Gaviria gana por sprint irregular de Viviani

La etapa ayer del Giro, que transcurrió con un notable retraso y que terminó con el previsible final al sprint, se resistió tanto a terminar que se resolvió incluso después de que los corredores cruzaran la línea de meta. Elia Viviani fue quien alzó los brazos en señal de victoria y a quien se dio por vencedor inicialmente, pero un movimiento irregular en el sprint llevó al jurado a retirar el triunfo al corredor italiano. En su lugar, el ganador de la etapa interminable fue Fernando Gaviria, que entró segundo en meta.

No deja de resultar irónico que una etapa tan larga, con tanto retraso y con tan escaso interés hasta el kilómetro final, tuviera casi más emoción, por la polémica, cuando la jornada ya había terminado. Un aficionado que siguiera la retransmisión y apagara la tele nada más terminar la volata se habrá llevado después un sobresalto al leer en las redes sociales o en las webs que el ganador real de la etapa no fue Viviani sino Gaviria. Más sorpresas y emoción en la comunicación del jurado que en los más de 200 kilómetros de recorrido de la etapa. En todo caso, vistas las imágenes, la decisión del jurado parece impecable.

Antes o después, en toda gran vuelta surge el eterno debate sobre este tipo de etapas totalmente llanas en las que el final al sprint está cantado, tanto que hasta se lo piensan más de la cuenta los buscadores de gloria a la hora de entrar en la escapada del día. Ayer sólo se animó el japonés Sho Hatsuyama, del Nippo Vini Fantini, que fue convenientemente neutralizado por el pelotón a más de 50 kilómetros del final. Son esas etapas en las que los ciclistas se enfadan, con razón, si se les dice que ha sido un día tranquilo, de puro trámite, porque vienen de pedalear durante más de 200 kilómetros, y en las que los aficionados, también con razón, se plantean qué puede hacerse para evitar el tedio de estas jornadas. 

No es un debate sencillo y, sobre todo, es una cuestión que se olvida en cuanto la gran vuelta en cuestión toma temperatura y se ven batallas entre los favoritos. Quizá hasta sea un debate irresoluble. Pero es un debate que el ciclismo debe tener. Por supuesto, los sprints son muy espectaculares. Desde luego, no se puede despreciar ninguna etapa, porque en todas ellas deben estar pendientes los corredores, porque en cualquier momento puede ocurrir algo importante para la prueba. Que se lo pregunten si no a los afectados por un corte en el pelotón tras una caída a cinco kilómetros del final, en la que se vio envuelto Richard Carapaz. El ciclismo también es un deporte de supervivencia. 

También está claro que tiene que haber etapas para todo tipo de corredores en las vueltas de tres semanas, igual que es obvio que no puede haber 21 etapas de montaña, naturalmente. Ahora bien, quizá sí se puedan tomar medidas para que haya más alicientes en estas etapas llanas. Por ejemplo, bonificaciones generosas en los sprint intermedios, para que haya más en juego esos días y se pueda ver una mayor competitividad. También es difícil resolver el problema del largo kilometraje de estas etapas, porque, para terminar su sprint, tanto da que la etapa tenga 150 kilómetros que 200. No hablamos de grandes clásicas en las que el desgaste de los corredores es una clave más de la prueba, sino de etapas de una carrera de tres semanas. Pero aquí el interés deportivo choca fin frecuencia con el de los organizadores, cuyos ingresos dependen en parte del dinero que pagan las ciudades que acogen las salidas y las llegadas de las etapas. 

Algo sí tengo claro en este debate: cualquier propuesta que busque modernizar el ciclismo y hacerlo más atractivo debe ser valorada. Los puristas que arrugan el morro con cada novedad que se presenta nunca hicieron ningún bien a nada, porque terminan siendo custodios de una pasión con menos adeptos cada vez. Conviene intentar atraer más público, no dar palmaditas en la espalda a los ya convencidos. Todo debería ser planteable, absolutamente todo. El ciclismo necesita altura de miras y mentes abiertas, porque decir "así se ha hecho siempre" no es un argumento válido. No hay que dramatizar, las grandes vueltas tendrán siempre días aburridos y probablemente es imposible evitarlo, pero habría que intentar hacer todo lo que sea posible para reducir esos días a su mínima expresión. 

Hoy, cuarta etapa, también más bien llana, aunque con un final que pica hacia arriba, con rampas de hasta el 7%. 

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