Bernal hace historia en el Tour




116 años después de su nacimiento, el Tour de Francia tendrá mañana por primera vez en su historia un ganador colombiano. Egan Arley Bernal Gómez, nacido en Bogotá hace 22 años, ha conservado hoy en Val Thorens el maillot amarillo que de forma tan brillante asaltó el día anterior, con un memorable ataque en el Iseran. Sublime escalador, de una madurez impropia de su edad, con una clase sensacional, Bernal acaba de hacer historia. Cuando se cayó preparando el Giro de Italia y tuvo que renunciar a acudir a la corsa rosa, para la que era el máximo favorito, lo último que podría pensar el ciclista colombiano es que esa disgusto se iba a traducir en una inmensa alegría, en un triunfo sensacional, dos meses después en las carrreteras francesas. 

Bernal no es una sorpresa para nadie. No lo es para lo aficionados al ciclismo, desde luego, que saben de él, al menos, desde que ganó el Tour del Porvenir hace dos años. El gran público, aquel que se acerca al ciclismo tres semanas al año para seguir la Grande Boucle, también lo conocía ya, después de su recital al servicio de Geraint Thomas y Chris Froome en la pasada edición del Tour. Esta vez, tras la lesión de Froome y después del cambio de planes del colombiano tras quedar fuera del Giro por la citada caída, llegaba a la carrera francesa como la segunda baza del Ineos, por detrás del vigente ganador de la prueba, su compañero Thomas. Sin embargo, la evolución de la carrera ha dejado claro que Bernal estaba mucho más fuerte que el teórico jefe de filas de la escuadra británica, que no ha sido tan dominadora como en años anteriores, pero que ha tenido el mismo resultado: primero y segundo en la general. El Ineos, antes Sky, ha corrido como nunca pero ha ganado como siempre. 

La emoción de este Tour demuestra que no importa tanto el destino como el camino que se sigue hasta llegar a él. El Tour terminará mañana como cabía esperar que iba a acabar, es decir, con un ciclista del Ineos al frente, pero entre medias el camino ha sido eñ más entretenido y emocionante que recordamos en muchos años en la ronda gala. Ha ganado el Ineos, sí, pero no lo ha hecho tras anestesiar la carrera e imponer una tiranía de mano de hierro. A cambio, el Tour ha vivido una deliciosa anarquía en la que todo podía pasar, aunque haya pasado lo mismo de siempre y lo que se podía esperar que ocurriera desde el principio.

Bernal no ha tenido ningún problema para mantener su posición de liderato al frente de la carrera gala en la descafeinada penúltima etapa disputada hoy, cuyo recorrido se ha visto recortado a 59 kilómetros por culpa del mal tiempo. Gracias a él, el himno colombiano sonará mañana en los Campos Elíseos de París, la mayor hazaña de un ciclista de su país en toda la historia. La afición colombiana, tan apasionada, estará gozando como nunca con este triunfo colosal de Bernal, por lo que tiene de histórica su victoria y también por la insultante juventud del escalador del Ineos, 22 años, que invita a pensar en una nueva era, en el reinado de Bernal en el ciclismo mundial durante muchos años. Es el tercer ciclista más joven de la historia en ganar el Tour. El futuro del ciclismo está en sus piernas, como indica este glorioso presente. El Tour de 2019 será recordado por muchas razones. La principal, sin duda, que fue el primero conquistado por Egan Bernal. Larga vida al nuevo monarca del ciclismo mundial. 

Bernal vestirá mañana de amarillo en París, mientras que el portador de la túnica sagrada durante buena parte de la carrera, Julian Alaphilippe, ha salido hoy del podio. El ciclista francés, enorme clasicómano, llegó a soñar con ser el primer francés en ganar el Tour en 34 años. Al final, pese a su inmensa capacidad de resistencia, a pesar de haber estado muy por encima de lo que cabría esperar de él hace tres semanas, el corredor francés del Deceuninck-Quick Step no ha podido hoy aferrarse al podio. Se ha impuesto la lógica, pero Alaphilippe no merece más que admiración por este Tour. Ya la tenía por parte de los aficionados al ciclismo, franceses o no, pero lo de este año en el Tour ha sido algo especial. Ganador de dos etapas, incluida la crono de Pau contra todo pronóstico, y protagonista de una resistencia numantina al frente de la carrera hasta el antepenúltimo día del Tour, su rendimiento en la carrera ha sido colosal. Tanto que probablemente le hará replantearse su forma de afrontar la próxima temporada, porque es legítimo pensar en ir a por grandes vueltas, aunque eso puede suponer sacrificar sus múltiples victorias en la temporada de clásicas. El tiempo dirá si lo de este Tour ha sido el sueño de una noche de verano o el comienzo de una carrera prometedora de un vueltómano. 

