Van Aert repite gracias a Kuss


La Vuelta ha cogido carrerilla y esto no hay quien lo pare. Ni rastro del tedio del que tanto se habló días atrás, en algunos casos, por cierto, como si la Vuelta fuera la única grande con etapas llanas sosas; como si no fuera, de hecho, la que menos tiene. Tras la sensacional hazaña de ayer de Ben O’Connor, que puso patas arriba la carrera, hoy camino de Córdoba se ha vivido un precioso final de etapa, en el que se ha impuesto Wout Van Aert gracias en gran medida al trabajo que ha hecho por él Sepp Kuss para echar abajo un valiente y poderoso ataque de Marc Soler. 

Cuando se fue acercando la ascensión al Alto del 14%, en las inmediaciones de Córdoba, el UAE de João Almeida, el Red Bull-Bora de Primoz Roglic y el Visma-Lease a Bike de Wout Van Aert se pusieron al frente del pelotón y enfilaron el grupo marcando un ritmo fuerte. Pusieron todo el ímpetu que les faltó ayer para dar caza a O’Connor. En el puerto, sobre todo fue el equipo de Roglic el que tiró del pelotón. El esloveno se quedó sin compañeros a falta de dos kilómetros, lo que generó un parón hasta que llego  Alekxandr Vlasov y volvió a ponerse al frente. Lanzó un ataque fugaz Roglic, pero no le dio continuidad, y más tarde volvió a acelerar. Respondieron fácil Kuss, Mas y Carapaz, le costó un poco más al líder. El esloveno se llevó seis segundos de bonificación. 

Muchos de los hombres rápidos perdieron contacto con el pelotón. Casi todos salgo Wout Van Aert, que tenía la etapa más que señalada en el libro de ruta. A 21 kilómetros atacó Marc Soler. Brutal. Wout Van Aert, el más rápido del pelotón y máximo favorito a la victoria si se llegaba a un sprint reducido no tenía suficientes compañeros como para cerrar el hueco, así que a 11 kilómetros del final se lanzó el belga en primera persona. Fue un movimiento valiente, de campeón. Un último intento casi a la desesperada.

El demarraje sirvió para residir la distancia con Soler, pero no le dio caza. Fue entonces el momento de Kuss, coequipier de Van Aert y vigente ganador de la Vuelta, que se puso a tirar del pelotón dándolo todo. Muy generoso. Soler fue alcanzado a 3,5 kilómetros de meta gracias a ese trabajo de gregario de un ciclista que viene a esta carrera a defender su título en la general en favor de otro ciclista que también sabe combinar a la perfección sus momentos de lucimiento personal con el trabajo para sus compañeros. 

Apenas un kilómetro después del final de la aventura de Soler, marca de la casa, fantástico, atacó David Gaudu y hubo varios demarrajes más. Pavel Sivakov lanzó un demarraje que le permitió abrir algo de hueco, pero no lo suficiente como para evitar el sprint y la cantada y muy trabajada victoria de Van Aert. Segunda en siete días en la Vuelta. La primera, de rojo, porque era líder; hoy, de verde, porque está al frente de la clasificación de la regularidad 

Antes de ese loco final, Xavier Isasa (Euskaltel-Euskadi), se escapó en solitario y fue el único protagonista de la primera fuga del día. Nadie más se animó a entrar en la fuga. El conjunto vasco nunca falta a la cita con las escapadas.

El día también ha dejado malas noticias en forma de retiradas. La Vuelta pierde a Rigoberto Urán por culpa de la caída que sufrió ayer. Era la última grande del corredor colombiano antes de su retirada y es una pena que Rigo, la sonrisa del pelotón, se haya tenido que despedir así. Tampoco ha tomado la salida Andreas Kron, que a partir del próximo año correrá en el Uno-X. También ha sido un mal día para Kaden Groves, que se fue al suelo tras coronar el puerto, tras hacer el afilador después de mirar hacia atrás. Oier Lazkano y Edward Planckaert se cayeron también en el descenso. 

Hoy en el pelotón de la Vuelta sólo se hablaba del golpe que dio ayer a la carrera Ben O’Connor. ¿Podrá ganar la Vuelta el ciclista australiano? ¿Será capaz alguien de recortar la jugosa ventaja en la general que logró tras su escapada y su victoria de ayer? ¿Qué pasó exactamente para que los equipos de los favoritos no se pusieran de acuerdo para intentar, al menos, minimizar las diferencias? Son muchas las preguntas que surgen tras lo visto ayer. 

