Canal + emitió la semana pasada el reportaje Luis Ocaña, el héroe trágico en su espacio Informe Robinson. Tenía pendiente escribir sobre este espléndido trabajo periodístico que abordó una personalidad arrolladora y un personaje cuya vida impresiona. Sobre lo primero, he de decir que más espacios como Informe Robinson son necesarios en la televisión. Es la clase de programas que dignifican el periodismo en general y al periodismo deportivo, tan vapuleado (y las más de las veces, con mucha razón) en nuestro país. Es un espacio de calidad, cuidado al detalle. Aborda más otros deportes, pero es digno de ver. No descubro aquí el Mediterráneo, pero creo justo reconocerlo y mostrar mi admiración y mi reconcomiento a este espacio de Canal + antes de empezar a hablar del reportaje sobre Ocaña. Calidad suprema.
El reportaje Luis Ocaña, el héroe trágico muestra la vida del segundo ciclista español que ganó un Tour de Francia tras Federico Martín Bahamontes. Todo en la vida de Ocaña, desde sus inicios humildes hasta su trágico final, tiene componentes de épica, de heroicidad. No era un ser corriente. En el reportaje, donde hablan varias personas que conocieron bien a este genial e inconformista ciclista, se cuenta toda su vida, desde su nacimiento en la localidad conquense de Priego en el seno de una familia humilde que pertenece al bando derrotado en la Guerra Civil. Su familia tuvo que emigrar a Francia y este hecho marcó su vida. En un momento del reportaje cuenta su viuda que Ocaña nunca fue percibido como suficientemente español en España ni como suficientemente francés en Francia. No quiso nacionalizarse francés, pero en España tampoco era recibido del todo como un compatriota.
Comenzó a trabajar en una carpintería pero pronto entró en contacto con el mundo del ciclismo. Al principio, como ocurren siempre estas cosas, juntándose con un grupo de aficionados a la bicicleta. Ganándoles, claro. Ocaña fue formado por Antonin Magne, quien logró convencer al padre del joven que podía ganarse la vida practicando ciclismo, algo que no agradaba a su progenitor. Cuenta Carlos Arriba, periodista de El País y biógrafo de Ocaña, que el ciclista conquense siempre se rebeló contra la autoridad establecida. Su padre, como pasa con tantos adolescentes, la representaba en un primer momento. Aunque su relación no fue particularmente estrecha, dice Arribas, Ocaña siempre quiso que su progenitor se sintiera orgulloso de él. Es conmovedora la escena que se narra en el reportaje cuando Ocaña ganó el campeonato de España de fondo en carretera y llevó el maillot con los colores nacionales a su padre, muy enfermo ya en el hospital semanas antes de morir. Para él era muy especial que su padre, emigrante de su país por la sinrazón de la guerra fratricida, viera cómo su hijo era el mejor de España en lo suyo. Ese sentimiento de pena y nostalgia de todos los emigrantes.
En el terreno deportivo, Ocaña fue el gran rival de Eddy Merckx. Su gran obsesión era batir al belga. La mala suerte le impidió plantar cara al Caníbal en el Tour de 1971, donde una caída le dejó fuera de la carrera. Ganó la Vuelta de un año antes, 1970. Su gran fijación era el Tour (el Tour es el Tour) y más concretamente imponerse a Merckx. El propio corredor belga habla de su rivalidad con Ocaña en el reportaje y elogia su valentía y su arrojo. Él fue el primero que se atrevió a plantar cara al belga, el que no se rindió ante el apabullante dominio del mejor corredor de la Historia del ciclismo. Finalmente Ocaña tuvo su Tour, el de 1973, pero sin Merckx en liza. Nunca le perdonó al belga que no disputara aquella edición de la ronda gala, se afirma en el reportaje.
La personalidad ingobernable de Ocaña, su carácter, su espíritu rebelde, libre e inconformista. Su arrojo y valentía. Su capacidad para recomponerse de las caídas y los infortunios para volver a la carrera. Sus hazañas encima de la bicicleta, esos ataques desde inicio de etapa, épicos, legendarios. Todos estos componentes construyen este espléndido reportaje que recomiendo encarecidamente a todos los aficionados al ciclismo que aún no lo hayan visto.
En el reportaje se cuenta también la parte final de su vida con toda crudeza. Su retiro para dedicarse a la viticultura. La ilusión que le hacía vivir de su tierra y lo poco que pudo disfrutar de ella por el grave accidente de tráfico que sufrió en 1979 y por la enfermedad que adquirió después, la hepatitis C. También la depresión en la parte final de su carrera que le condujo al suicidio el 19 de mayo de 1994. Se marchó joven pero dejó un imborrable recuerdo. Una vida de leyenda. La de un héroe trágico como remarca el título de este reportaje.
Actualidad ciclista
Aunque este fin de semana ha sido muy vintage, con sendos artículos dedicados a corredores ya fallecidos y de épocas pretéritas, no pierdo la vista a la actualidad ciclista. Como decía en el artículo de ayer, el ciclismo también se alimenta de personajes del pasado. Como todos los deportes. Como todo en la vida. El Tour de Francia o cualquier otra carrera con muchos años de historia no sería lo que es si no fuera por todos esos grandes nombres que han pasado por él, por tantos años transcurridos desde la primera edición. Mirar hacia atrás, pues, también es necesario y gratificante. En el presente, no dimos cuenta del final del Tour de Qatar, donde Andre Greipel (Lotto-Belisol) se llevó la quinta etapa; Arnaud Démare (FDJ) conquistó la sexta y última y Niki Terpstra (Omega Pharma-Quick Step) se llevó la general.
Estos días seguimos de cerca el Tour del Mediterráneo. Aunque a partir del martes también estaremos pendientes del Tour de Omán, donde debuta Froome, y la Vuelta a Andalucía. De eso hablaremos estos próximos días. En el Tour del Mediterráneo Steven Cummings (BMC) se vistió ayer de líder tras ganar la contrarreloj individual. Hoy concluye la carrera con una ascensión al Mont Faron, Todas las etapas anteriores se las llevó John Degenkolb (Giant-Shimano). Otro que se apunta a la lista de velocistas llamados a disputarse el título de gran sprinter del año. Han empezado fuerte los hombres rápidos del pelotón.
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