Al lado de Bernal en el podio estarán Geraint Thomas, cuya lealtad al colombiano ha sido total, y Steven Kruijswijk, que ha mandado a sus compañeros del Jumbo-Visma a trabajar para endurecer el grupo de los favoritos. Ha sido ese trabajo de los gregarios del holandés, sobre todo de George Bennett y Laurens De Plus, el que ha agotado a Alaphilippe y le ha hecho descolgarse del grupo y despedirse del podio. Objetivo cumplido del Jumbo-Visma. Kruijswijk, que hasta ahora había sido cuarto en un Giro (que acarició con las manos) y en una Vuelta, sumará mañana uno de los mayores logros, quizá el mayor, de su carrera deportiva. Cerca del podio se queda Emanuel Buchmann, que a sus 26 años no había entrado en el top 10 de ninguna gran vuelta. Aunque mandó a su compañero Gregor Mühlberger en la ascensión final a Val Thorens, el ataque de Buchmann para intentar desbancar a Kruijswijk del podio no llegó a buen puerto. 

Por lo demás, esta penúltima etapa del Tour ha tenido otro gran protagonista cuyo nombre es sinónimo de ciclismo añejo, el del ataque y la valentía, el de no darse nunca por perdido, el que enamora y más vale la pena: Vincenzo Nibali. El Tiburón, genio y figura, se metió en la escapada del día y, uno a uno, ha ido deshaciéndose de sus rivales y conservando con enorme sangre fría y muy buenas piernas la ventaja con el grupo de los favoritos para lograr un triunfo de etapa sensacional. Ha sido la victoria de la garra, de la pura clase, de la calidad y la ambición. Lo tenemos dicho aquí: amar el ciclismo es amar a Nibali, es imposible adorar este deporte único y no adorar al corredor italiano del Bahrain-Merida, no por su brillante palmarés (es el único ganador de las tres grandes vueltas en activo), sino sobre todo  por su forma de correr, deudora de esas cintas de vídeo antiguas con imágenes del Giro de Italia del videoclub que gestionada su padre y que el joven Vincenzo veía fascinado, deseoso de protagonizar gestas como aquellas. Ya de mayor, Nibali ha logrado unas cuantas victorias como esas que le fascinaban de niño. Genio y figura. 

En la numerosa escapada se han metido varios sospechosos habituales de este Tour, ciclistas que han buscado sin descanso la gloria en esta edición de la carrera francesa. Ciclistas como Pierre-Luc Perichon, Ilnur Zakarin. Omar Fraile, Gorka Izaguirre, Michael Woods, Tony Gallopin o Rui Costa, que lo han probado hasta el final. Ya con esa escapada formada, atacaron el grupo Tim Wellens y Thomas De Gent, ambos del Lotto-Soudal, en un movimiento difícil de entender que no cuajó. En todo caso, De Gent es de la estirpe de los ciclistas a los que sólo cabe rendirles una admiración incondicional, haga lo que haga, siempre en nuestro equipo. 

En los kilómetros finales de la ascensión a Val Thorens se sucedieron los ataques, con intentos de Warren Barguil o Marc Soler (un año más, qué prometedor Tour del ciclista catalán). Más tarde, demasiado ya, lo probaron Mikel Landa y Alejandro Valverde. Al ciclista vasco se le ha hecho demasiado largo el Tour y ha llegado a los Alpes con muchas más ganas que fuerzas, mientras que el murciano ha dado una lección sublime de resistencia a sus 39 años. Son 17 años más que el ganador de la carrera, del que Valverde podría ser su padre. Palabras mayores lo del campeón del mundo, que ha retirado a varias generaciones de ciclistas y sigue tuteando a los mejores del Tour. 

Mañana País rendirá homenaje a los supervivientes del mejor Tour de lo que va de siglo. A todos sin excepción, pero en especial a Egan Bernal, joven e inmenso vencedor de la carrera, que lo tiene todo para convertirse en el emperador de la carrera francesa por muchos años. Pero esa será ya otra historia que esperamos disfrutar tanto como hemos gozado este inolvidable Tour de 2019.  

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