Todo para Martin en el adoquín

Tras tomar prestado el final de la Flecha Valona, el Tour de Francia ha recorrido hoy seis tramos de pavés, entre ellos algunos de la París-Roubaix. Un lujo para la organización de la ronda gala. A los amantes al ciclismo nos gusta fantasear con componer recorridos de carreras. Aquí este alto de montaña, allá una trampa, acá un tramo de adoquín... En ese juego, así lo vemos desde la distancia, los organizadores del Tour se han dado el gustazo de encandenar dos etapas por recorridos de grandes clásicas del ciclismo. La batalla sobre las piedras, con el traqueteo de la bicicleta, la lucha por entrar bien situados, el barro sobre los brazos, las piernas y los rostros de los ciclistas como heridas de guerra. Una batalla colosal en la que todos los grandes favoritos se han defendido como unos titanes y de la que ha salido vencedor absoluto un estratosférico Tony Martin, quien ayer no se puso líder por un segundo y hoy se ha lucido ganando la etapa y arrebatando a Froome el maillot amarillo. 

Martin, dominador mundial de la contrarreloj durante tantos años, es sin embargo mucho más que un especialista contra el crono. Y le gusta demostrarlo. El corredor alemán del Errix-Quick Step protagonizó en la pasada edición del Tour una de esas hazañas memorables, una cabalgada en solitario excepcional por terreno montañoso que le condujo a la gloria. Siempre ambicioso, Martin ha tenido que cambiar de bici en la parte final de la etapa. En un primer momento, según ha contado en meta, pensó que se despedida de la victoria de etapa y de su sueño por vestirse de líder en el Tour. Pero el poderoso ciclista alemán no se rindió. Se recompuso pronto, resistió las embestidas en cada tramo de pavé y pasó entonces a idear su plan. 

Que Martin, con el liderato en la Grande Boucle a un segundo, iba a intentar marcharse para ganar la etapa y vestirse de líder estaba cantado. No ha sido, pues, nada sorprende su ataque su ataque a unos 3 kilómetros de meta. Pero nadie ha podio seguirle. La locomotora alemana en acción, la potente maquinaria germana se había puesto en marcha y nadie sería capaz de hacerle descarrilar. En parte, porque los equipos de los corredores con aspiraciones de ganar la etapa, sobre todo el Giant-Alpecin de Degenkolb, han tardado en reaccionar. Pero, sobre todo, porque el demarraje de Martin fue de esos inalcanzables. El alemán lanzó un ataque extraordinario y nadie le iba a arrebatar el sueño de ser líder en el Tour. Ha ganado con autoridad uno de los grandes corredores del pelotón internacional, uno de esos ciclistas que engrandecen su leyenda en cada carrera y que desde hoy suma a su larguísima lista de triunfos el maillot amarillo del Tour. 

La etapa, intensa, muy emocionante, apenas ha dejado diferencias entre los favoritos. Un día más, Thibaut Pinot ha sufrido. No está siendo este su Tour. El joven ciclista francés de la FDJ ha pinchazo en uno de los tramos de adoquín y ha terminado cediendo más de tres minutos. A partir de ahora el corredor galo, tercero en la pasada edición del Tour, deberá cambiar sus objetivos para aspirar a lograr triunfos parciales. Lo primero será recuperarse mentalmente de tantos golpes de infortunio que ha sufrido estos días. Otro corredor francés que ha pasado un mal día es Pierre Rolland, líder del Europcar, quien también ha perdido una minutada.

La etapa de hoy, con siete tramos de adoquín, era una de las más temidas por los aspirantes al triunfo final en París. Todos ellos han salvado el día y alguno, sobre todo Vincenzo Nibali, no se ha confirmado con intentar no perder tiempo, sino que han intentado con denuedo sacar tiempo a sus rivales. El Tiburón se lució en la etapa de piedras del año pasado en el Tour y hoy ha intentado repetir la jugada. En primera persona se ha puesto en frente del grupo en varios tramos de adoquín. Valiente, aguerrido, extraordinariamente habilidoso con la bicicleta sobre el pavé, el ciclista italiano lo ha probado y ha punto ha estado de darle un bocado a la general sobre Quintana y Contador, pero sus ataques sólo le han servido para ganar el premio a ciclista más combativo. 

Froome, a quien poco le importa perder el amarillo a estas alturas tan tempranas de la carrera, también se ha defendido muy bien el el adoquín, lo que le sirve para olvidar el mal sabor de boca que le dejó la etapa sobre el pavé del año pasado. El ciclista británico del Sky se ha mostrado sólido, resistente, atrevido. En el último tramo de adoquín ha entrado en el corte provocado por Nibali e incluso se ha puesto a tirar para intentar abrir hueco con el resto de candidatos, aunque al final de nada le ha servido. El corredor nacido en Nairobi sale reforzado de esta etapa porque no ha mostrado ninguna debilidad y porque sigue como el gran candidato mejor situado en la general

Otro ciclista que sufrió el año pasado a estas alturas en las piedras del Tour y que esta vez ha salvado la papeleta, en buena medida gracias a un excepcional trabajo de su equipo, es Alberto Contador. Apoyado en Peter Sagan y en Daniele Benatti, el corredor de Pinto ha logrado mantenerse junto a sus grandes rivales en todo momento. En la parte final de la etapa se ha visto cortado, pero sus gregarios del Tinkoff-Saxo han resuelto ese momento de dificultad. Contador temía esta etapa, sabedor de que tenía mucho más que perder, y sale de ella tal y como entró. Lo mejor que podía ocurrir. Igual que Nairo Quintana, tal vez quien más ha sufrido de los cuatro fantásticos. 

Más suelto que Quintana, su jefe de filas, se ha visto a Alejandro Valverde. El corredor murciano del Movistar ha atravesado cada tramo de pavé muy bien situado e incluso parecía presentar su candidatura a ganar la etapa, después de ser incapaz de vencer en el muro de Huy, donde era favorito. Esta vez, Valverde iba fuerte, quizá con opciones de triunfo, pero no ha podido darle la réplica a un impresionante Tony Martin. Undécimo en la etapa ha concluido el corredor del Movistar. La etapa, pues, se ha saldado sin diferencia entre los grandes de la general. Mañana, quinta etapa, llegará la primera oportunidad para los sprinters. Qué diferente este Tour a las ediciones de hace no tanto tiempo en las que la primera semana era una sucesión monótona de llegadas masivas. 

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