Groenewegen bate a Philipsen por la mínima


 Jasper Philipsen (Alpecin-Quick Step) llegaba a este Tour como gran favorito para las volatas entre la pléyade de los mejores sprinters del mundo, prácticamente todos presentes en la ronda francesa. Sin embargo, a Philipsen le está costando ganar. Tercer sprint y tercer ganador diferente: Biniam Girmay, Mark Cavendish y, hoy, Dylan Groenewegen. Hoy sí parecía que Philipsen iba a ser capaz de imponerse, entre otras cosas, porque Mathieu Van der Poel ha sido lanzador para él, pero esta vez tampoco ha vencido.

Groenewegen, del Jayco-AlUla, ha vuelto a ganar en el Tour dos años después. Hoy ha mostrado una fortaleza enorme y ha ganado por delante de Philipsen y de Girmay, enfundado en el maillot verde de líder de la regularidad.

Más allá del final, el otro momento de interés del día ha sido un instante en el que se produjeron abanicos. Saltó entonces la sorpresa, porque el UAE, que el día del Galibier se mostró intratable, hoy ha trasladado una imagen de debilidad. Tadej Pogacar se ha quedado solo en el primer pelotón. Sin compañeros. Nadie. Atrás quedaron, entre otros, Juan Ayuso y João Almeida. Fue un momento crítico para Pogacar, pero que se resolvió pronto porque hubo reagrupamiento, en parte, porque no el Ineos de Carlos Rodríguez ni el Red Bull-Bora de Primoz Roglic colaboraron con el Visma-Lease a Bike en ese momento. Recordatorio de que queda mucho Tour y el UAE, pese a su recital del día del Galibier, también debe estar alerta. Hoy se ha escuchado por la radio del equipo un aviso claro a los compañeros de Pogacar: no puede quedarse solo en situaciones de carrera como ésta. 

Por lo demás, día con muy poca historia. Dijimos el lunes que la tercera del Tour había sido la más larga de la edición y que, con suerte, también la recordaríamos como la más aburrida. Pecamos de optimismo. Lo de hoy sí ha sido de siesta durante casi todo el día. Por no haber, no ha habido ni escapadas. En las jornadas llanas como ésta se da siempre por hecho que los fugados no tendrán opciones ante los equipos de los velocistas, pero al menos los buscadores de gloria lo intentan. Dan visibilidad a su equipo, tienen protagonismo en carrera, animan un poco el día y colaboran entre ellos por sí suena la flauta. En esta edición del Tour no está operando esa ley lo escrita que dice que en este tipo de etapas algunos corredores asumen el rol de animadores de la prueba marchándose por delante. Está costando horrores ver fugas en las etapas llanas. Hoy, directamente, no ha habido. Es cierto que esa tensión por los abanicos y la sofocón del viento han jugado en contra, pero no parece razón. 

No es fácil explicar por qué ocurre esta ausencia total de fugas en las jornadas llanas. Siempre han sido escasas o casi nulas sus opciones de éxito, pero eso no impide ver a escapados. ¿Por qué no en este Tour? Es algo que, además, en el Tour llama aún más la atención porque la carrera se emite de forma íntegra. ¿Ninguno de los equipos participantes tenía ningún interés en probarlo? ¿Ningún ciclista animado a dejarse ver, al menos, aunque sea para que en casa sepan que está corriendo? El debate sobre las etapas llanas más bien días, que no es tal, porque queramos o no en una carrera de tres semanas debe haber días así, entra en otra dimensión cuando no tenemos ni una triste escapada que llevarnos a la boca. No es la mejor imagen del Tour y, por ende, del ciclismo, dado que la carrera francesa es su máximo escaparate. Días como hoy no atraen precisamente a nuevos aficionados. 




Mañana será un día clave para la carrera porque llega la primera contrarreloj. Son apenas 25,3 kilómetros, pero puede hacer diferencias. No deberían ser excesivas, pero una crono siempre puede dar sorpresas. 

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