Lo mejor de la Vuelta


Generalmente, son pocos los ciclistas que alcanzan la gloria en una gran vuelta. Sólo hay 21 etapas, tres puestos del podio y unas pocas clasificaciones secundarias. Poco premio para tantos contendientes. Esta Vuelta 2021, que tardó en tomar temperatura pero que ha terminado siendo una carrera muy entretenida, ha tenido especialmente pocos protagonistas. Entre otras cosas, porque ha contado con cinco repetidores de victorias de etapa. Primoz Roglic, ganador final de la prueba, su amo y señor, se llevó además cuatro etapas; Fabio Jakobsen, renacido tras la terrible caída que llegó a poner en riesgo su vida el año pasado en Polonia, ganó la regularidad y sumó tres triunfo parciales, los mismos que Magnus Cort Nielsen, uno de los grandes nombres propios de esta Vuelta, ciclista polivalente, que lo probó en todos los terrenos y terminó incluso segundo en la contrarreloj final de Santiago. Por su parte, Michael Storer, ganador además de la montaña, se llevó dos, al igual que Jasper Philipsen


Cinco corredores se han repartido 14 de las 21 etapas, dos terceras partes del total. El resto de triunfos parciales fue para Rein Taaramäe, que además vistió fugazmente de líder; Damiano Caruso, que ha firmado la temporada de su vida tras su excepcional Giro de Italia; Florian Sénechal; Romain Bardet, hiperactivo en esta Vuelta, finalmente vencedor en Pico Villuercas; Rafal Majka, que ganó una excepcional etapa camino de El Barraco; Clément Champussin, que sorprendió con astucia a los grandes de la general en la clásica gallega que organizó Óscar Pereiro el penúltimo día de carrera, y Miguel Ángel López, ganador en el Gamoniteiru, que será más bien recordado por su abandono en la etapa 20, cuando se desquició al ver que perdía el podio. 


La inesperada retirada de Miguel Ángel López ha sido el gran culebrón de esta Vuelta y aún está por determinarse cuáles serán sus consecuencias. El Movistar no descarta desprenderse del ciclista colombiano, al que acaba de renovar para dos próximas temporadas. El tiempo dirá. 


La Vuelta del Movistar está inevitablemente condicionada por este abandono de López el penúltimo día, pero no sería justo que se restara valor al triunfo de etapa del coñombiano en el Gamoniteiru ni tampoco el segundo puesto en el podio de Enric Mas. Por alguna razón que no alcanzo a comprender, muchas personas están haciendo de menos esta posición del ciclista balear. No lo entiendo. Ha sido segundo en una de las ediciones de la Vuelta con mejor participación. No ha atacado a Roglic, de acuerdo, pero es que estamos hablando de Roglic, muy superior a todos sus rivales en esta Vuelta. Quedar segundo en una prueba de tres semanas no es una casualidad ni está al alcance de cualquiera. Que Mas no haya lanzado ataques de videojuego no significa que no tenga mérito esta segunda plaza. Entiendo que se cuestione a quien es conservador para asegurarse una séptima o una octava plaza, aunque sus razones tendrá también, pero ser segundo en la Vuelta, sí o sí, es un logro incuestionable. Es injusto que a veces se critique a un equipo, sea el que sea, por todo, de forma sistemática, porque entonces, cuando toca criticarlo con razón, suena a lo mismo de siempre, pierde efectividad esa crítica razonada. 





La Vuelta ha sido un torbellino emocional para el Movistar, que perdió demasiado pronto a Alejandro Valverde por una caída, justo cuando estaba dinamitando la carrera con un valiente ataque. No ha tenido suerte precisamente el equipo español, que también perdió a Verona y a Jacobs antes de tiempo por sendas caídas. La imagen de Chente García Acosta consolando a Valverde cuando, tras intentar reanudar la marcha después de su caída, el murciano se detuvo y se dio cuenta de que el dolor le impedía seguir en la carrera, ha sido una de las imágenes por las que recordaremos esta carrera. Lo más importante es que Valverde se está recuperado bien y podría volver a competir incluso ya esta temporada. 


