El 2020 ha sido un año extraño para todos. Richard Carapaz, por ejemplo, estrenaba equipo este año, tras abandonar el Movistar rumbo al Ineos. En principio, su meta de la temporada era intentar revalidar el título de ganador del Giro, logrado en 2019. Pero tuvo que cambiar de planes a última hora, dadas las dudas generadas por el estado de forma de Geraint Thomas y Chris Froome. El ciclista ecuatoriano sustituyó a última hora a sendos exvencedores del Tour en la ronda gala, donde ayudó en lo que pudo a Egan Bernal, primero, y buscó de forma incansable una victoria de etapa, después.
Carapaz lo intentó de todas las formas posibles, pero no logró llevarse ninguna etapa del Tour. A cambio, eso sí, firmó una exhibición inmensa de la mano de su compañero de equipo Michal Kwiatkowski, con quien llegó en cabeza y a quien dejó ganar. Fue la etapa del landismo en el Tour y también, claro, la de la demostración de fuerza de Carapaz y Kwiatkowski, que entraron en meta abrazados y triunfales.
El ciclista ecuatoriano, que se llevó una etapa en la Vuelta a Polonia, acudió a la Vuelta a España como líder del Ineos y como uno de los grandes favoritos a la victoria final. Dio la batalla, y de qué manera, y mantuvo opciones reales de victoria hasta el final. Para el recuerdo queda su ataque en la penúltima etapa de la carrera, cuando su exequipo, el Movistar, le echó una mano a Roglic e impidió así la gesta de la remontada que buscaba Carapaz.
La Covatilla fue el escenario de aquel duelo final entre Roglic y Carapaz. Lo tenía muy complicado Carapaz, es verdad, pero lo probó, siempre lo prueba. Y descolgó al líder. Apenas 24 segundos fue la ventaja final de Roglic respecto a Carapaz en la general. Fue el punto final a una batalla soberbia entre ambos, en la que el corredor ecuatoriano demostró una vez más que nunca se da por vencido. Carapaz también concluye el año como el mejor ciclista del continente americano, tal y como certifica su primer puesto en el ranking UCI America Tour.
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