Alaphilippe deslumbra y lidera el Tour

Todas las victorias son importantes y todas cuestan un esfuerzo, pero no todas son iguales. Eso lo saben bien, especialmente, los ciclistas acostumbrados a ganar mucho, como Julian Alaphilippe, que firmó ayer una de las más espectaculares y bellas victorias de su carrera deportiva. Es infrecuente que en la tercera etapa del Tour de Francia haya tanta emoción como se vivió ayer en la ronda gala, en parte gracias a un recorrido extraordinariamente atractivo, y en parte por obra y gracia del corredor francés del Deceuninck-Quick Step, por el que el equipo de Patrick Lefevre ha hecho un gigantesco esfuerzo económico para retenerlo entre sus filas. Es un ídolo en Francia, uno de los corredores más carismáticos del mundo y quizá hoy en día el único del pelotón capaz de lograr una victoria tan arrolladora y sensacional como la conseguida ayer. 


En tiempos de ciclismo moderno, en los que prima el conservadurismo, en los que pocos arriesgan, no es habitual ver apuestas tan decididas y valientes como la que hizo ayer Alaphilippe en la penúltima cota del día. Marchaba por delante Tim Wellens (Lotto-Soudal), único superviviente de la fuga del día, cuando Alaphilippe saltó con una potencia descomunal del pelotón. Hizo un mínimo intento de seguir su demarraje Egan Bernal, pero pronto vio el corredor colombiano del Ineos que era imposible seguir la estela del ciclista francés. Fue un ataque duro, explosivo, imposible de responder, colosal. Un ataque de esos que sólo puede protagonizar alguien como Alaphilippe. Adelantó a Wellens, que justo sufrió una avería técnica en ese momento, y se lanzó en solitario hacia adelante, persiguiendo la victoria de etapa y el maillot amarillo de líder. 

El portador de la túnica sagrada, Mike Teunissen, se quedó descolgado y se despidió del liderato. Su equipo, el Jumbo-Visma, tiró del grupo para intentar retener el amarillo, pero Alaphilippe tenía otros planes. Tras la estela del ciclista francés, ya muy lejos, se formó un cuarteto perseguidor, con Michael Woods (Education First), Mikel Landa (Movistar), Alexey Lutsenko (Astan) y Maximilian Schachmann (Bora). El movimiento, que demuestra que Landa está conectado al Tour desde el principio, no prosperó. 

Alaphilippe seguía haciendo camino y era líder provisional de la carrera. El Sunweb tiró del grupo, defendiendo las aspiraciones de Michael Matthews de ganar la etapa, pero su trabajo no sirvió para echar abajo la cabalgada del ciclista francés. Entonces se puso al frente del grupo el Ineos, pero más pensando en mantener en posición delantera a Geraint Thomas y Egan Bernal que otra cosa. El reino de Alaphilippe no era ya de este mundo. La carrera estaba dividida en dos grupos: el francés, insultante, gigantesco, insolente, y todos los demás. Ganó Alaphilippe la etapa, dando por inaugurado su show habitual de julio, y se vistió de amarillo. Es la undécima victoria del corredor francés en lo que va de año, tras las dos etapas que ganó en la Vuelta a San Juan, una etapa del Tour de Colombia, la Strade Bianche, dos etapas de la Tirreno-Adriático, la Milán-San Remo, una etapa de la Vuelta al País Vasco y otra del Dauphiné. Alaphilippe desató la locura de los aficionados franceses y de cualquier persona que ame el ciclismo, porque espectáculos como el de ayer son realmente admirables. 

La etapa de ayer tuvo un protagonista absoluto y otros actores secundarios. Entre ellos, Stéphane Rossetto (Cofidis), Paul Ourselin (Total Direct Energie), Yoann Offredo (Wanty-Gobert) y Anthony Délaplace (Arkéa-Samsic), compañeros de Wellens de la escapada del día. Y también varios nombres ilustres que sufrieron ayer grandes pérdidas como Fabio Aru (se dejó 1:22), Ilnur Zakarin ( a 3:51), Simon Yates (a 6:23) y Gorka Izaguirre (a 9:23). 

Hoy se disputa la cuarta etapa, entre Reims y Nancy, con un recorrido de 213,5 kilómetros y un puerto de cuarta categoría, la Côte de Maron, a poco más de 15 kilómetros del final. 

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