La segunda posición de Mas en la general, en la que David De la Cruz terminó séptimo, ha sido el gran triunfo del ciclismo español en esta Vuelta, que será recordada como la primera en cuarto de siglo sin victoria de etapa española. Nunca antes desde que se disputan el Giro, el Tour y la Vuelta concluyó una temporada sin ningún triunfo de un corredor español en al menos una de las tres pruebas. Hablaremos de ello más adelante en otro artículo, pero parece claro que el ciclismo español está en una fase de transición, en la que sus estrellas más veteranas se han ido retirando o están camino de hacerlo y aún no han despuntado lo suficiente los jóvenes que, como Juan Ayuso, prometen grandes alegrías. Quienes no seguimos el ciclismo pendientes de la nacionalidad de los corredores seguimos esta sequía española con bastante distancia, pero entendemos también que siempre es bueno que haya triunfos de ciclistas de cada para atraer a más espectadores. Paciencia. Hay sin duda mimbres para el futuro, sólo se trata de tener un poco más de paciencia y, ya de paso, valorar los logros que sí se consiguen, como el segundo puesto de Mas en la general. Hay algo contradictorio y difícil de entender en esa posición de quienes lamentan la falta de victorias españolas y, a la vez, menosprecia al español que ha concluido segundo en la carrera. 


De Roglic, ganador de las tres últimas ediciones de la Vuelta, hay pocas cosas que podamos decir que no hayamos dicho ya. Es un corredor enorme, uno de los mejores del mundo, y esta temporada ha vuelto a arrasar en la Vuelta después de los sinsabores del Tour, esta vez, en forma de caída. Ha corrido de forma muy inteligente. No sólo ha sido el más fuerte y lo ha demostrado, atemorizando así a sus rivales, en cuanto ha tenido ocasión, es que además acertó al ceder el maillot rojo a  Odd Christian Eiking para que su equipo, el Wanty-Intermarché, trabajara para conservarlo controlando las fugas, lo que liberó a sus compañeros del Jumbo-Visma. Roglic ha terminado la Vuelta exultante y su alegría es un poco la alegría de todos los aficionados al ciclismo, que se han encariñado con él por su capacidad de levantarse de las derrotas y volver a afrontar nuevos objetivos de inmediato. 


Jack Haig, tercero en el podio, consumó así un soberbio trabajo del Bahrein-Victorious, el mejor equipo de la carrera, que tiene también al mejor joven, Gino Mäder. El landismo no tuvo ocasión de brillar, y eso que Mikel Landa venía de ganar la Vuelta a Burgos, pero, igual que sucedió ya en el Giro, su equipo no lo ha echado demasiado de menos. Ahora está por ver si el ciclista vasco renueva o no por el equipo. 





Si de nombres propios de la Vuelta hablamos no puede faltar en este artículo Egan Bernal. No ha sido la mejor Vuelta para el Ineos, que perdió a Carapaz y en el que Adam Yates aspiró, sin éxito, al podio hasta el último día en la crono de Santiago. Pero su gran baza, el alma del equipo, ha sido Bernal. Venía a la Vuelta con el objetivo de convertirse en el ciclista más joven en ganar las tres grandes vueltas, tras el Tour de 2019 y el Giro de este año. Pronto se vio que estaba lejos de su mejor versión, pero también que mantenía la garra y el pundonor del gran campeón que es. Ha hecho una Vuelta excepcional. A los grandes campeones se les mide más por cómo se portan cuando no están súper que cuando arrasan sin aparentes problemas. En esta Vuelta Bernal ha dejado clara su grandeza tanto como lo hizo en el Giro que sí ganó. 


Guillaume Martin, noveno en la general y muy combativo, al que la Vuelta le gusta especialmente, se le ve cómodo aquí, también merece ser destacado en este artículo. 


El Euskaltel-Euskadi, Burgos BH y Caja Rural-Seguros RGA han sido equipos muy aguerridos, presentes casi en cada fuga. Han hecho todo lo que estaba en su mano para ser protagonistas y demostrar que merecían la invitación a la prueba. Nombres como Bizkarra han soñado con mucha frecuencia en esta Vuelta, que ha contado con un recorrido más equilibrado que en ediciones anteriores. Ha sido un recorrido  con muchos aciertos, que marca la línea a seguir en la próximos años, ya que a veces la Vuelta pecaba de ser demasiado similar de temporada en temporada, demasiado repetitiva, con excesivos finales en muros con ramas imposibles. Esos finales funcionan en audiencia, pero la edición de este año ha demostrado que situar una contrarreloj el último día o plantear etapa de media montaña, no necesariamente con final en alto, pueden ser buenas ideas para reforzar ese sello propio de la Vuelta y hacerlo más diverso. Ha sido una edición preciosa de la Vuelta, que nos deja echando de menos a esta prueba que nunca decepciona, pero no al ciclismo, porque ya están aquí, entre otras pruebas, los europeos, que se celebrarán el próximo fin de semana; el Mundial; la París-Roubaix, pospuesta por la pandemia, y también Il Lombardía. Hay ciclismo de sobra aún está temporada. 

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