Hay un momento en toda gran vuelta, siempre en la primera semana, en la que de golpe parecemos descubrir que hay etapas llanas anodinas en este tipo de carreras, porque no puede haber 21 etapas con batalla sin cuartel en una carrera ciclista. Ese momento ha llegado hoy al Giro. La sexta etapa de la corsa rosa, en efecto, ha sido aburrida; muy aburrida, incluso. Nada nuevo bajo el sol. Ahora tenemos retransmisión televisiva de todas las etapas íntegras, pero no nos engañemos, jornadas como las de hoy ha habido siempre en todas las grandes vueltas. Y siempre hemos tenido el mismo debate, los mismos lamentos, hasta que llega la montaña y se nos olvida por completo. Luego el ciclo de completa cuando llega la siguiente gran vuelta y volvemos a descubrir que hay etapas llanas y más bien anodinas. Y vuelta a empezar.
La etapa de hoy se podría en unas pocas líneas. Calma en el pelotón, algunos ataques de broma, escapada en solitario de Diego Rosa (Eolo), fugaz ataque a tres del Bardiani con Ravanelli, Sepúlveda y Tagliani, pensando más en el sprint intermedio que en sumarse al escapado, reagrupamiento a 28 kilómetros de meta, fuerte retraso respecto al horario previsto, tensión entre los equipos de los hombres rápidos y, finalmente, sprint con victoria muy ajustada y realmente impresionante de Arnaud Démare, la segunda en este Giro, por delante de Caleb Ewan y de Mark Cavendish, tras un nuevo cabreo de Fernando Gaviria, que se vio cerrado en la volata. Y ya. Chimpún. Mañana será otro día.
El debate, ya digo, lo tenemos cada año cuando llegan las carreras de tres semanas. Usamos siempre los mismos argumentos. Unos, muy indignados, dicen que lo de hoy es inadmisible, que esto es un espectáculo televisivo y se debe tener en cuenta, que se deben buscar fórmulas para hacer más atractivas estas primeras etapas. Otros, más comprensivos, recuerdan que es imposible que haya 21 días de tensión máxima, que también debe haber oportunidades para los velocistas, que los ciclistas son humanos y que los organizadores de las carreras tienen otros condicionantes más allá del deportivo a la hora de diseñar los recorridos, por ejemplo, porque la ciudad de salida y la de llegada pagan por recibir a la carrera. En general, nada es tan fácil como parece desde casa.
Nadie defenderá que la etapa de hoy haya sido atractiva, más allá de la volata final. Claro que ha sido un día aburrido, para conectar en los 10 minutos finales y ya. Desde luego. ¿Sería deseable introducir fórmulas, como sprints intermedios bonificados con más tiempo o algún otro aliciente? Sin duda. ¿Son demasiado conservadores los organizadores? Generalmente, sí. El ciclismo en sí mismo tiende a ser bastante conservador y cuesta horrores introducir cambios. Pero es que no es tan fácil. Se entiende poco que ningún equipo más que el Eolo haya metido a ningún ciclista en la escapada, es cierto. Y todos preferiríamos haber visto una jornada más animada. Pero, aceptando que se debe hacer autocrítica siempre y que se debe innovar, creo que es algo difícil de resolver. En una carrera de 21 días habría siempre alguna etapa aburrida. Siempre que queramos mantener el formato de 21 días de competición en las grandes vueltas, claro, que entiendo que todos queremos. En fin, lo deseable es que pronto nos volvamos a olvidar de todo esto y vibremos con el Giro como seguro que haremos.
Por cierto, hoy hemos visto una imagen preciosa en el Giro, la de Juanpe López, líder de la carrera un día más, con Alejandro Valverde, la leyenda viva del ciclismo español, su gran referente. Los dos también han charlado en el pelotón hoy. Tiempo han tenido. Bonita imagen, como la de los corredores y aficionados acercándose hoy a Vincenzo Nibali tras anunciar ayer que colgará la bicicleta al final de esta temporada. Será el final de una era, sin Valverde ni Nibali en el pelotón. Disfrutemos de lo que nos queda.
Mañana, etapa de media montaña, propicia para ver más espectáculo y emoción que hoy, algo que tampoco resultará difícil.
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