta vez. Por el excelente recorrido, por el exuberante paisaje, por la impecable organización, por el hecho histórico de disputar la prueba en Ruanda, por la admirable entrega del público local y, claro, por la enésima exhibición de Pogacar. Ha sido un Mundial inolvidable que ha enamorado como nunca, con Pogacar ganando a lo campeón y arrollando como siempre.
El ciclista esloveno volvió a moverse a algo más de 100 kilómetros de meta, igual que en la cita mundialista de Zúrich, convirtiendo en tradición anual lo extraordinario, como si fuera sencillo. Desde muy lejos de meta, Pogacar volvió a atacar a 100 kilómetros del final y, de nuevo, ahí volvió a asentar un triunfo formidable, una de esas victorias que el caníbal del siglo XXI hace parecer sencillas. Es el primer ciclista de la historia que encadena dos años seguidos ganando el Tour de Francia y el Mundial. El mejor ciclista del mundo seguirá vistiendo un año más el maillot arcoíris que señala, en efecto, al campeón del mundo. Todo en orden.
Alejandro Valverde, campeón del mundo hace siete años, ciclista con sobrada experiencia en los Mundiales y ahora seleccionador nacional español, contaba en una entrevista previa con Eurosport que sólo un ciclista, Pogacar, podría pensar en atacar a 100 kilómetros del final, en el Monte Kigali. También dijo algo que, claro, se dice fácil pero es extremadamente difícil de conseguir: que no se podía dejar escapar a Pogacar. Pero a ver quién le sigue el ritmo. Cuando aceleró el esloveno, Juan Ayuso logró pegarse a su rueda y poco después llegó a su altura Isaac Del Toro, tres ciclistas del equipo UAE, aunque la próxima temporada Ayuso correrá en el Lidl-Trek. Aguantó bien el español hasta que un acelerón de Del Toro en el muro de Kigali fue demasiado exigente para el español, que se descolgó.
Por detrás, Australia, Italia y Bélgica se puso a trabajar, pero la dupla delantera alcanzó el minuto de diferencia con facilidad. También se sucedieron los ataques en su persecución. No hubo manera. Nadie vería ya a Pogacar hasta la meta. A 77 kilómetros del final, en la subida a Kimihurura, esa dura subida empedrada que llevamos disfrutando toda la semana con las distintas categorías del Mundial, Pogacar dejó atrás a Del Toro de forma natural, sin querer, realmente. De hecho, frenó porque le interesaba llevar con él a alguien, y si era un querido compañero de equipo, mejor que mejor. En la siguiente vuelta, a 66 de meta, el esloveno dejó atrás definitivamente al mexicano. Y ahí ya se fue en solitario hacia la victoria, su majestuosa rutina vencedora.
Mientras, por detrás se formó un grupo perseguidor con el irlandés Ben Healy, el francés Pavel Sivakov y el danés Mikkel Honoré. No cuajó su movimiento, a diferencia del quinteto perseguir que terminó asentándose, con el belga Remco Evenepoel (que fue a remolque toda la carrera), el británico Tom Pidcock, el australiano Jay Hindley, el irlandés Ben Healy y el danés Mattias Skjelmose. Al poco, Evenepoel eliminó a Pidcock y a Hindley, por lo que se quedaron tres ciclistas para las dos medallas que Pogacar les dejó al común de los mortales.
A 20 kilómetros de meta aceleró Evenepoel para asegurarse la plata, un consuelo tras una carrera en la que hizo frente a multitud de problemas mecánicos e infortunios. No es mal balance para el belga tras el arcoíris contrarreloj que logró hace una semana ante Pogacar, quien dobló incluso. Evenepoel es un gran campeón y, como tal, no se mostró especialmente feliz por su segundo puesto, ya que a él sólo le vale el primero. Pero Pogacar es mucho Pogacar. Hoy nadie ha tenido la más mínima opción de derrotar al ciclista esloveno, que suma ya 17 victorias esta temporada: la general del Tour de Francia más cuatro etapas, la Strade Bianche, el Tour de Flandes, la Flecha Valona, la Lieja-Bastoña-Lieja y el Dauphiné más tres etapas.
Pogacar venció con minuto y medio de ventaja sobre Evenepoel y con más de dos minutos sobre Healy, que logró una meritoria medalla de bronce. Juan Ayuso ha sido el mejor español de la carrera, con la octava plaza. El francés Paul Seixas, con sólo 19 años, ha terminado decimotercero en un Mundial que se ha puesto nuy cuesta arriba para la selección francesa, cuyo líder Julian Alaphilippe, tuvo que abandonar muy pronto por problemas de salud.
Antes de que Pogacar reventara la carrera, la primera fuga de este inolvidable Mundial de Kigali estuvo formada por el danés Foldager, el neerlandés Huising, el portugués Ivo Oliveira, el suizo Christen, el alemán Mayrhofer y el francés Bernard. Al rato, aceleró Raúl García Pierna, que se dio una buena paliza para conectar con el quinteto de cabeza. Fueron las primeras escaramuzas de una carrera formidable que ha puesto el broche de oro a una soberbia semana de ciclismo en Kigali. La imagen de Pogacar alcanzado los brazados con ese gigantesco ejemplar de jacarandá al fondo es el final perfecto de un Mundial inmejorable.
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