Lampaert repite con astucia en A través de Flandes

Cuando decimos que las clásicas de primavera encierran la pureza del ciclismo, sus mayores atractivos, sus más grandes emociones, pensamos en pruebas como la A través de Flandes de ayer. Puro espectáculo. Puro ciclismo. Fue una bendita locura, una carrera totalmente caótica, con muchas alternativas, con la lluvia complicando aún más el recorrido, ya de por sí exigente. A veces, cuanto más sufren los ciclistas, cuanto más agónico es su esfuerzo, más disfrutan los amantes de este deporte, decididos a aplaudir a estos gladiadores que se echan a la arena en busca de la gloria. En tiempos de pinganillos y de esfuerzos controlados, de ataques en los últimos 200 metros, de tácticas conservadoras, las clásicas son cada año un soplo de aire fresco, un viaje al pasado que, paradójicamente, deja claro que este deporte sigue teniendo mucho futuro, porque es capaz de revivir esas emociones añejas, esas batallas colosales sobre los adoquines, ascendiendo muros infernales, jugándosela en cada curva, en cada piedra. 


Fue una carrera muy emocionante, el aperitivo perfecto al Tour de Flandes, segundo monumento de la temporada, que se disputa el domingo, y que emitirá de forma íntegra Eurosport, por cierto. Sin duda, parte del atractivo de la prueba fue la presencia de dos de los líderes del Movistar, Alejandro Valverde y Nairo Quintana, que acudieron a la clásica belga para aclimatarse a los adoquines, dado que el Tour incluye este año una etapa con empedrado. Bueno, esa era la explicación oficial, aunque casi todo el mundo tenía claro que Valverde, ya que estaba ahí, intentaría ser protagonista. Y vaya si lo fue. Alejandro Magno, quien nunca se ha terminado de decidir a disputar estas clásicas, estuvo entre los mejores casi hasta el final, hasta el último corte, que resultó decisivo. Demostró así el murciano que puede aspirar a todo también en estas carreras, de las pocas en las que apenas había brillado hasta ahora. Sin embargo, a pesar de un undécimo puesto de ayer y de las magníficas sensaciones que transmitió, al final Valverde no participará en el Tour de Flandes. Una auténtica pena. 

Valverde tuteó a los grandes clasicómanos, que acudieron a esta prueba casi sin ninguna ausencia (sólo las de Peter Sagan y Philippe Gilbert). Hubo mucha batalla en la formación de las fugas iniciales, esas que no suelen tener éxito, pero que animan la carrera hasta que llegan los tramos decisivos, tanto los adoquinados como los muros, incluso los muros adoquinados, que son ya el éxtasis de la primavera ciclista, con los corredores retorciéndose y los aficionados salivando. Quedaban algo más de 60 kilómetros para el final cuando llegó el primer gran movimiento de la clásica, un demarraje portentoso de Tony Martin, pura fuerza. Descomunal, como siempre, el corredor del Katusha-Alpecin. Pocos espectáculos mayores al del corredor alemán en marcha, acelerando, marcando un ritmo imposible de seguir por nadie. Lamentablemente, Martin se fue al suelo en una curva, lo que dio al traste con su aventura, aunque dejó ese toque de clase y poderío que muy pocos ciclistas pueden conseguir. 

El ataque de Martin desató completamente las hostilidades. Desde entonces hasta meta, los movimientos no cesaron. Primero fue un enorme Zdenek Stybar, quien empezó a mover las fichas del Quick-Step Floors, que este año está exhibiendo una maestría fuera de lo común en las clásicas. Más tarde se movieron Greg Van Avermaet y Tiesj Benoot. A su ataque le sucedió otro demarraje de Sep Vanmarcke, siempre combativo, y de Yves Lampaert, otra pieza más del Quick-Step. Valverde resistía en el grupo de los elegidos, pero no fue capaz de entrar en el quinteto cabecero definitivo, entre cuyos componentes se decidiría la victoria. Había mucho nivel delante, además de los citados Lampaert y Vanmarcke, se metieron en el grupo de cabeza Edvald Boasson Haggen, Mike Teunissen (ojo a este corredor) y Mads Pedersen

El más rápido de los cinco hombres de cabeza era Boasson Haggen, el único al que le venía bien llegar de la mano de sus compañeros de fuga. Por detrás, hubo algún intento de Van Avermaet y de Benoot, pero se les había escapado la oportunidad. Por delante, Vanmarcke intentó sorprender a los otros candidatos, pero no logró soltarlos. Cuando todo parecía abocado a un sprint entre los cinco, en uno de esos instantes clásicos de parón cuando un grupo reducido se acerca a meta, Yves Lampaert demarró, con una exhibición de fuerza, sí, pero también, o sobre todo, de inteligencia, ya que pilló desprevenidos a sus rivales. Cuando quisieron reaccionar, el corredor belga alzaba ya los brazos, exitoso, en meta, celebrando su primer triunfo de la temporada, el segundo consecutivo en la A través de Flandes, y presentando su candidatura y la solidez de su equipo para el Tour de Flandes, la próxima gran cita de la temporada. 

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