Lafay sorprende a Van Aert en Donosti


Al lado del Kursaal, allí donde tantas grandes películas se han estrenado en el Festival de cine de San Sebastián, por donde desde hace décadas circulan cada mes de septiembre tantas estrellas del séptimo arte de todo el mundo, en un escenario así de cinematográfico ha concluido hoy la segunda etapa del Tour de Francia. Aún no repuestos del todo del torbellino emocional de la fiesta del día anterior en Bilbao, Euskadi ha seguido volcado hoy con la ronda gala. La jornada partió de Vitoria y llegó a Donosti, con público entregado y aportando calor a la carrera. Una vez más, la afición vasca ha dado una lección y ha regalado imágenes inolvidables. Imágenes, por cierto, que por alguna razón muchos medios de comunicación no han tenido a bien poner en sus portadas hoy. 

Decíamos que la etapa concluyó frente al Kursaal, un escenario de película para una historia realmente atractiva, como de thriller. Amaneció el día nublado y con txirimiri, esa lluvia fina tan típica de Euskadi que cala sin que te des cuenta, y terminó con un sol radiante, uno de esos días en los que Donosti es la ciudad más bella del mundo y no hay estampa que pueda igualar la de la Concha bajo el sol. Parecía como si la llegada del Tour, que tiene el amarillo del maillot líder como color más representativo, hubiera obrado el milagro de cambiar las nubes y la ligera lluvia por el sol y el clima veraniego y reluciente. 



El Tour partió sin Enric Mas y sin Richard Carapaz, ambos afectados por una caída el primer día. Seguro que los dos han empezado ya a pensar en una pronta recuperación para poder ser de la partida en la Vuelta. Ojalá así sea. Hoy el día también ha dejado algunas caídas, pero afortunadamente ninguna de consideración, sin ningún abandono. El más afectado, Jasper De Buyst, llegó solo y dolorido a la meta a más de 21 minutos del ganador, rodeado del mismo nivel de aplausos que él, más sí cabe. 




Y ese ganador fue Victor Lafay, que ayer ya demostró que llega al Tour en plenitud y que hoy ha logrado una victoria sorprendente por la que nadie apostaba. Es más, en meta, a medida que iban llegando sus compañeros del Cofidis y eran informados del triunfo, las caras y los gritos de sorpresa dejaban claro lo inesperado de ese triunfo, el primero de un corredor francés en esta edición de la ronda gala y el primero para el Cofidis en el Tour en quince años. Ha sido muy emocionante ver la alegría de los corredores y miembros del staff del equipo francés en meta, donde tuvimos la suerte de poder situarnos para seguir la carrera. Es de suponer que esta noche habrá fiesta grande en el hotel de la escuadra gala que tanto ha tardado en volver a celebrar una victoria en la carrera de casa, la mayor prueba ciclista del mundo. 

Lafay ha ganado una etapa que parecía que no se le podía escapar a Wout Van Aert. El corredor belga del Jumbo-Visma era mucho más que el favorito al triunfo, parecía casi el único ganador posible en los kilómetros finales de la etapa. Pero, y esa es la grandeza del ciclismo, a veces cuanto más cantada parece una victoria, más difícil resulta después lograrla. La carrera llegó a su desenlace con un escenario ideal para Van Aert. El equipo UAE de Tadej Pogacar y el líder Adam Yates echó abajo la fuga de Nelson Powless (más líder de la montaña y más combativo tras ser el fugado que más resistió al frente), Remi Cavagna y Edvald Boasson Hagen. Después el mismo equipo un ritmo muy exigente en la ascensión al Jaizkibel que redujo el grupo principal a su mínima expresión y que dejó descolgados a posibles adversarios de Van Aert como Mathieu Van der Poel o Julian Alaphilippe. 

Pogacar aceleró en la cima del mítico puerto que nunca falta en la Clásica de San Sebastián para llevarse los ocho segundos de bonificación. Lo logró por delante de Jonas Vingegaard y de Simon Yates, que también sumaron seis y cuatro segundos de bonificación. En el descenso, el esloveno jugó, porque le encanta jugar, y se lanzó hacia abajo. Propuso a Vingegaard que le diera relevos, pero el danés, posiblemente pensando en las opciones de ganar la etapa de Van Aert, no le siguió la corriente, por lo que terminaron siendo cazados. En el descenso lo probó Pello Bilbao, consumado especialista en las bajadas. Lo intentó hasta el final, pero el Jumbo-Visma le dio caza. 




Para entonces había ya cuatro corredores del equipo neerlandés en el grupo delantero: el propio Van Aert junto a Vingegaard, Tiesj Benoot y Wilco Kelderman. Parecía todo dispuesto para controlar la llegada. Atacó Tom Pidcock y respondió en primera persona Van Aert. Todo bajo control. Pero a falta de un kilómetro quien se movió de forma sorpresiva fue Lafay, el único corredor que aguantó a rueda de Pogacar y Vingegaard en la subida a Pike. Lafay se lanzó hacia adelante sin mirar atrás, mientras Kelderman y Benoot hacían lo posible para ayudar a Van Aert. Vingegaard tal vez sí podría haber hecho más por si compañero. El caso es que Lafay logró una victoria agónica, de película frente al Kursaal, mientras Van Aert, visiblemente cabreado y decepcionado, hacía segundo por los pelos ante un ambicioso Pogacar que sumaba así otro segunditos de bonificación. Todos los favoritos salvo Ben O’Connor, que se vio envuelto en una caída, entraron en el grupo delantero.

Ahora Adam Yates saca seis segundos a su compañero Pogacar y a su hermano Simon Yates en la general, mientras que Lafay se sitúa cuarto a 12 segundos, Van Aert es quinto a 16 segundos y Vingegaard, sexto a 17. Mikel Landa y Carlos Rodríguez están a 22 segundos, igual que Jai Hindley y que Mattias Skjelmose. 

Mañana el Tour se despide de Euskadi con la salida de la etapa desde Amorebieta. En principio, será la primera ocasión para los velocistas como Fabio Jakobsen o Mark Cavendish a los que hoy vimos entrar perdiendo mucho tiempo y yendo a su ritmo, guardando fuerzas, en la meta de Donosti. Lo de mañana será otra película, otra historia, que yo ya veré por televisión, con el recuerdo imborrable de estos días de pasión ciclista en tierras vascas. 

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