Van Avermaet prolonga el gafe de Sagan

Quince segundos puestos, quince, acumula Peter Sagan en el Tour de Francia. Es la más mediática y atractiva de las carreras del calendario internacional, la que todo lo da y lo quita, la más seguida por los aficionados y por los seguidores ocasionales del ciclismo. El Tour es el Tour y por eso todos los corredores, los hombres fuertes en las carreras de tres semanas, por supuesto, pero también los velocistas y los clasicómanos, quieren lucirse en el escaparate de las carreteras francesas, sabedores de que es el más importante. Es el Tour una carrera tan importante como dura, tan grande como exigente, tan inmensa como maldita a veces. Lo sabe bien Sagan. El joven corredor del Tinkoff-Saxo ha alcanzado la gloria en esta prueba, con tres maillots verdes de líder de la regularidad y cuatro etapas, pero también se ha quedado muchas veces, 15 ya, con la miel en los labios. La última ha sido hoy, cuando ha cedido frente a Greg Van Avermaet en el final en Rodez. 

La maldición de Sagan, que sigue coleccionando segundos puestos en la ronda gala, ha sido hoy casi más noticia, o al menos sí más comentado, que el triunfo de Van Avermaet. Los dos atacaron en la parte final de una etapa rompepiernas que estuvo protagonizada por la escapada de Geniez (FDJ), De Gendt (Lotto-Soudal), Gautier (Europcar), Kelderman (LottoNL-Jumbo), Haas (Cannondale-Garmin) y Périchon (Bretagne-Séché Environnement). Los hombres de la general se han tomado un respiro en esta jornada de media montaña por el Macizo Central, decididos a dejarlo todo para los Alpes y dando vueltas aún al arrollador dominio del Sky y a la espectacular victoria en Plateau de Beille de Joaquim Rodríguez. Se cumplió la previsión de que cuajaría una fuga, pero ganar una etapa en el Tour es un premio mayor que ningún equipo descarta, más aún a estas alturas de la carrera, por lo que Van Avermaet y Sagan disputaron el triunfo parcial y hurtaron a los fugados de la opción de aspirar a la victoria. 

Tras ganar una etapa en la Tirreno-Adriático y otra en la Vuelta a Bélgica, donde también se llevó la general final, el corredor del BMC triunfa en el Tour de Francia. Más victorias ha logrado Sagan en lo que va de temporada, y sin embargo empieza a rodearle un halo de infortunio, de gafe, de maleficio, de condena a ser segundo, a rozar el triunfo sin conseguir cazarlo al vuelo. Los quince segundos puestos que acumula en sus participaciones en el Tour así lo ratifican. El ciclista eslovaco del Tinkoff-Saxo es muy joven y no es que nunca haya pasado sin pena ni gloria por la ronda gala (ahí están sus etapas y sus maillots verdes), pero alimenta cada día un poco más esa leyenda de segundón que tanta ansiedad debe de generar en Sagan y a la que tan poco está acostumbrado alguien que solía ganarlo todo con insultante facilidad

Este año, Sagan ha ganado una etapa de la Tirreno-Adriático, dos etapas y la general del Tour de California, dos etapas y la general de la Vuelta a Suiza y los nacionales de Eslovaquia de contrarreloj y ruta. Tras un inicio de año algo dubitativo, puede que por la presión por no defraudar en su nuevo equipo, el corredor eslovaco se encontró con la victoria y ahora es en el Tour, carrera odiada y amada, caprichosa enamoradiza y a veces cruel, donde Sagan vuelve a chocar contra los segundos puestos. Siempre cerca, pero nunca acertando. Sin puntería. ¿Qué le pasa a Sagan? ¿Ha perdido la chispa? ¿Le puede la presión? ¿Hasta qué punto es inquietante su mala racha? Tal vez haya un poco de todo. La suerte no le acompaña, parece evidente que según sigue avanzando la carrera sin lograr vencer el corredor se vuelve más ansioso, se obsesiona más con el triunfo y además quizá le flojee la confianza en sí mismo. 

Con todo, habría que analizar cada segundo puesto en detalle. Hoy nada se le puede repechar. Lo ha intentado, pero Van Avermaet ha sido más rápido y más fuerte que él. Otros días, sin embargo, no ha sabido gestionar bien el favoritismo o ha dejado la tostada a otros porque no quería asumir la responsabilidad en momentos clave de la jornada, esos en los que se decide la carrera. Sagan lo seguirá buscando, continuará acechando la victoria. No conviene olvidar, de todos modos, que ser segundo tantas veces en el Tour tampoco está al alcance de muchos. Supone estar disputando la victoria, en la pomada, como se suele decir. Así que no es nada justo echarle en cara que es un segundón, que nunca gana. Primero porque no es verdad y segundo porque quién puede afirmar que ganar en el Tour es sencillo. Incluso aunque seas Peter Sagan. 

Del resto, poco más. Como se preveía, no ha habido dispuesta entre los hombres fuertes de la general, aunque Chris Froome sí ha intentado, insaciable, tiránico, picarle unos segundos a los rivales en meta. Tal vez la etapa de mañana, jornada 14 con final en Mende justo después de subir la Côte de la Croix Neuve, de segunda categoría, sí sea más propicia para que los corredores intenten sorprender al todopoderoso líder. El domingo, más montaña, pero lejos de meta, y el lunes subida al Col de Manse (8,9 kilómetros al 5,6%) a poco más de 10. Los Alpes esperan en la tercera semana de carrera, a partir del miércoles tras el segundo y último día de descanso. 

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