Todo el mundo anda medio sorprendido aún, empezando por el propio O’Connor. El ciclista del Decathlon-Ag2r contó ayer que no esperaba que le dejaran tomar tanta distancia y recordó, con humildad, pero reivindicándose, que él ha sido cuarto en el Tour de Francia y en el Giro de Italia. Eso es clave. No es un corredor cualquiera el que tiene cerca de cinco minutos de ventaja en la general. Es alguien con una acreditada capacidad de mantenerse entre los mejores en las grandes vueltas. Tanto su equipo como él se ven ahora en una situación nueva para ellos, la de defender el liderato en una carrera de tres semanas. No es un equipo tan sólido como el de sus rivales, pero es un conjunto de bastante calidad, con Valentin Paret-Peintre, Bruno Armirail y Felix Gall como principales coequipiers. De nuevo, no, ni es cualquier corredor el que se ha puesto líder con una generosa ventaja ni es cualquier equipo el que lo rodea. De hecho, es el tercer equipo con más victorias este año (30), sólo por detrás del UAE (65) y del Lidl-Trek (35). 

La sorpresa, o el susto, más bien, también se da entre los otros equipos. El director deportivo del Red Bull-Bora, Patxi Vila, reconoció ayer que esperaban que O’Connor aflojara, que hincara la rodilla antes o después. Es decir, el equipo del hasta ayer líder, Primoz Roglic, subestimó la amenaza del corredor australiano, igual que hicieron las escuadras de los otros favoritos. Hay que reconocer que el Bahrein y el Movistar sí tiraron del pelotón a ratos, pero no hubo en ningún momento colaboración entre los equipos a los que les interesaba que se redujera la ventaja de O’Connor. Lo lógico hubiera sido que el Red Bull-Bora, el UAE, el Movistar y el Visma-Lease a Bike colaboraran entre ellos, con uno o dos corredores de cada equipo alternándose para, al menos, minimizar los daños. No lo hicieron, bien porque subestimaron a lo australiano, bien porque no se pudieron poner de acuerdo, bien porque todos esperaban dejarle la tostada a otros. Y la realidad es que ayer la Vuelta entró en un escenario inesperado y en el que O’Connor opta a todo.

Dicho esto, ¿está sentenciada la Vuelta? Sinceramente, creo que no. No me sorprendería que la ganara O’Connor, claro, pero quedan dos semanas y etapas muy duras por delante. El australiano y su equipo tienen que ir a defenderse y son otros los que deben arriesgar. El maillot rojo da alas, pero el recorrido de lo que queda de Vuelta es muy exigente y creo que en el mano a mano en la alta montaña O’Connor está, o debería estar, un punto por debajo de otros candidatos como Roglic, que para mí sigue siendo, pese a todo, el máximo favorito a la victoria final. En cualquier caso, O’Connor estaba fuera de la lucha por la general y ahora ha entrado de lleno y ha logrado con su valentía y fortaleza darle la vuelta a la carrera. Ahora él está en el centro, todo girará en torno a él y su equipo.  

En resumen, O’Connor no es un ciclista superclase de esos que son favoritos a todo allá donde compite ni su equipo es de esos bloques que asustan como los del UAE o el Visma, pero ni él es un invitado sorpresa con pronta fecha de caducidad como líder, porque no está al alcance de cualquiera ser cuarto en el Tour y en el Giro, ni su equipo, que lleva una temporada colosal, es una escuadra de segunda sin opción alguna de defender su maillot rojo. 

En todo caso, lo de ayer fue muy emocionante y siempre es buena noticia que ocurran cosas así, porque demuestran que el ciclismo es un deporte vivo y abierto a las sorpresas. Y hay carreras un poco más abiertas que otras a las sorpresas. La Vuelta es de las primeras. Cuando además no hay un corredor superdominador como Pogacar o Vingegaard, ciclistas muy por encima de todos los demás, las posibilidades de que ocurran sorpresas como las de ayer son más altas. En ese sentido, no hay mal que por bien no venga. 


Mañana, ¿día para fuga? En la parte final esperan un puerto de segunda y la meta en uno de tercera. 

Comentarios