Recuerdos ciclistas (XI): La gran hazaña de Pantani en el Tour

27 de julio de 1998. Decimoquinta etapa del Tour de Francia. El alemán Jan Ullrich, ganador de la edición anterior de la ronda gala, viste el maillot amarillo. Es un líder sólido. Pero queda montaña por delante y tiene entre sus rivales a Marco Pantani, quien viene de ganar el Giro de Italia. El Pirata, genial y único, es el mejor escalador del mundo. Esa decimoquinta etapa presenta un recorrido alpino durísimo, con la ascensión de la Croix de Fer, el Télégraphe, el Galibier y Les Deux Alpes


Es en el Galibier donde Pantani hace de las suyas. El corredor italiano lanza un portentoso ataque. Demoledor. Inaudito. De los que se recordarán en el futuro como uno de los más impresionantes demarrajes de la historia de este deporte. Comienza entonces su gran hazaña, el mejor día encima de una bicicleta del Pirata, quizá el mejor día de su vida. Indomable. Gigantesco. Titánico. Ataca Pantani y nadie le puede seguir. El líder, Ullrich, confía tal vez en que se le agoten las fuerzas al italiano. Tiene dos colosos alpinos por delante y dos semanas de máximo esfuerzo en las piernas. Pero eso no sucede. 

Pantani avanza y va ganando más y más ventaja. Camina hacia el jaque mate. Quiere la etapa, pero sobre todo quiere el Tour, su segunda grande, poco después de haber vencido en el Giro, la carrera de casa, la corsa rosa. La ventaja de Ullrich sobre Pantani era de tres minutos, pero el corredor italiano estaba volando por los Alpes. Y venció, claro, pero además sacó cerca de nueve minutos al corredor alemán. Golpe definitivo a la carrera. Todo para Pantani

1998 fue el año en le que Pantani alcanzó la cima de su carrer. Vencedor del Giro, donde también ganó dos etapas, y del Tour, también con sendas victorias de etapa, además de otros seis triunfos en distintas carreras. Un año después, en 1999, iba camino de arrasar de nuevo. Había ganado ya cuatro etapas y tenía la carrera sentenciada, pero una acusación de dopaje le expulsó de la carrera y le hundió anímicamente. Aún volvería Pantani a dar guerra. Ganó dos etapas del Tour de 2000, por ejemplo. Pero nunca volvió a ser el mismo y en 2004 falleció en circunstancias que aún están siendo investigadas, igual que el propio positivo en aquel Giro, ya que en 2016 un tribunal italiano determinó que ese positivo fue manipulado por la mafia. 

Para muchos ese fue el día más espectacular de ciclismo que han visto nunca. Lamentablemente, es cierto que aquella fue una etapa oscura de la historia de este deporte, con sospechas (y más que sospechas) de dopaje generalizado. Con la figura de Pantani ocurre lo que sucede con casi todo el ciclismo de esos años, que es difícil conjugar lo que vivimos y lo que sentimos, que es real, que no fue un sueño, con las revelaciones que se han ido conociendo después. Convivimos con ello del mejor modo posible, aunque no siempre es fácil. Pero lo vivido entonces nadie lo borrará de nuestra memoria, igual que el carisma insultante del Pirata Pantani cuando la carretera se empinaba. Fue uno de los más espectaculares escaladores de todos los tiempos. 

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